Nº 45 PRIMER Y SEGUNDO SEMESTRE – 2014 | Lo que hace años era una cuestión sin importancia para los políticos mundiales, como es el cambio climático, se ha convertido actualmente, en todos los países —sobre todo en los que tienen costa—, en un problema medioambiental de primera magnitud. Cada vez se frivoliza menos con este fenómeno mundial y son más los datos que lo corroboran.
La ciencia ha conseguido penetrar en el tejido político (cosa rara) y comunicar a los dirigentes y a la población los problemas que acarreará un cambio de esta naturaleza en las vidas y bienes de todos los ciudadanos mundiales. Ya son muchos los “refugiados climáticos” que emigran de los países más afectados por el clima para huir de las sequías o inundaciones recurrentes que se dan cada vez con más frecuencia en los territorios donde habitaban. Los hielos de los polos se derriten y el nivel del mar aumenta. Las previsiones de las consecuencias negativas de la subida del nivel de los océanos, entre otros perjuicios, es un tema alarmante. Baste leer el artículo que sobre el cambio climático se publica en este número de la revista, para ver la evolución de los indicadores climáticos y atmosféricos, y tomar seriamente en consideración el asunto. No sé qué es más preocupante, si el asunto en sí o que los políticos sigan pasando de los científicos, entre ellos, los geólogos, y minusvaloren los datos que suministran desde los distintos paneles mundiales que estudian el fenómeno. Algunos de los actuales dirigentes mundiales son políticos que piensan en las elecciones, mientras que el verdadero hombre de Estado piensa en las generaciones siguientes y se preocupa por el bienestar de las sociedades futuras.
El último dato sorprendente entre cambio climático y geología lo ha dado un geólogo australiano que correlaciona el movimiento de la placa india en los últimos 10 millones de años con el viento monzónico. Se sabía que los relieves creados por el movimiento de las placas generaban cambios en el clima al variar el régimen de los vientos, pero el fenómeno inverso no se conocía. Esto no quedará así. Asistiremos cada vez más a pruebas contundentes sobre geología y cambio climático. Vean sino los datos en el artículo citado y opinen.
Muy íntimamente relacionado con el cambio climático está el tema energético, no solo por la incidencia en el mismo generada por los combustibles fósiles, sino por la diversificación energética a la que se tiende para salir del monopolio de unos pocos. En el caso del petróleo es noticia, además, la especulación que actualmente imponen muchos de los productores de la OPEP. El mercado es el que marca las pautas y controla los precios, mientras que los países dependientes somos meros espectadores de los grandes lobiess. Para España, dependiente energéticamente del exterior, la necesidad de buscar recursos propios con otras técnicas, como las de shale-gas, entre otras, se impone como una necesidad prioritaria, casi una obligación. Los geólogos tenemos que ser conscientes de que la dependencia energética nos hace esclavos del mercado. Hay que investigar y descubrir en nuestro territorio. Una oposición a ello, como proclaman algunos, no es más que ir hacia atrás, a debilitar la autoridad y a paralizar un desarrollo sostenible.
Sin duda, hay que ir a las energías alternativas más limpias, pues el medio ambiente es capital para el desarrollo de la sociedad. Ahí es donde se unen energías y cambio climático En muchas de ellas, los geólogos tenemos mucho que decir. Las tecnologías actuales permiten investigaciones más profundas que las anteriores. Se necesitan geólogos bien formados en este campo de la exploración energética y, curiosamente, parecen más interesados en esta formación los geólogos sudamericanos que los españoles. En España se extendió la idea de que trabajar en el petróleo era una actividad sucia además de contaminante, lo que provocó que muy pocos geólogos españoles asistieran a cursos de formación. Sin embargo, esos mismos que lo critican, van en sus automóviles contaminando y no se quejan por ello. Seamos consecuentes y busquemos energías donde estén. Eso sí, exijamos la protección ambiental y denunciemos a otros países que explotan petróleo en la selva amazónica, aunque las compañías explotadoras no sean del país.
Por último, hacer un recuerdo de tres colegiados que este año han fallecido: Jaime Palacio, Carmina Virgili y Manuel Hacar. De los dos primeros hay un obituario en este número. Palacio fue un geólogo destacado en la promoción y defensa del Patrimonio geológico. Dedicó muchos años de su vida profesional, junto a otros destacados geologos del IGME. Carmina fue una pionera de la estratigrafía en España, continuando los primeros pasos que habían dado sus maestros catalanes como Sole Sabaris o Noel Llopis. Luchó por el reconocimiento de la mujer en los puestos académicos de las universidades españolas, llegando a ocupar puestos relevantes en la educación universitaria española y en la política. Manuel Hacar era un gran geólogo geotécnico que llevaba colegiado 36 años. Trabajó mucho en grandes obras civiles en España y fuera de ella. A los tres, les recordamos desde este colegio profesional y desde todo el colectivo de geólogos españoles.