Tierra y Tecnología nº 42 | Texto | Laura Damas Mollá, Arantza Aranburu y Patxi García Garmilla, doctores en CC. Geológicas de la Universidad del País Vasco (Facultad de Ciencia y Tecnología, Dpto. Mineralogía y Petrología, 48940 Leioa, Bizkaia), y Héctor Fano, de Troya Kontrol, S.L. (Industrialdea, 10, Bajo 3, 20820 Deba, Gipuzkoa) | Si bien no con una gran variedad de litotipos pero sí con algunos de ellos muy característicos, el País Vasco y Navarra ofrecen una marcada singularidad en relación con la explotación de la roca ornamental. A lo largo de dos artículos hablaremos de los principales rasgos petrológicos, faciológicos y comerciales del Rojo Ereño, el Negro Markina, los Gris Deba/Rosa Duquesa y los Rojo Baztán/Gris Baztán, todos ellos clasificados como “mármoles” en sentido ornamental, que no lo son geológicamente hablando, pues se trata de rocas sedimentarias de naturaleza carbonatada que adquieren un excelente brillo por pulido.
Al margen de su indudable valor constructivo, también nos hablan de un antiguo mundo marino en climas tropicales, donde la actividad orgánica fue frenética e involucró tanto a organismos con representación actual, como los corales, o los que no tienen equivalentes hoy en día, como los irrepetibles rudistas.
El Rojo Ereño y el Negro Markina
Además de su indiscutible valor ornamental, los mármoles Rojo Ereño (o Rojo Bilbao) y Negro Markina tienen una larga historia extractiva, pues su explotación data de la época de los romanos (siglo I d. C.). Eso sí, actualmente sólo se comercializa el segundo, pues el Rojo Ereño dejó de extraerse a finales de la década de los ochenta del siglo pasado. Las canteras en que afloran ambos litotipos se localizan en el denominado “Anticlinorio de Bizkaia”, una compleja estructura tectónica intensamente afectada por fallas de recorrido kilométrico, que muchas veces actuaron como cauces de los procesos de mineralización de hierro asociados a estas rocas (figura 1). Ambas litologías pertenecen al denominado “Complejo Urgoniano”, del Aptiense inferior-Albiense superior, caracterizado por el desarrollo de grandes unidades de calizas arrecifales, limitadas lateral y verticalmente por facies paraarrecifales compuestas esencialmente por margas y depósitos terrígenos, unas veces depositados en medios sedimentarios de cuenca relativa y otras como depósitos de tránsito lateral en zonas canalizadas interarrecifales más someras. Son algunos fósiles determinados los que confieren el carácter ornamental a estas rocas, como los rudistas (polyconítidos, requiénidos, monopléuridos), los bivalvos del tipo Chondrodonta sp., algunos gasterópodos (principalmente nerineidos) y los corales tanto masivos como ramosos. Otras veces se valora de modo más especial la pureza del color negro en facies carentes de componentes bioclásticos, como acontece con las variedades más oscuras y homogéneas del célebre Negro Markina. Salvo algunas excepciones, lejos de constituir un inconveniente, los sistemas de fracturación que afectan con frecuencia a estas rocas suponen un aliciente estético adicional de mucha estimación, tal y como ocurre con las venas rellenas de calcita blanca que, cuando aparecen con profusión, dan lugar a la variedad conocida como Markina Florido.
Historia del Rojo Ereño como roca ornamental
«Iviliae sacrum M(arcus) Caecilius Montanus pro salute Fusci fili(i) sui posuit. Rai(us) quintio fecit»1. Ésta es la inscripción del ara funeraria (siglo I d. C.) tallada en Rojo Ereño y descubierta en el yacimiento arqueológico romano de Forua, en Bizkaia (Martínez Salcedo, 1997). Fueron los romanos los primeros en explotar esta litología de rasgos tan singulares, como es el rojo intenso de la matriz micrítica que engloba un abundante contenido fósil de colores blancos, negros y grisáceos (bivalvos de distintas familias de rudistas y Chondrodonta sp.). En un principio, los métodos de extracción eran arcaicos y consistían en el uso de cuñas y palancas, de modo que los bloques los tallaban los maestros canteros. Estas técnicas no avanzaron sustancialmente hasta el siglo XIX, época en la que proliferaron las pequeñas canteras de carácter familiar que se compaginaban con las tareas agrícolas. Un buen ejemplo se localiza en el barrio de Atxoste (Bizkaia); la cantera de la familia Aldekozea conserva de forma excepcional rasgos originales tanto de la explotación como de la maquinaria utilizada (figura 2 A, B y C).
En etapas más avanzadas de la explotación, es decir, desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX, se obtenían grandes bloques de piedra mediante corte con hilo helicoidal de acero guiado por volantes situados estratégicamente en los extremos de la cantera (figura 2 B). Los bloques rectangulares se conseguían perforando barrenos paralelos, en un principio de forma manual y mediante martillos de aire comprimido en los tiempos más recientes (figura 2 A). Los bloques se hacían rodar sobre rodillos de acero sujetos a una “winchi” manual mediante cables de acero (L. M. Aldekozea, com. pers.) (figura 2 C). La gran cantera de Atxarraga, activa desde 1890 hasta 1989, refleja la intensidad de la última etapa de la explotación, que dejó una gran hendidura en la montaña configurada en tres plataformas sucesivas (figura 2 D).
Rasgos sedimentológicos y petrográficos del Rojo Ereño
Las calizas de Ereño pertenecen a la unidad urgoniana de Calizas de Santimamiñe, de edad Aptiense-Albiense (Agirrezabala, 1996). Dentro de esta denominación quedan representadas tanto las calizas de matriz micrítica gris como las de matriz micrítica de color rojo. La serie se corresponde con un homoclinal de dirección aproximada este-oeste (N110ºE) y buzamiento subvertical de unos 85º (figura 1). La unidad queda flanqueada por otras de carácter siliciclástico, como la formación “Acantilado de Otoio”, en la base, y la formación “Lutitas y Megabrechas de Berriatu”, a techo. El área mineralizada se localiza de forma estratoparalela con los bordes difusos en los primeros metros de la serie en forma de lentejón de 1.500 x 500-600 m (Damas Mollá, 2011).
La potencia real de la serie levantada en la franja que presenta matriz de color rojizo es de 166 m (figura 3). En el detalle se reconocen diferentes tipos de facies (bioclásticas y bioconstruidas, o con armazón de naturaleza orgánica) que se asocian mutuamente y se corresponden con ambientes de plataforma marina somera de rangos energéticos variables. Así se pueden reconocer facies de tipo Framestone de rudistas polyconítidos y Bafflestone de Chondrodonta sp. en posición de vida, que aparecen en niveles muy continuos de espesor decimétrico. También hay facies de tipo Boundstone de rudistas, Chondrodonta sp. o corales, con los fósiles enteros, pero en posición distinta a la de vida; o bien facies Floatstone, Rudstone o Wackestone con una densidad variable de bioclastos (Embry y Klovan, 1971; Damas Mollá, 2011).
Los macrofósiles mayoritarios en las calizas de Ereño son los corales (tanto ramosos como masivos), los Chondrodonta sp. (figura 4 A), que eran bivalvos con conchas finas en forma de pala que vivían semienterrados en el sedimento con las valvas abiertas hacia arriba, y los rudistas. Éstos últimos están representados por tres familias principales que, citadas por orden de abundancia, son:
- Polyconítidos (figura 4 B), con una valva en forma de cáliz, más desarrollada (15 x 5 cm) y fija al sustrato, y otra a modo de opérculo móvil. Sus conchas son relativamente gruesas (2-3 cm), agrupándose en colonias de cientos de individuos denominadas “thickets” (Cestari y Sartorio, 1995).
- Asociados a los polyconítidos y, en algunos casos, creciendo al abrigo de sus conchas, se encuentran asociaciones de decenas de rudistas monopléuridos en forma de ramilletes o bouquets (Cestari y Sartorio, op.cit.). Son formas estrechas (hasta 1,5 cm de diámetro) con la valva inferior sésil y alargada (hasta 12 cm de altura) y espesor de la concha muy fino (1-2 mm) (figura 4 C).
- Al contrario que los anteriores, los rudistas requiénidos, aunque suelen encontrarse agrupados, se presentan en conchas separadas y recostadas sobre el sedimento fangoso. Tienen forma enrollada o espiralada (15 x 5 cm) y su concha se diferencia de las de otras familias por su color negro intenso (figura 4 D, E).
En el campo son claramente identificables los niveles de rudistas polyconítidos en posición de vida, con un desarrollo muy amplio en la plataforma y claramente dominantes en los últimos metros de la serie. No es infrecuente que se encuentren erosionados bruscamente a techo y cubiertos por facies de carácter bioclástico. Esta secuencia-tipo se repite de forma clara en la vertical, resultando muy verosímilmente atribuible a bruscas variaciones en los niveles de energía de las aguas (figura 5) (Damas Mollá, 2011).
Además de los macrofósiles, las calizas de Ereño albergan numerosos microfósiles y bioclastos característicos de ambientes de plataforma marina somera tropical, es decir, un amplio cortejo de foraminíferos (miliólidos, orbitolínidos, lituólidos, aglutinantes incrustantes), equinodermos, bivalvos, ostrácodos, gasterópodos, corales, briozoos, algas, etc. (figura 6 A, B, C, D). Se encuentran englobados por una matriz micrítica de grano muy fino que presenta diferentes colores en torno a la gama de rojizos a pardo-grisáceos. Algunos sectores se encuentran recristalizados como consecuencia de la diagénesis a cristales de esparita o microesparita.
La microestructura de la concha de los rudistas presenta una ordenación interna bien definida en tres capas: 1) la capa externa orgánica que habitualmente no fosiliza; 2) la capa intermedia o calcítica formada por prismas de calcita baja en Mg (LMC), que presenta rasgos específicos para cada familia de rudistas, y 3) la capa interna inicialmente aragonítica (figura 6 E, F) (Skelton, 1974). Las zonas más ricas en cementos se asocian fundamentalmente a ésta última, que se disuelve de forma temprana en la diagénesis creando una porosidad móldica.
Las conchas menos alteradas durante la diagénesis y que, por consiguiente, conservan mejor las señales geoquímicas originales, son las de los rudistas requiénidos y las de Chondrodonta sp., favoreciendo así los estudios geoquímicos de reconstrucción paleoambiental. Como ejemplo, los análisis de isótopos de oxígeno (∂O18) de la calcita de las conchas permiten deducir que la paleotemperatura del agua marina oscilaba entre 25-27 ºC (Damas Mollá et al., 2009). Mediante el análisis de facies, también sabemos que las asociaciones de polyconítidos proliferaron en la zona intermareal con aguas oxigenadas, mientras que en los ambientes más restringidos, con menor energía y depósito de materiales finos, se establecieron los requiénidos y Chondrodonta sp. (Damas Mollá, 2011).
La historia diagenética de las calizas de Ereño ha sido realmente compleja, desde las fases más tempranas con la disolución de la capa aragonítica de los rudistas, hasta las fracturaciones, neomorfismos, reemplazamientos minerales, compactaciones, etc. Pero, sin duda, lo más llamativo es el color rojo motivado por la entrada de fluidos diagenéticos con óxidos de hierro que impregnaron la matriz. Sin embargo, a pesar de la coloración, la mineralogía de la roca no revela cantidades significativas de hematites. Análisis paleomagnéticos han arrojado datos sobre la presencia de hematites pigmentari, de tamaño de grano ultrafino, responsable de la coloración. Las conchas de los rudistas ya se encontraban blindadas ante la entrada de los fluidos como consecuencia del neomorfismo más temprano y por ello se han mantenido invariablemente no mineralizadas. Las orientaciones de los minerales magnéticos sugieren una edad para la entrada del hierro durante el Cretácico, cuando la tectónica sinsedimentaria de la zona no había cesado, pero en una etapa previa a la orogenia alpina (Damas Mollá, 2011). Esta edad podría relacionarse con una etapa tectónica activa de la Cuenca Vasco-Cantábrica, con vulcanismo e hidrotermalismo asociados durante el Albiense superior-Cenomaniense (Aranburu et al., 2002; López Horgue et al., 2010).
Historia y técnicas de explotación del Negro Markina
La caliza semimasiva que da lugar al yacimiento de roca ornamental del Negro Markina se ha explotado desde hace más de un siglo ininterrumpidamente. Podemos diferenciar tres fases a lo largo de su historia extractiva, atendiendo a la tecnología empleada y al modo de extraer la piedra:
- Periodo preindustrial.
- Fase industrial antigua.
- Fase industrial moderna.
La fase preindustrial abarca desde los inicios de la explotación en una fecha que no está bien determinada —si bien hay testimonios escritos de que los romanos extraían ya caliza negra de Markina— hasta mediados de los años treinta del siglo XX. En estas primeras épocas el concepto de cantera era muy diferente, y básicamente se abrían pequeños frentes en puntos locales en los que se observaba una calidad de color adecuada y la suficiente sanidad en la roca. Los elementos de extracción básicamente eran cuñas y barrenas que se manejaban manualmente. Para desplazar los bloques se utilizaban rodillos de madera y carros tirados por bueyes. Estos métodos de extracción limitaban el tamaño de los bloques a extraer, que, por lo general, pesaban entre 1,5 y 3 toneladas, con un volumen que rara vez superaba el metro cúbico. Habitualmente se buscaban en la masa rocosa “fallos” o planos de discontinuidad subhorizontales para utilizarlos como planos de “arranque”. El corte vertical de los bloques se conseguía mediante la ejecución manual de barrenos, disponiéndolos en filas con unos 4 ó 5 cm de separación. Una vez barrenada toda la fila, el corte se producía mediante el uso de pólvora negra, cargando alternativamente los barrenos perforados, de tal forma que se consiguiera un efecto de “rasgado” por la línea perforada. Este corte también se podía realizar de modo más lento, introduciendo cuñas de madera en los barrenos y mojándolas, hasta que el hinchado de la madera terminaba generando la fuerza suficiente para producir la rotura del espacio entre barrenos. Un barrenador podía alcanzar en esta piedra un rendimiento de unos 80-100 cm por hora. Como se puede entender fácilmente, el rendimiento de estas extracciones era bastante bajo, si bien requería una gran cantidad de mano de obra, al ser prácticamente en todas las tareas indispensable la fuerza humana, auxiliada únicamente por la tracción animal (bueyes principalmente) y la pólvora negra.
A finales del siglo XIX, se introduce desde Italia (líderes mundiales en la técnica de laboreo de la roca ornamental) el uso de un cable de acero helicoidal (hilo helicoidal), sobre el que se instalaba un goteo de agua con arena silícea. Dotando a este cable de un amplio recorrido mediante poleas, se conseguía que cortara horizontalmente la roca, obteniéndose unas superficies horizontales dignas de una pista de patinaje. La llegada de esta técnica a la península ibérica, junto con el desarrollo en los años treinta del siglo XX de los compresores de aire comprimido, suponen una revolución en la industria ornamental, marcando el fin de la fase preindustrial y comenzando la fase que podemos denominar “industrial antigua”.
En la fase industrial antigua, se da un gran salto cualitativo al utilizar para la perforación la fuerza de los martillos de aire comprimido, que llegan a la zona de Markina casi al mismo tiempo que la guerra civil. Irónicamente, las máquinas de corte y los primeros compresores son de fabricación alemana e italiana, al igual que los cañones y aviones que durante casi tres años diezman el territorio vizcaíno y siegan las vidas de sus habitantes.
La técnica de extracción consiste entonces en la división en “plazas” de la cantera, en función de la capacidad de circulación del hilo helicoidal encargado de generar los suelos de cada plaza. Para llevar a su cota cada uno de los cortes del “hilo helicoidal”, era necesario disponer en cada lado de la plaza de corte, de una trinchera que permitiera colocar las poleas que situaban el acero en la cota adecuada. Estas trincheras, habitualmente de menos de 1,5 m de profundidad, se ejecutaban previamente mediante explosivo, por lo que se seleccionaban para su ubicación zonas de debilidad o preferentemente planos de falla de dirección perpendicular al talud principal de la cantera, al objeto de instalar allí las trincheras y minimizar la pérdida de material ornamental debido a la acción del explosivo en la roca. No obstante, era muy habitual que en los metros cercanos a cada una de las trincheras el porcentaje de aprovechamiento del material ornamental disminuyese drásticamente. Todavía hoy en día pueden reconocerse en diversos puntos de la cantera los emplazamientos utilizados para la ubicación de las trincheras.
Los cortes verticales se hacían mediante hileras de barrenos perforados con martillos neumáticos, con una separación entre 6 y 8 cm entre barrenos, y empleándose mayoritariamente la pólvora negra y los detonadores de mecha lenta para “abrir” el corte y poder individualizar el banco primero y los bloques unitarios después. Aunque a medida que avanzan los años empiezan a aparecer máquinas de carga, los accesos a la cantera resultan inadecuados para las máquinas de ruedas, y se sigue necesitando una importante cantidad de mano de obra, si bien ahora el tamaño de los bloques puede ser mayor, alcanzándose pesos de entre 6 y 10 toneladas mayoritariamente. En este período las canteras de Negro Markina podían dar trabajo a más de sesenta personas. Disponían de cocinera y de habitaciones para dormir dentro de la propia cantera. Incluso durante una época, las poleas principales del hilo helicoidal se hallaban instaladas dentro del mismo recinto en donde dormían los operarios, de modo que podían dejar el hilo funcionando durante la noche y estar pendientes del mismo desde la habitación contigua.
Esta fase alcanza hasta finales de los años setenta del siglo XX, cuando el desarrollo de la maquinaria de carga (principalmente el tamaño y fuerza de las nuevas palas cargadoras) junto con una nueva generación de maquinaria de corte, dieron lugar a la siguiente fase, que denominamos “industrial moderna”.
Son tres los rasgos fundamentales que definen la fase industrial moderna en el laboreo de las canteras de Negro Markina. Por un lado, el desarrollo de palas cargadoras de alta potencia junto con el diseño de accesorios específicos para estas labores como las horquillas frontales, permiten mover y manejar bloques de 20 a 50 toneladas sin mayor problema. Por otro lado, la irrupción de las sierras de cadena y de los cables de pastilla de diamante (hilos diamantados) permite velocidades de corte entre cinco y diez veces superiores a las metodologías antes descritas, multiplicando la productividad de la extracción. El tercer factor fundamental es una consecuencia lógica de los dos anteriores, y es la drástica disminución de la mano de obra requerida en el proceso extractivo.
Con la aparición en la década de los ochenta de los hilos diamantados y las sierras de cadena, las labores de corte van adquiriendo progresivamente protagonismo frente a las labores de perforación. Las alturas de banco se establecen en torno a los 3 m (figura 7 A). Los carros perforadores con martillos hidráulicos realizan los barrenos verticales de cada línea de banco y separación de bloques, mientras que las sierras de cadena cortan los suelos con profundidades de corte de unos 3 m. Los hilos diamantados se utilizan para los cortes laterales finales y para el escuadrado de bloques. En la labor de separar los bloques, aunque ocasionalmente puede seguir empleándose el explosivo (cordón detonante), se utiliza más frecuentemente la acción de dardas hidráulicas, que funcionan introduciendo pistones metálicos en barrenos alternativos, y creando la línea de rotura mediante la aplicación de presión hidráulica. Más recientemente, con la incorporación de una sierra rozadora de 6,5 m de longitud, se ha aumentado la altura de banco hasta los 6 m, y el hilo diamantado cobra aún mayor protagonismo para generar tanto los cortes laterales como los suelos. En este esquema extractivo, sí resulta necesario volcar la bancada cortada, lo cual se realiza mediante el uso de almohadas neumáticas que se introducen en el corte trasero del banco, inflándolas hasta inclinar la pieza cortada lo suficiente como para que se desequilibre y caiga al suelo, donde se procede al despiece de los bloques. Este sistema propicia un mayor aprovechamiento de la piedra al permitir distintas orientaciones para el diseño individual de los bloques.
Rasgos sedimentológicos y petrográficos del Negro Markina
Aunque al observar el macizo calizo a gran escala, el nivel productivo del yacimiento tiene un aspecto masivo, la cartografía de detalle permite delimitar cuerpos groseramente estratificados, en los que con potencias mayoritariamente de orden métrico, se suceden distintas facies carbonatadas en las que los elementos diferenciadores son tres: 1) la variación de la tonalidad de la matriz, 2) el contenido y disposición de los restos fósiles (principalmente bivalvos rudistas y Chondrodonta sp.) (figura 7 B), y 3) la presencia o ausencia de laminaciones más o menos margosas.
Las facies generadas a partir de la combinación de estos tres elementos se suceden de modo estratiforme en la vertical, observándose puntualmente acuñamientos de dichas facies o pequeños desplazamientos debidos a fallas de menor rango. En función de las condiciones diagenéticas de cada facies, se consigue o no alcanzar el grado de tonalidad necesario para comercializarse como Negro Markina, y en función del contenido fosilífero, la roca puede ser apta o no para determinados mercados. La paleofauna presente en estas facies es prácticamente idéntica a la de las calizas rojas de Ereño, por lo que no nos extenderemos en este punto.
Las microfacies de las calizas negras de Markina son biomicritas (Folk, 1962) y Packstone-Wackestone (Dunham, 1962; Embry y Klovan, 1971) ricas en rudistas polyconítidos (figura 8 A, B, C), Chondrodonta sp. (figura 8 D, E) y foraminíferos aglutinantes de pared oscura, tanto biseriados en corte como planiespirales (figura 8 F). Tampoco faltan las facies bioconstruidas compuestas por rudistas dispuestos en bouquets de hasta unas decenas de individuos, así como de Chondrodonta sp. que aparecen en haces de conchas que se abren espectacularmente en abanico. Los rudistas polyconítidos muestran bien diferenciadas la capa externa (de calcita baja en Mg o LMC) y la interna (inicialmente aragonítica) (figura 8 A, B). La primera se compone de prismas por lo general bien preservados. En cambio, la segunda, originalmente aragonítica, suele disolverse de manera selectiva durante la diagénesis, o bien recristalizar directamente a LMC esparítica.
Por su parte, los individuos de Chondrodonta sp., bivalvos relativamente afines a los ostreidos, se caracterizan por poseer una concha muy compacta de naturaleza fibrosa, que suele ser muy resistente ante los procesos diagenéticos que pudieran alterar la concha post mórtem (Damas-Mollá, 2008 a, b). Especialmente en proximidad a la zona de la charnela, las lamelas de la concha pueden aparecer fuertemente replegadas (figura 8 D); en cambio, en una sección longitudinal más amplia, domina la estructura lamelar marcadamente paralela (figura 8 E).
Es difícil dilucidar las causas del color oscuro de las calizas negras de Markina. El color negro de las piezas pulidas no lo es tanto en secciones producidas por fracturación natural, en las cuales se aprecia una tonalidad gris oscura. La causa más razonable a invocar podría ser la materia orgánica diseminada de forma homogénea por la matriz de barro micrítico carbonatado, pero los contenidos en materia orgánica no son elevados en esta roca. Además, la presencia de biostromos de rudistas parece más conciliable con un ambiente marino somero de aguas relativamente renovadas y oxigenadas. En cambio, los Chondrodonta sp. quizá pudieron vivir, al igual que los actuales ostreidos, en aguas con circulación más restringida y, por lo tanto, más favorables a las condiciones hipóxicas. Sin embargo, tal distinción paleoambiental no es tan evidente y tampoco se correlaciona con el contenido fósil, pues ambos grupos de bivalvos aparecen tanto en facies negras como en calizas grises más claras.
Hay que destacar, por otro lado, que tanto la coloración oscura del Negro Markina como la encarnada del Rojo Ereño suponen una singularidad dentro de las facies urgonianas de la Cuenca Vasco-Cantábrica y, por lo tanto, pudieran estar más relacionadas con causas locales vinculadas a la diagénesis que con factores paleoambientales de rango más general. En todo caso, sería interesante en el futuro poder llevar a cabo un estudio geoquímico detallado sobre el verdadero origen de la coloración del Negro Markina.
Valor ornamental y patrimonial de ambos litotipos
El valor del Rojo Ereño como roca ornamental empleada a lo largo de los siglos ha quedado reflejado en numerosas manifestaciones, tanto arquitectónicas como artísticas, cuyo reconocimiento no sólo se ha dado a nivel local, sino que ha traspasado nuestras fronteras. El litotipo se puede encontrar por toda la península ibérica y las islas Canarias, e incluso se exportó a otros Estados como el Vaticano (figura 4 B) o los Estados Unidos (Nueva York). Si bien al comienzo su uso se reservaba para edificios singulares tanto laicos (yacimiento romano de Iruña de Veleia, en Alava; Ayuntamiento, Diputación y Palacio de Víctor Chávarri, en Bilbao; Casa de Juntas de Gernika) (Aranburu et al., 2009) como religiosos (solado exterior de la Basílica de Covadonga en Asturias; Basílica de Begoña en Bilbao), la intensidad de la explotación permitió su aplicación en edificaciones más rutinarias, como portales de viviendas y comercios en general. También son abundantes las obras artísticas talladas en esta litología, como la escultura de Lucas Alcalde Homenaje al Minero, ubicada en la localidad de Ortuella (Bizkaia) (figura 9 A) y la más reciente peana de la estatua de Don Tello de la Plaza de los Fueros de Gernika (Bizkaia) (figura 9 B). Este uso intensivo ha sido motivo más que suficiente para que la gran cantera de Atxarraga (o cantera de Andrabide) haya sido incluida como parte integrante del patrimonio histórico del territorio de Bizkaia. A esta definición se le debería añadir, además, su valor como parte del patrimonio minero.
En las últimas décadas ha aumentado la concienciación social en relación con la conservación de lugares con un elevado valor geológico, científico o didáctico, o que generen una cierta curiosidad por su valor turístico añadido, de manera que se ha hecho necesario crear figuras jurídicas que puedan protegerlos. El sector de las canteras de Ereño forma parte de los LIG (Lugares de Interés de Geológico) del País Vasco desde 1990 (Puntos de Interés Geológico de Bizkaia, 1990) y quedan también incluidas como parte relevante en los listados más actuales (Mendia et al., 2011). Pero a pesar de que las propuestas de actuación sobre el espacio que ocupan son numerosas, la actual situación socio-económica ha frenado la realización de tales proyectos, conduciendo a su paulatina degradación. El vertido de desechos sobre la plataforma, la actuación de grafiteros sobre la pared o el expolio incontrolado de los bloques anteriormente cortados son sólo algunos de los sucesos que debieran haberse evitado a toda costa. Cabe resaltar la importancia científica y divulgativa de ciertas zonas de la cantera, como las paredes de “bioconstrucciones” de rudistas (figura 5) que deberían quedar a salvo de las obras de remodelación que previsiblemente puedan tener lugar en un futuro a corto o medio plazo.
En cuanto al Negro Markina, su gran valor ornamental radica en la intensidad del color negro que su superficie pulida alcanza. Este matiz, junto con la presencia de abundantes venas de calcita (Negro Markina Florido), fósiles de rudistas (Negro Markina con “caracolillo”) o Chondrodonta sp. (Negro Markina con “sardineta”), da el contraste característico de esta roca, tan apreciada en el sector ornamental. El desarrollo geomecánico que ha sufrido el macizo ha dado como resultado un notable paralelismo entre las venas de calcita, lo cual responde a su formación a favor de los planos de una misma familia de diaclasado. Esta disposición favorece la percepción estética de las planchas de roca pulida, diferenciándolas de otras más o menos parecidas. Existen muy pocos yacimientos de roca ornamental negra, lo cual ha contribuido siempre a mantener la demanda de la caliza vizcaína en el mercado. A esta demanda contribuye también el hecho de que los tonos negros y los blancos son los únicos que mantienen una considerable independencia frente a las modas arquitectónicas, que van cambiando con el paso de los años; además, el tono negro puede combinar con cualquier otro tono.
El Negro Markina normalmente puede trabajarse muy bien sin necesidad de resinado. Su acabado principal es el pulido, debido precisamente a la espectacularidad de su color. Se usa por ello principalmente para enlosado de paredes y suelos en interiores, así como para el diseño de elementos de ornamento como mosaicos, chimeneas, columnas, usos en escultura, etc. Su tonalidad y prolongado uso en el tiempo permite observar esta piedra en lugares muy dispares y significativos, como pueden ser el suelo de la catedral de Milán, algunos muebles y ornamentos del Palacio Presidencial de El Cairo, la Kaaba de La Meca, etc.
Aunque se ha utilizado también habitualmente para exteriores de recintos comerciales, portales e incluso fachadas, no es éste su uso más recomendable, ya que de no estar muy bien trabajada, la losa de Negro Markina pulida tiene un mal envejecimiento si está expuesta a la intemperie en climas agresivos. En estos casos lo adecuado es darle un acabado abujardado, que mantiene la calidad a lo largo del tiempo. Este acabado da lugar a un tono más gris que negro. La biblioteca de la Universidad de Deusto, en Bilbao, la pavimentación del Kursaal y de Alderdi Eder, en Donostia-San Sebastián, son ejemplos de este uso. Su colocación en solados tanto interiores como exteriores está muy generalizada en todo el País Vasco, destacando los del paseo de la Zurriola, en Donostia-San Sebastián (figura 9 C), la calle Doctor Areilza, en Bilbao, y el Museo de Bellas Artes, en el Palacio Augusti de Vitoria-Gasteiz (figura 9 D). Como anécdota, también lo hemos encontrado compitiendo en desventaja con los famosos griottes galos en los bordillos de algunas calles de la bonita villa de Seix, en la región de Ariège del Pirineo central francés (García Garmilla et al., 2009-2010).
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