Tierra y Tecnología nº 51 | http://dx.doi.org/10.21028/rmt.2018.06.15 | Autor: Rogelio Meléndez Tercero. Colegiado nº 601
Introducción
El presente artículo pretende ser exclusivamente una narración de mi experiencia personal en un tipo de minería que durante muchos años tuvo una gran importancia en nuestro país, pero que en estos momentos y por razones que no voy ahora a analizar es poco menos que un recuerdo. Las cuestiones de otra índole las dejaré al margen.
Cuando en el año 1979 finalicé mi licenciatura de Ciencias Geológicas, la situación de la minería del carbón era brillante. En una revista que por entonces publicaba el ICOG, se hablaba de la “Primavera del carbón” y recuerdo perfectamente como un nutrido equipo de geólogos (de la Empresa Nacional ADARO), estaba en El Bierzo realizando un estudio de síntesis de la Cuenca Carbonífera del Bierzo, que hoy empieza a ser una pequeña joya,…para estudios de índole histórica. (figuras 1 y 2).
En aquellos años proliferaban en mi tierra, la comarca leonesa del Bierzo, explotaciones mineras de los más diversos tamaños, desde diminutas explotaciones (menos de 20 trabajadores), hasta empresas que daban empleo a centenares de mineros. Lógicamente una mina por pequeña que sea necesita su correspondiente topógrafo. Si la mina era pequeña bastaba con que de cuando en cuando se realizase el levantamiento topográfico o más bien la actualización del plano o planos de labores. Si la mina era grande requería la asistencia diaria de un topógrafo que solía ser un ingeniero técnico dedicado a este menester.
Por razones que no viene al caso exponer, en el año 1982 empecé a formar parte de una de estas minas. Se la conocía habitualmente como Mina Campomanes Hermanos. Puesto que la dirección de la empresa sabía que yo era geólogo, pronto se me encomendó la tarea de ser el ayudante del topógrafo. De este modo y dado que pasaba muchas horas en la sencilla oficina técnica de la mina, tuve ocasión de analizar numerosos planos de labores y también (aunque en este caso mucho mas escasos) planos geológicos. También fui aprendiendo poco a poco a ser en la práctica el topógrafo y de hecho antes de que se cumpliesen dos años de mi entrada en la mina, ya fui capaz de encargarme por mi mismo de la realización de las tareas topográficas de la explotación.
La topografía minera es una herramienta imprescindible para la correcta ejecución de las labores y también para la realización de estudios geológicos de la misma. Sin una base topográfica adecuada no se puede hacer geología. En la minería del carbón del Bierzo y, al menos por lo que yo vi, los geólogos no eran los profesionales a los que se consideraba mas imprescindibles, de hecho, la escasa geología que se hacía se encomendaba a los facultativos o a los ingenieros de minas. Yo en mi doble condición de geólogo y “topógrafo” y un poco en plan autodidacta traté de hacer cada vez más presente la geología en las minas donde trabajé, pues además de la citada hubo otras muchas en las que realicé labores de topografía y geología.
El papel de la geología
En explotaciones o en estudios a gran escala de una zona minera, se realizan sondeos y se llevan a cabo otras labores de investigación que en pequeñas empresas no se hacen. En las diversas y numerosas minas en las que yo trabajé en la comarca del Bierzo y en otras zonas más o menos próximas, la única herramienta con la que se contaba para hacer estudios geológicos eran los planos de labores.
La estructura del yacimiento
A partir de los planos de labores y en función de la calidad de la información contenida en los mismos, es posible realizar perfiles o cortes geológicos de la mina. (fig 3). El conocimiento de la estructura geológica de la misma, es esencial para su explotación. La planificación de las labores mineras a largo e incluso a medio plazo depende del conocimiento de la estructura geológica. Conozco algunos casos de graves perjuicios económicos derivados de una incorrecta planificación motivada por el desconocimiento de la estructura geológica. Por ejemplo, ignorar que la charnela de un anticlinal tiene una determinada inmersión y que en consecuencia los talleres de explotación van a ir acortándose de modo progresivo, supuso en una de las últimas minas donde trabajé un grave error,… que se podría haber evitado si se hubiese realizado en su momento un estudio de la estructura geológica que se refleja en los planos de labores. Cuando esta realidad se hizo patente, ya era demasiado tarde.
El conocimiento de la estructura geológica supone la identificación de las fallas. En la minería del carbón de interior las fallas eran una auténtica pesadilla. En los talleres de explotación la geometría de las fallas se veían muy bien, pero en general demasiado tarde para reorganizar la explotación. La potencia de las capas en general era inferior a un metro, con lo que un salto de una falla superior a esta distancia suponía la desaparición de la capa. A menudo no había indicador alguno que mostrase hacia donde se había desplazado el carbón, ni mucho menos aún la distancia o magnitud del salto. Las fallas importantes (fallas generales) que afectaban a un conjunto grande de capas estaban identificadas en mapas geológicos de la zona, que había realizado la Empresa Nacional ADARO; pero había otras fallas pequeñas, con saltos menores de un metro, que aparecían (y desaparecían) de improviso. Además las fallas de cierta importancia vistas en el interior de la mina tenían a veces una caja (zona milonitizada) de varias decenas de metros en la que era muy difícil identificar trazas de capas o carboneros (niveles de carbón de escasa potencia), conocidos. Los planos de las fallas y su orientación en el espacio no siempre se veían con nitidez, ni dentro, ni menos aún fuera de la mina. La magnitud de los saltos variaba a lo largo de la traza de la falla,…en definitiva que la tarea de buscar una capa perdida “por dar falla”, era a menudo una tarea muy ingrata para un geólogo. Sencillamente era ir poco menos que a ciegas. En las labores a cielo abierto no supone mucho esfuerzo abrir una zanja de varios metros; pero en el interior de la mina un avance de un solo metro en una galería ya era una labor que exigía un tiempo y un coste significativo. Puesto que por norma general no se hacían sondeos, ni en el exterior ni desde el interior la tarea de buscar las capas perdidas a menudo resultaba realmente desagradable.
La secuencia estratigráfica
El conocimiento de la secuencia estratigráfica también era imprescindible. La sucesión de capas de carbón, sus potencias, su aspecto general, las distancias que hay de unas a las otras, se mantienen uniformes (dentro de ciertos límites) en distancias mas o menos largas. Una tarea esencial en la minería del carbón consistía en realizar cortes estratigráficos de las labores realizadas en lo que se denominaba un transversal, es decir una galería realizada en dirección no coincidente con la de la estratificación. (fig.4). De este modo, cuanto mayor fuese el número de cortes estratigráficos mejor, ya que ello permitía detectar los cambios laterales de facies. Se daba a menudo la circunstancia de que dos capas de carbón totalmente distintas, a veces presentaban el mismo aspecto y por el contrario a veces, las características aparentes de una misma capa de carbón, cambiaban en distancias reducidas tanto que parecía otra. Fui testigo de un curioso caso en este aspecto. En cierta mina una misma capa se denominaba en la parte inferior del taller de explotación con un nombre y en la parte superior con otro y todo ello porque durante muchos años se consideró que eran dos capas diferentes. Fue un geólogo el que advirtió de que posiblemente era la misma capa en base a estudios estratigráficos, aunque en efecto el aspecto de esa capa era muy diferente en una parte y en otra de la mina. Con el paso de los meses y a medida que la labores avanzaron se comprobó, con disgusto lógicamente, que donde se pensaba que había dos capas, no había nada más que una. Como anécdota diré que tiempo antes, en el transcurso de una conversación sobre este asunto con un muy conocido empresario de la zona; este a pesar de las advertencias de los geólogos seguía diciendo que había dos capas porque eran tan distintas como lo son Claudia Schiffer y Naomi Campbell. Sin embargo,… Aclaro que el empresario, era técnico,…pero no geólogo.
En las minas que yo conocí (básicamente del Bierzo y entorno y también algunas de Palencia), la presencia de los geólogos era rara y por ello me tuve que dedicar sobre todo a la topografía, lo que no me parece en absoluto un contratiempo si no una ventaja. Cuanto más sepa uno mejor. Lógicamente yo aprovechaba mi labor como topógrafo para introducir la geología en la minería, como ya he señalado. Fueron por ejemplo muchos los cortes geológicos de las minas que hice así como levantamientos estratigráficos de transversales. (figura 4). Por otra parte al dibujar los planos de labores procuraba indicar en los mismos numerosos datos sobre geología y además de los correspondientes apuntes topográficos, también llevaba unos cuadernos con datos de geología.
El trabajo en la mina
Creo que es de sobra conocido que el trabajo en la mina es duro. Había ruido, polvo, humedad, calor, zonas por las que no era fácil moverse, mucha tensión a veces en el ambiente y en definitiva un trabajo muy alejado de lo que es estar cómodamente sentado en una oficina. No obstante el trabajo de topografía (y el de geología) requería mucho tiempo también en labores de gabinete. Los técnicos por lo general nos pasábamos muchas horas dentro de la mima y por ello el uso de funda, casco, lampara y botas de agua era lo que tocaba casi día tras día. (fig.5). A mí personalmente no me molestaba mucho. La jornada laboral se hacía más llevadera si había que entrar a la mina y además era la única forma de tener la seguridad de que los datos que se iban plasmando en los planos eran los correctos.
Con el paso de los años también llegaron a las minas de carbón los avances técnicos. En los años 80 los planos se hacían sobre papel milimetrado primero, luego en papel vegetal y después se hacían copias que había que colorear con lápices, como los que utilizan los alumnos de enseñanza elemental. (fig.6). Al final todo se hacía con ordenadores. El programa de A.Cad para dibujar era una herramienta esencial que presenta unas ventajas enormes con respecto a los planos hechos de modo tradicional(fig.7 y 8). Las hojas de cálculo (tipo Excel) también eran lógicamente muy utilizadas para la topografía. En cualquier caso las oficinas técnicas de la mina (situadas a menudo a escasos metros de la bocamina), no tenían un aspecto muy vistoso, el polvo del carbón se acababa colando por todas partes y eso de ver flores o muebles brillantes junto a los planos de labores no era lo habitual.
Estuve prácticamente siempre vinculado a la minería del carbón (aunque también hice otras labores geológicas) y volver la vista atrás resulta evidente que me dediqué mas a la topografía que a la geología, lo que como he dicho, no me supone un contratiempo si no más bien lo contrario, es una gran ventaja, pues nunca se sabe lo suficiente.
Las enseñanzas y conclusión
El trabajo en las minas de carbón no era como he dicho un trabajo “fino”, ni tampoco se utilizaban conocimientos o tecnologías punteras y quizá por ello algunos técnicos lo considerasen un trabajo poco agradable y que lo único que hacía era “embrutecer” a los técnicos. (fig.9). Yo no veo las cosas así. En el trabajo mas importante que el “postureo” es tener buenos conocimientos.
La topografía que tuve necesidad de estudiar y aprender me llevó a adquirir unos ciertos conocimientos de geodesia y astronomía y así sucedió que en una de las minas donde yo trabajé, había un pozo minero muy largo (742 metros) en el que dos veces al año los rayos solares se alineaban con su eje tan perfectamente que se iluminaba el fondo mismo del pozo. Se hallaba en la explotación conocida habitualmente como Mina MILE.(fig.6) Me puse a estudiar y explicar ese fenómeno (entonces eran los finales de los años 80) y a resultas de ello aprendí una serie de conocimientos que me han servido para por ejemplo diseñar, realizar todo el trabajo técnico y dirigir la construcción de los que yo denomino parques solares didácticos. (fig.10). Son estos básicamente unos parques o jardines (sus dimensiones pueden ser de lo mas variado), que son a la vez auténticos relojes y calendarios solares. Es muy importante señalar que éstos, señalan siempre hora oficial, es decir la que usamos en la vida cotidiana; lo que implica que en general a cada pueblo o ciudad corresponde un diseño específico. Yo les llamo didácticos porque su finalidad es enseñar de modo atractivo astronomía, matemáticas y geodesia. La belleza que no había en las minas de carbón y su entorno aquí se encuentra a raudales, pues pueden albergar centenares de flores.
Se da la circunstancia de que fue justamente en un libro de geología, donde aprendí unas nociones de trigonometría esférica, que me sirvieron para lograr el diseño de los parques solares didácticos. Aunque parezca extraño algunos de los conocimientos que se utilizan en geología tienen relación con campos en principio tan ajenos como la astronomía. Los diversos ámbitos del conocimiento humano están siempre intercomunicados y por ello en algunas ocasiones he hablado y escrito sobre la relación entre la geología, los relojes y calendarios solares y la astronomía en general. Es más en el año 1994 ya publiqué precisamente en “Tierra y Tecnología” (nº 7), un artículo en el que mostraba como la astronomía podría servir para aportar argumentos en favor de las ideas que propugna la Deriva Continental.
El caudal de conocimientos de la Humanidad es cada vez mayor y por ello a medida que discurre el tiempo, son más las especializaciones que en una rama concreta del saber están apareciendo; pero ello no supone en modo alguno que se extinga la conexión entre los diversos campos del conocimiento. Por tanto a modo de conclusión yo diría que cuanto mas se sepa mejor. No es buena práctica el desechar ciertas partes de los libros porque parecen inútiles y menos lo es aún el pensar que una vez obtenido el título hay que renunciar a seguir estudiando.