La geología en el nuevo Centro de Astrobiología

0
1655

Foto EDM33Autor: Enrique Díaz Martínez – Investigador | El pasado mes de enero de este año 2003 se inauguró oficialmente el Centro de Astrobiología (CAB). Se trata de un centro de investigación que depende administrativamente del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA, del Ministerio de Defensa) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC, del Ministerio de Ciencia y Tecnología), y que llevaba funcionando desde 1999 en instalaciones temporales dentro del campus del INTA, en Torrejón de Ardoz, junto a la conocida base aérea situada en las proximidades de Madrid.

De interés para el colectivo de geólogos es que el nuevo edificio sede del CAB alberga uno de los pocos laboratorios de geología planetaria que existen en España. Ciertamente, se trata de un centro de investigación privilegiado que ofrece una oportunidad excelente para el desarrollo de esta rama de la geología. Sin embargo, también es cierto que sufre algunos de los mismos problemas que tiene la ciencia en España, incluida la falta de financiación a medio y largo plazo, tanto de los proyectos como del personal. Esto se refleja, por ejemplo, en que más del 80% de la plantilla de personal técnico y científico que diariamente trabaja en el centro (43 de un total de 52 en la fecha de la inauguración) lo hace con una relación laboral de carácter temporal, bajo la forma de becas y contratos de diversa índole, y en que la duración de la mayoría de estas becas y contratos es de 1 a 3 años. Esta situación de inestabilidad laboral de la mayoría de los científicos y técnicos es un fiel reflejo de lo que ocurre en el resto de España, y se debe a la ya conocida escasa financiación de la investigación científica. España sigue estando en el furgón de cola de la Unión Europea en número de investigadores científicos por cada 1000 habitantes.

Uno de los aspectos más característicos y elogiables del CAB es la presencia de profesionales de diferentes especialidades, y la colaboración científica entre ellos. Dado el carácter claramente interdisciplinar de la astrobiología, esto es lo que cabría esperar, y es lo que se intenta: en el CAB se puede encontrar, trabajando en proyectos conjuntos, a biólogos, físicos, geólogos, químicos, e ingenieros de varias ramas (aeronáutica, agronomía, electrónica, industrial, informática, telecomunicaciones, etc.). Dado que el principal objetivo de la astrobiología es el estudio del origen, evolución y distribución de la vida en el universo, es evidente que el avance de la astrobiología depende en su mayor parte del estudio del registro geológico, tanto en la Tierra como en otros cuerpos del sistema solar y del universo (planetología, geología planetaria y astrogeología). En consecuencia, el CAB necesita geólogos para trabajar en el conocimiento básico y aplicado de la geología planetaria. En la actualidad trabajan cinco geólogos en el centro: David Fernández Remolar, paleontólogo especializado en micropaleontología, geomicrobiología y biogeoquímica, Enrique Díaz Martínez, estudiando el registro geológico de impactos meteoríticos, Jens Ormö, estudiando los cráteres de impacto como indicadores de las propiedades y paleoambientes de la superficie de los planetas, Jesús Martínez Frías, jefe del Laboratorio de Geología Planetaria y especializado en el estudio de meteoritos, impactos y metalogenia, y Olga Prieto Ballesteros, estudiando los procesos endógenos en satélites de hielo.

Para poder dar una idea sobre la presencia de geólogos en el Centro de Astrobiología, decidí realizar unas estadísticas. Dado que a lo largo de estos años han cambiado las proporciones relativas de las diferentes profesiones con el tiempo, había que fijar una fecha, y decidí hacerlo para el pasado mes de enero de 2003, en que se inauguró el centro. Según los datos recopilados, en aquel momento había 52 personas (20 técnicos y 32 científicos) adscritas al CAB con algún tipo de relación laboral y asistencia diaria (es decir, sin incluir los profesores de universidad o investigadores de otros centros que acuden al CAB esporádicamente). De entre estas 52 personas, solo 5 (15.6%) son geólogos, frente a 10 físicos (31.25%) y 9 biólogos (28.12%). La interpretación de estas proporciones depende del punto de vista que se tome. Aparte de la posibilidad de corporativismo, que no puede descartarse, otra posible razón es la escasez de personal especializado: son muy pocos (tan solo dos o tres) los centros universitarios españoles en los que se imparten cursos relacionados con la geología planetaria, ya sea en la licenciatura o en el doctorado. En España no existe ninguna universidad en la que se pueda obtener un título relacionado con las ciencias planetarias. No existe la tradición de esta línea de investigación, ni en las universidades ni en los centros de investigación. Y si la inversión en investigación, tanto básica como aplicada, no es un asunto precisamente loable en las empresas españolas que tocan la geología, el tema de las ciencias planetarias es algo que a muchas de ellas posiblemente les cause risa solo mencionarlo. Las personas que actualmente se dedican profesionalmente a la investigación en geología planetaria en España pueden contarse con los dedos de las manos. A este respecto, en la última década ha habido algunos intentos de establecer cursos de especialización en ciencias planetarias en varias universidades españolas (Madrid, Barcelona), pero el apoyo que reciben, tanto de la administración como de las propias instituciones, suele ser muy escaso. Además, existe cierto rechazo o falta de apoyo por parte de los colegas geólogos, posiblemente como resultado de ese desconocimiento sobre el tema (solo se valora lo que se conoce). Por poner un ejemplo que nos sirva de agravio comparativo, sólo el año 2000 y en ciencias planetarias (Earth and planetary sciences) se concedieron en las universidades de Estados Unidos 544 títulos de licenciado (bachelor), 157 de maestrías (master) y 83 de doctorado, mientras que para otras ciencias geológicas (Geological and related sciences) se concedieron 2802, 944 y 310 títulos, respectivamente (datos de http://nces.ed.gov/pubs2002/digest2001/tables/dt258.asp). Esto implica una relación de casi un planetólogo por cada cinco geólogos, mientras que no en España existe ninguna persona con formación académica y titulación en ciencias planetarias o geología planetaria. La mayor parte de los pocos especialistas que hay en España lo son de forma autodidacta, o se han formado en el extranjero, en ambos casos con enorme motivación y derroche de energía. Esta situación es crítica si consideramos la velocidad a la que avanza el conocimiento, y la demanda de geólogos con especialización en ciencias planetarias que se prevé para los próximos años. Por poner un ejemplo, los datos de la Mars Express empezarán a recibirse desde Marte a finales de este año 2003 o principios de 2004. Existe una clara escasez de centros de investigación en la Unión Europea para tratar la avalancha de datos que se recibirá de esta y otras misiones de la Agencia Espacial Europea y que necesitarán un tratamiento, análisis e interpretación por geólogos con conocimientos en ciencias planetarias. Parece que, igual que nos ocurre con la inversión en investigación científica, los españoles nos tendremos que situar una vez más a la cola de la Unión Europea en el tema de la geología planetaria. El Centro de Astrobiología es sólo un pequeño paso para tratar de evitarlo, pero van a hacer falta muchos más.