Y otra vez. Cada X tiempo, azota a la Península Ibérica la realidad de la sequía, causada o no por el cambio climático, pero el hecho es que supone una realidad.
Y cada vez que ocurre nos encontramos con la misma falta de previsión. Los gobiernos españoles, sean del color que sean, se comportan como esos alumnos que preparan el examen de toda la asignatura el último día… y generalmente ya sabemos lo que ocurre. Aquí a veces se pone a llover y a otra cosa mariposa, pero no es la solución.
Siguen las Confederaciones sin conocer los recursos hídricos subterráneos de los que disponen, ni plantean herramientas de uso conjunto aguas subterráneas-aguas superficiales; no se plantean instalar desaladoras en el interior peninsular, para explotar las aguas procedentes de acuíferos con abundantes recursos pero mala calidad química, no se plantea la revisión ni la mejora de las redes de distribución de aguas para riego o abastecimiento, con numerosas pérdidas…
Sin embargo siempre se persigue al ciudadano de a pie. Que si malgasta, que si deben reducirse las dotaciones por persona y día… el Ministerio de Medio Ambiente decía en diciembre de 2006 que la dotación por persona y día debía ser de unos 60 L/hab/día cuando se calcula en la actualidad con 200-250 L/hab/día. Con esa reducción drástica las cuentas del balance hídrico saldrían, ya que la demanda para abastecimiento urbano descendería 4 veces, aunque no sería cierta ni realista. En las ciudades medias y grandes, el ciudadano se pasa el día en el trabajo, así que poco gasto que atente contra el medio ambiente puede hacer. Esas campañas de concienciación ciudadana deberían dirgirse a otros sectores que más agua consumen, como es la agricultura. No recuerdo ningún anuncio en el que alguien regando a manta sustituya su equipo por uno de goteo, por poner un ejemplo. Y la congelación de la modificación de la Ley de Aguas muestra el poder que tiene la alargada mano de las comunidades de regantes.
Y en las elecciones ¿algún candidato se moja?