La gran movilidad y las numerosas interconexiones existentes en el mundo globalizado, hace que hechos acaecidos en cualquier parte del planeta tengan repercusiones en el resto del mundo. Un buen ejemplo de esta tendencia ha sido el efecto de la erupción del volcán Eyjafjallajökull, en Islandia, que ha provocado un penacho de cenizas de 6 kilómetros de altura, perturbando gravemente el funcionamiento del tráfico aéreo en gran parte de Europa, ya que la entrada de partículas en las turbinas puede llegar a bloquear el motor de las aeronaves. Situación que no ocurría antiguamente porque los aviones eran de hélice.

Todos los riesgos del mundo de hoy están fuertemente condicionados por tendencias y factores de inseguridad, como son el crecimiento demográfico o el propio fenómeno de la globalización. Pero las soluciones no son fáciles porque pueden afectar a espacios y a tecnologías vulnerables. El medio aéreo o los complejos sistemas que constituyen la base de importantes infraestructuras públicas son buenos ejemplos de este tipo de debilidades. De momento, la mejor receta de mitigación es la información, la alerta, la interrupción preventiva de servicios críticos y la educación. Estas acciones forman parte de lo que en inglés se denomina “resilience”, es decir, la construcción de sistemas que aumenten sus fortalezas, se adapten a la dificultad del medio y sean cada vez más resistentes a las vulnerabilidades e interdependencias del mundo actual.

La globalización constituye una consecuencia del progreso de la civilización pero muchas veces también genera desequilibrios que dificultan el proceso de gestión de los riesgos que nos afectan.

Al margen de esta reflexión, los geólogos no podemos por menos que asombrarnos ante las maravillosas imágenes de la erupción del volcán Eyjafjallajokull.

Más imágenes de la erupción del volcán Eyjafjallajokull