Coordinadores: Lario, J. y Bardají, T. | Año 2016 | Universidad Nacional de Educación a Distancia. Madrid, 313 p.
El análisis de los riesgos naturales ha experimentado cambios importantes en la última década, que ha situado a las ciencias relacionadas con el estudio físico de la Tierra como las más destacadas en la formación de profesionales dedicados a esta tarea. En las universidades, el diseño de los actuales planes de estudio, adaptados a la Declaración de Bolonia, ha permitido incluir en muchas de ellas asignaturas sobre riesgos naturales, bien específicas o bien incluidas en materias más amplias de carácter aplicado, dentro de titulaciones como Geología, Geografía, o ingenierías relacionadas con la obra pública, así como en estudios de máster especializados en esta temática. Esto ha permitido generar un corpus teórico más ajustado a las necesidades prácticas de las tareas que las normativas exigen para la elaboración de estudios de riesgos naturales en los documentos de planificación del territorio.
La aparición de un conjunto de leyes ambientales y territoriales que contemplan la obligación de elaborar análisis de riesgos naturales ha supuesto un antes y un después en los estudios académicos sobre riesgos naturales con finalidad aplicada
En efecto, la aparición de un conjunto de leyes ambientales y territoriales que contemplan la obligación de elaborar análisis de riesgos naturales ha supuesto un antes y un después en los estudios académicos sobre riesgos naturales con finalidad aplicada. De manera que el análisis del riesgo natural ha pasado de ser una cuestión de erudición académica a un requerimiento administrativo regulado legalmente. La ley del suelo de 2008 (texto refundido y actualizado de 2015) solucionó el vacío legal que había dejado la anterior de 1998 al no indicar la manera de acreditar el riesgo. Ahora ha quedado claro: hay que elaborar mapas de riesgo. Y estos mapas se fundamentan en análisis-diagnóstico sólidos del territorio objeto de posible transformación. Varias comunidades autónomas han ido adaptando sus normativas del suelo y ordenación territorial a esta filosofía territorial que en el fondo es un aspecto más de la sostenibilidad a la que obliga la Estrategia Territorial Europea. E, incluso, han aprobado planes de ordenación, generales o sectoriales, con análisis de riesgo y su correspondiente cartografía. Pero queda mucho por hacer. Hay que adaptar estas cartografía a escala de detalle para que sean útiles en los planes urbanísticos; hay que cartografiar todos los riesgos naturales en el territorio, porque en España se ha avanzado mucho en la representación del riesgo de inundaciones, pero menos en cuestiones sísmicas (micro-zonación), volcánicas, deslizamientos, aludes, temporales con efectos en líneas costeras, peligros de afección agraria (granizadas, heladas), sequías. Los conocimientos y la destreza cartográfica es fundamental para el profesional de los riesgos naturales.
El estudio de los riesgos en el territorio y su representación cartográfica es una de las labores que justifica, en la actualidad, la existencia de las disciplinas relacionadas con las ciencias de la Tierra. De ahí que su empeño requiera de buena formación y rigurosa profesionalidad. Y para ello es necesario un buen bagaje de conocimientos teóricos, cartográficos y normativos en una temática llamada a tener un protagonismo creciente en las sociedades modernas.
El libro que nos ocupa es una monografía llamada a convertirse en manual de texto, bien coordinada por los profesores Javier Lario y Teresa Bardají, que han sabido reunir a un grupo de profesores e investigadores de primer nivel, especialistas en las diferentes temáticas que aborda la monografía para elaborar un trabajo de gran consistencia. La Introducción a los Riesgos Geológicos, que ha editado la Universidad Nacional de Educación a Distancia, es un texto académicamente muy sólido y magníficamente ilustrado. A lo largo de sus 313 páginas se van desgranando, en una estructura bien planteada, las cuestiones de concepto y método para el estudio de los riesgos geológicos (tema 1; Lario y Bardají), la peligrosidad volcánica (tema 2; Pérez Torrado y Carracedo), la peligrosidad y el riesgo sísmico (tema 3; Silva y Rodríguez-Pascua), el riesgo por avenidas e inundaciones (tema 4; Díez-Herrero y García-Rodríguez), los movimientos de ladera (tema 5; Rodríguez, García-Meléndez y Menéndez), los riesgos costeros (tema 6; Bardají y Lario), los tsunamis (tema 7; Lario y Bardají), el riesgo en zonas kársticas (tema 8; Gutiérrez) y el riesgo por subsidencia del terreno (tema 9; Herrera y Tomás). Cada uno de estos capítulos, orientados al aprendizaje de los alumnos de titulaciones universitarias relacionadas con las ciencias de la Tierra, mantiene una estructura lógica que incluye la aclaración conceptual del peligro geológico analizado, los factores que los originan, los métodos de trabajo que se utilizan para su investigación y estudio, la evaluación del peligro o, en su caso, del riesgo y sus efectos en el territorio y las medidas de mitigación de la peligrosidad y del riesgo. Se ha añadido una relación de bibliografía completa y actualizada al final de cada uno de estos capítulos que permite al lector o al alumno completar o ampliar los aspectos tratados en cada apartado. El manual se cierra con un oportuno glosario que contiene los términos más habituales manejados en el estudio de los riesgos geológicos.
El libro, en sus diferentes apartados, da importancia a la cartografía como herramienta actual de acreditación del riesgo
El libro, en sus diferentes apartados, da importancia a la cartografía como herramienta actual de acreditación del riesgo. Este es uno de los aspectos que ha experimentado una evolución y mejora más acelerada en los últimos años, merced a la incorporación de los sistemas de información geográfica y técnicas de teledetección. Se indican, asimismo, las cartografías oficiales existentes en análisis de riesgo.
El libro tiene un enfoque generalista, como corresponde a una monografía, pero desciende al estudio de casos (nacionales, regionales y locales), que aportan una visión necesaria y de gran importancia en la investigación y la práctica territorial actual sobre los riesgos naturales. Y aunque se trata de una obra editada en nuestro país, tiene una visión global, con incorporación de citas y ejemplos de países y regiones del mundo que destacan por su afección o su tratamiento científico en los distintos peligros geológicos abordados. Asimismo, debe destacarse el acierto de incluir cuadros-síntesis y los esquemas conceptuales en los diferentes capítulos que contribuyen a aclarar conceptos, métodos, aspectos legales y de reducción del riesgo que se tratan en ellos.
Los coordinadores hacen mención en la presentación de la monografía al manual de Riesgos Naturales, editado por Ariel Ciencia a principios de este siglo como referencia básica para el conocimiento de esta temática. Se puede afirmar, sin embargo, que este libro ha superado en muchos aspectos los resultados alcanzados en aquel manual, en contenidos y en aspectos formales (gráficos, figuras) como resultado de la evolución en los estudios de riesgos naturales de los últimos tres lustros y de una edición cuidada que ha pensado, atinadamente, en la manera mejor de hacer entender procesos complejos por parte del estudiante, del lector.
El estudioso y el profesional que se interesan o trabajan en el análisis de los riesgos naturales adquieren un compromiso social y ético. Social porque estudian o abordan una cuestión territorial que origina daños a los territorios y a las personas, llegando incluso a causar víctimas; y ético, porque en su labor erudita o profesional disponen de una herramienta, a través del propio conocimiento de la peligrosidad natural y de la elaboración de buenos diagnósticos y cartografías de riesgo, orientados a evitar los efectos no deseados de los riesgos que pueden conducir a situaciones de catástrofe o desastre. Por ello, el buen conocimiento de la peligrosidad geológica y, en general natural existente en el medio físico, es fundamental para que la posible práctica profesional o investigadora futura en materia de riesgos naturales se desarrolle siempre bajo los principios de la calidad y el rigor.
Vivimos en sociedades generadoras de situaciones de riesgo; un riesgo consentido, constante y creciente
Vivimos en sociedades generadoras de situaciones de riesgo; un riesgo consentido, constante y creciente. La sociedad del riesgo cada vez va a soportar más riesgos; es algo intrínseco al desarrollo globalizado contemporáneo. En el análisis de los riesgos que existen en el espacio geográfico, no podemos permanecer impasibles antes las actuaciones territoriales que no tienen en cuenta el carácter, a veces, extremo del medio. Como universitarios, técnicos relacionados con las ciencias de la Tierra o como simples ciudadanos con preocupaciones sociales y ambientales estamos obligados a transmitir a la sociedad información veraz de lo que ocurre en el territorio. Y para ello es necesario un buen conocimiento de estos aspectos menos amables del funcionamiento del medio natural. Sólo así es posible garantizar la seguridad de las personas, como derecho intrínseco a las sociedades democráticas. Trabajos como el que han coordinado los profesores Lario y Bardají son un ejemplo de rigor académico, de compromiso científico y de plasmación de la utilidad social del estudio de los riesgos geológicos a través de la herramienta más eficaz: la educación.
Jorge Olcina Cantos. Catedrático de Geografía. Universidad de Alicante