Este 24 de mayo de 2017 nos dejó Antonio Acha Aracama, geólogo que ha dejado una profunda huella en muchos de nosotros.
Nace en Vitoria (Álava) un 19 de octubre de 1929. Realiza los estudios universitarios en Madrid, donde acaba haciendo la tesis doctoral con el maestro José Luis Amorós en el Departamento de Cristalografía y Mineralogía de la Universidad Complutense de Madrid. A partir del curso 1969-70 Antonio Acha se hace cargo de la asignatura “Estudio y valoración de yacimientos”. Posteriormente, accede a la entonces Junta de Energía Nuclear, descubriendo yacimientos de uranio en la zona de Extremadura (Encinasola y Cabrabaja).
En los años 70 participó activamente en la creación del Colegio de Geólogos, siendo el primer colegiado que se inscribió como tal
Durante esos años 70 participó activamente en la creación del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos, siendo el primer colegiado que se inscribió como tal (número 1), aportando su energía como un gran activista defensor de la profesión de geólogo. También fue fundador de la Asociación de Geólogos Españoles (AGE).
Realizando tareas de investigador en la Junta de Energía Nuclear se crea el grupo de seguridad nuclear y protección radiológica, esbozo de lo que luego pasó a ser el Consejo de Seguridad Nuclear. Viajó a Estados Unidos donde adquirió experiencia en la evaluación y licenciamiento de instalaciones nucleares a través de la entonces Comisión de Energía Atómica de los EE.UU. Fue nombrado Jefe de la Sección de Emplazamiento de Centrales Nucleares, participando en las primeras autorizaciones que se concedieron para la construcción de centrales nucleares españolas, como fueron José Cabrera, Santa María de Garoña, y otras que no llegaron a estar operativas como Cabo Cope, Regodola, Sayago, Valdecaballeros o Lemóniz. Siempre buscó aplicar el conocimiento geológico para analizar los posibles riesgos, con la regulación norteamericana como referencia fundamental.
Ya en los años 80, en su etapa del Consejo de Seguridad Nuclear, fue nombrado Subdirector de Emplazamientos y Programas de Cooperación, defendiendo siempre la necesidad de los criterios geológicos como parte fundamental de la seguridad nuclear, y creando un equipo de expertos sobre ciencias de La Tierra en este organismo regulador.
Muchos le recordamos porque era entusiasta de lo que hacía y estuvo siempre comprometido con las instituciones públicas. Además, fue un gran defensor del rigor, la excelencia y las buenas prácticas profesionales, respetuoso con las discrepancias, y sobre todo una gran persona.
Descanse en paz.