Tierra y Tecnología nº 50 | Autores: Luis Muñoz Aragón, Instituto de Geociencias, (IGEO. CSIC-UCM), Madrid. Dr. Valentín García Baonza, Instituto de Geociencias (IGEO, CSIC-UCM) y Dpto. Química Física I (UCM). Dr. Jesús Martínez Frías, Instituto de Geociencias (CSIC-UCM), Madrid.

La geodiversidad puede definirse como la variedad de la naturaleza abiótica sobre la que se asienta la vida, la variedad de los elementos y características geológicas (rocas, minerales, fósiles, …), geomorfológicas (relieves) y edáficas incluyendo sus relaciones, agrupaciones, patrones, propiedades, interpretaciones, además de los procesos por los que son generados y los ambientes en la que tienen lugar (Nieto, 2001; Serrano y Ruiz-Flaño, 2007; Carcavilla et al., 2008). Algunos autores incluyen dentro de la geodiversidad los cambios producidos por la influencia antrópica (Serrano y Ruiz-Flaño, 2007).

Figura 1. Localización de las zonas estudiadas como análogos terrestres a nivel nacional. Imagen original: IGME. a: Bujaraloz-Los Monegros, b: Campos de Calatrava, c: Río Tinto, d:El Jaroso, e: Golfo de Cádiz, f: Islas Canarias (1- El Hiero, 1-Tenerife, 3-Lanzarote).

El término geodiversidad empezó a usarse en la década de los años 90 por geólogos y geomorfólogos debido a que, al tratar la conservación de la naturaleza, la tendencia general ha sido prestar más atención a la biodiversidad y conservación de la flora y fauna (Gray, 2004); dejando de lado la parte abiótica de la naturaleza.

Siempre se ha pensado en el mundo biológico como frágil, vulnerable y necesitado de conservación, mientras que el mundo abiótico parece estático, estable y más difícilmente amenazable. La geoconservación, por su parte, no trata de proteger los elementos estáticos de la geodiversidad y mantenerlos inmutables, sino permitir que los procesos dinámicos continúen operando como han venido haciendo de forma natural durante la historia de la Tierra.

Con el propósito de poder evaluar y valorar el concepto de geodiversidad en una zona y que sea comparable entre distintas regiones, Serrano y Ruiz-Flaño (2007) proponen un índice de geodiversidad cuantificable que relaciona el número de elementos y características geológicas de una zona (Eg) con su geomorfología (R) y extensión (S).

El territorio español muestra una geodiversidad reconocida internacionalmente e incluye numerosas zonas (Benito-Calvo et al., 2009). Esto es debido a la gran variedad de procesos y materiales involucrados en su formación y evolución durante toda su historia geológica. Nuestro territorio cuenta con un índice de geodiversidad considerado alto, el cual se refleja en el amplio número de zonas geológicamente diversas que componen la relativamente pequeña superficie de la Península Ibérica y demás territorios nacionales.

Ninguna zona de la Tierra es exactamente como Marte o cualquier otro planeta o luna de nuestro Sistema Solar

Análogos

“Ninguna zona de la Tierra es exactamente como Marte o cualquier otro planeta o luna de nuestro Sistema Solar. Sin embargo, existen determinadas zonas de la Tierra que presentan características singulares y únicas, por su climatología, geomorfología, mineralogía, geoquímica, etc., que permiten utilizarlas como modelos para otros planetas” (Martínez-Frías, 2015). Estas zonas son los denominados “análogos terrestres”, que pueden clasificarse en distintos tipos en función del tipo de estudio realizado en la zona, o la finalidad del mismo. Las principales zonas estudiadas como análogos de Marte en España son (figura 1; c, d y f): Río Tinto, el sistema hidrotermal de Jaroso-Sorbas-Cabo de Gata y las Islas Canarias (Tenerife y Lanzarote); habiendo otras (figura 1; a, b y e) por el momento menos estudiadas desde esta perspectiva, como el Golfo de Cádiz, el área volcánica de Calatrava o la zona endorreica evaporítica de Bujaraloz-los Monegros. De momento estas son las únicas zonas definidas y estudiadas específicamente como análogos para la exploración e investigación de Marte, pero debido al alto índice de geodiversidad de la Península Ibérica, es más que factible que en el futuro se describan nuevas zonas que puedan servir a este propósito o las ya existentes sean ampliadas con nuevos tipos de analogías o usos para la investigación y exploración planetaria.

Los estudios realizados en estas zonas han sido llevados a cabo a través de la utilización de distintas técnicas instrumentales de análisis geoquímico e identificación mineral.

Tabla 1. Relación entre zonas de estudio y técnicas instrumentales habitualmente usadas; los paréntesis (n) hacen alusión a las referencias correspondientes a cada técnica y análogo.

Río Tinto

El río Tinto nace en la sierra de Padre Caro en la provincia de Huelva, al suroeste de la Península Ibérica. Discurre en sentido NE-SW hasta desembocar en el golfo de Cádiz. En las inmediaciones de la cabecera del río se ha desarrollado minería metálica ininterrumpidamente durante varios siglos.

La cuenca minera de Riotinto se sitúa dentro del núcleo de la denominada Faja Pirítica Ibérica; zona compuesta por materiales sedimentarios de periodo Devónico medio a Carbonífero superior, entre los que se intercala una serie volcano-sedimentaria compuesta por rocas volcánicas ácidas y básicas (Navarro y Copeiro del Villar, 1982). Los yacimientos de sulfuros masivos de tipo volcánico-sedimentario se producen en las etapas terminales de los episodios volcánicos con la emanación de vapores sulfurosos (Moreno y González, 2004).

Figura 2. Aguas rojas acidificadas del río Tinto. (Foto: Jesús Martínez-Frías)

Las aguas ácidas ricas en hierro de color rojizo (por las que el río Tinto obtiene su nombre) se originan por la oxidación de sulfuros y minerales ricos en hierro a causa de la actividad microbiana del suelo y subsuelo (Sánchez-Andrea et al., 2011). Estas bacterias utilizan los cuerpos mineralizados como fuente de energía, liberando sulfatos, óxidos y ácido sulfúrico entre otros productos metabólicos. Dichos productos pueden precipitar a lo largo del río por cambios en las condiciones físico-químicas del agua tales como cambios en el pH, mezcla de aguas de afluentes o a causa de la actividad microbiana.

Las similitudes geoquímicas del río Tinto con el planeta rojo se hacen visible en los sedimentos formados en los lechos fluviales de río; en concreto en las asociaciones minerales de sulfatos (jarosita) u óxidos de hierro (hematites y goetita) observados a su vez en la marciana Meridiani Planum (Fernández-Remolar et al., 2005), donde han sido halladas en sedimentos acumulados por procesos eólicos y acuosos. Estas asociaciones minerales quedarían como producto de alteración en medio acuoso de rocas volcánicas ricas en sulfuros, dejando como resultado un ambiente acidificado rico en estos minerales. También se ha de destacar el estudio de las asociaciones minerales de filosilicatos identificados tanto en el cauce del río Tinto como en el Cráter Gusev en Marte; dado que son una excelente fuente de información sobre las condiciones físico-químicas de su ambiente de formación, quedando como testigos de la existencia de una hidrosfera activa en edades tempranas del planeta.

Uno de los objetivos de la Astrobiología es la búsqueda de vida microbiana en ambientes extremos del Sistema Solar

Uno de los objetivos de la Astrobiología es la búsqueda de vida microbiana en ambientes extremos del Sistema Solar, para ello se estudian organismos terrestres capaces de sobrevivir en esta clase de ambientes. La geoquímica compartida con Marte, junto con el carácter ácido de sus aguas (pH: 2-3) y su alto contenido en metales, hace del río Tinto el hogar ideal de bacterias quimiosintéticas similares a las que pudieran habitar en la subsuperficie marciana. Estas bacterias (Acidithiobacillus Ferrooxidans) viven en el subsuelo, en zonas de interacción entre cuerpos mineralizados de sulfuros y aguas subterráneas, utilizando la energía desprendida de las reacciones redox de alteración de sulfuros de hierro para realizar sus procesos metabólicos, dejando como residuos minerales de hierro como la jarosita, goethita y hematites (Amils et al., 2014). La identificación de estos minerales con morfologías indiscutiblemente asociadas a mecanismos biológicos constituirían un ejemplo de biogeomarcador, lo que demostraría la existencia, presente o pasada, de organismos vivos en la subsuperficie marciana.

La cuenca minera de Riotinto, debido a las características antes mencionadas, junto a la topografía y aridez que presenta, se ha usado como zona de pruebas de cara a futuras misiones de exploración planetaria. Las pruebas experimentales de prototipos han consistido en técnicas y metodologías que sean reproducibles en condiciones marcianas. Cabe destacar los ensayos realizados de prototipos de los vehículos (rovers) de la NASA y de la ESA (Agencia Espacial Europea), así como de los equipos de técnicas instrumentales que irían montados sobre ellos. Un ejemplo de ello es en experimento del proyecto M.A.R.T.E. (Mars Astrobiology Research and Technology Experiment), realizado por la NASA y el Centro de Astrobiología (CAB) entre los años 2003 y 2006, donde se simuló una misión de sondeo sobre terreno marciano en busca de vida subsuperficial (Stroker et al., 2003, 2004, 2008; Prieto-Ballesteros et al., 2008; Orgel et al., 2014). Entre los años 2011 y 2015 se volvió a perforar durante el proyecto IPBSL (Iberian Pyrite Belt Subsurface Life Detection) (Amils et al., 2014), llevado a cabo por el Centro de Astrobiología (CAB), el Instituto Nacional de Técnica aeroespacial (INTA) y la Universidad Técnica de Braunschweig; El propósito de este proyecto fue el de conseguir pruebas de la existencia de actividad microbial subsuperfical y de los recursos potenciales que sustentan dicha actividad.

Sistema hidrotermal-evaporítico de Jaroso-Sorbas-Cabo de Gata

La zona de Jaroso-Sorbas-Cabo de Gata se localiza en la provincia de Almería, en el sureste de la Península Ibérica; geológicamente situada en el extremo oriental de la Cordillera Bética, englobada en el Orógeno Alpino Perimedriterraneo. En esta zona se encuentran yacimientos de sulfatos y óxidos e hidróxidos de hierro formados por la alteración supergénica de depósitos hidrotermales de baja sulfuración preexistentes, generados por hidrotermalismo a causa del vulcanismo postorogénico que sufrió la zona en el Mioceno superior (Kampschuur y García Monzón, 1975; Flores et al., 1997; Mendoza et al., 2006).

Figura 3. Detalle de depósitos de jarosita. (Foto: Jesús Martínez-Frías)

Uno de estos minerales de origen hidrotermal es la jarosita (KFe3(SO)2(OH)6), descrita en el Barranco del Jaroso y uno de los minerales más abundantes detectado con rayos X y espectroscopía Mössbauer por el rover Opportunity en la superficie marciana (Rull et al., 2004), aunque ya se sospechaba de la existencia de sulfatos tras la identificación de azufre por parte de las sondas Viking en 1976 (Martínez-Frías et al., 2004). El origen hidrotermal de la jarosita podría encontrarse en la interacción de emanaciones volcánicas y fumarolas con el hielo superficial y subsuperficial del suelo marciano (Martínez-Frías et al., 2007). La jarosita posee la capacidad de absorber la radiación ultravioleta (UV); una característica muy interesante desde el punto de vista de la astrobiología; dado que el principal problema para la existencia de vida en Marte es la alta radiación UV que azota su superficie debido a la ausencia de una atmósfera suficientemente densa por la desaparición del campo magnético que protegía a la misma de los vientos solares. Se ha estimado que una fina pátina de 500μm de jarosita bastaría para servir de escudo contra la radiación UV a posibles microorganismos de la subsuperficie marciana (Martínez-Frías et al., 2006; Amaral et al., 2007).

La importancia del sistema hidrotermal-evaporítico de Jaroso-Sorbas-Cabo de Gata radica en “la peculiar coalescencia espacio-temporal de procesos volcánicos, tectónicos, episodios de mineralización hidrotermal y eventos de intensa evaporación” (Martínez-Frías et al., 2004), por lo que fue propuesto como modelo de ambiente en edades tempranas de Marte donde se pudiera darse condiciones para la vida (Martínez-Frías et al., 2001 a y b). Por tanto, esta emblemática zona, ya era estudiada como análogo de Marte incluso antes de que Opportunity identificase jarosita en suelo marciano, descubrimiento que incrementó la relevancia de este ya ejemplar análogo.

Islas Canarias

El archipiélago canario se encuentra en el océano Atlántico en las proximidades del margen continental africano, sobre la corteza oceánica. El origen volcánico de las islas ha sido explicado por Anguita y Hernán (2000) mediante un modelo que unifica las teorías de la pluma mantélica y la tectónica orogénica. Según este modelo, bajo el archipiélago canario y el Atlas africano se encontraría una anomalía térmica generada por el residuo de una antigua pluma mantélica desenraizada del manto inferior. Los episodios volcánicos estarían directamente relacionados con la alternancia de momentos compresivos y de relajamiento del Atlas (Ancochea et al., 2004).

Figura 4. Materiales volcánicos en la isla de Tenerife. (Foto: Jesús Martínez-Frías)

Las islas estudiadas como análogos planetarios son principalmente las de Tenerife y Lanzarote. La similitud del archipiélago con Marte radica en el carácter y origen volcánico de las islas. Tenerife destaca en este aspecto por la similitud morfogenética de sus edificios volcánicos con sus análogos marcianos; un claro ejemplo es el Monte Teide, que posee una aureola en el borde de sus laderas similar a la observada en el Monte Olimpo (de Blasio, 2012). Dicha aureola sería el resultado de la interacción de coladas de lava con la hidrosfera al final de su recorrido por la ladera del volcán. El Macizo de Anaga en el noreste de Tenerife es la primera zona de la isla que empezó a estudiarse desde una perspectiva planetaria, donde la paragénesis mineral estudiada es similar a la observada en zonas volcánicas basálticas marcianas; en Anaga se han descrito procesos de alteración hidrotermal con posible origen en la interacción entre agua marina con las facies subvolcánicas y submarina (Rodríguez-Losada et al., 2000; Ayllón-Quevedo et al., 2005; Lalla, 2014; Navarro el al., 2016). Dentro de la mineralogía descrita en Anaga cabe destacar la importancia de las zeolítas, un tectosilicato poroso con una interesante función como marcador del ambiente de formación hidrotermal (Lalla et al., 2015). Es interesante también la alteración hidrotermal de Los Azulejos, yacimiento llamativo por su colorido localizado en las Cañadas del Teide en Tenerife, donde la alteración se produjo por la circulación de fluidos (liquido y gas) por fracturas y porosidad del terreno, generando mineralizaciones ricas en metales (Cu. Fe) responsables de la colorqación verde-rojiza (Lalla, 2014; Lalla et al., 2016). Otra formación volcánica en común con el planeta rojo son los tubos de lava; se han estudiado los tubos de Cuevas Negras y Sima Vicky en el parque nacional de El Teide en Tenerife (Morse et al., 2011) y los localizados en el volcán La Corona de Lanzarote (Wilkens et al., 2009) desde una perspectiva astrobiológica, como posible refugio para la vida debido a que el interior de estas cuevas es un entorno protegido de la radiación UV, además de la posibilidad de albergar agua y poseer una baja amplitud térmica entre el día y la noche. En el interior de los tubos de lava se han encontrado depósitos de minerales evaporíticos como la termonitrita (Na2CO3∙H2O) que se presenta en forma de eflorescencias blancas en las paredes, con un posible origen bacteriano. Dentro del estudio astrobiológico es reseñable la existencia del Charco de los Clicos (figura 5), una laguna de color verde con un importante contenido de compuestos de origen volcánico y carácter hipersalino; esta laguna es el hábitat de organismos extremófilos cuyo estudio es interesante para la búsqueda de vida extraterrestre. Fuera del ámbito volcánico, resulta interesante la similitud morfológica observable entre las formaciones marcianas de origen eólico de grano fino (duststones) y los depósitos formados por la acumulación de calima (limo de origen africano) localizados en la isla de Lanzarote. Los duststones marcianos se originaron por procesos similares a los encontrados hoy día en los desiertos terrestres, con la salvedad de que, debido a la baja densidad atmosférica de Marte, solo pueden ser transportadas partículas de grano muy fino como limos y arcillas (Bridges y Muhs, 2012).

Figura 5. Laguna de los Clicos (Lanzarote). (Foto: Jesús Martínez-Frías)

Estas dos islas han servido como campo de prácticas de la exploración planetaria, desde la prueba de sistemas de locomoción de rovers en Tenerife (Waugh et al., 2007), por la composición y topografía del terreno, símil de la superficie marciana, hasta las prácticas de campo en Lanzarote del Proyecto Pangea (European Space Agency, 2016), donde astronautas de la ESA han recibido formación en el ámbito de la geología y las ciencias planetarias, desarrollando habilidades de identificación de rasgos geológicos, realización de muestreos eficientes e informar de forma concisa y correcta al equipo científico, así como reconocer y describir ambientes que pudieran albergar vida.

La isla de El Hierro ha sido la última adhesión a la lista de análogos planetarios; cuando en 2011, durante la última erupción volcánica aparecieron flotando en la costa de la isla piroclastos con aspecto de pumita, conocidos como restingolitas por la localidad en la que se encontraron. Estas restingolitas están constituidas por un núcleo de vidrio muy poroso de color claro envuelto por una costra de vidrio oscuro. Se formaron en el fondo marino por la interacción del magma extruido con las capas volcanosedimentarias y ascendieron por flotación hasta la superficie. En la corteza de las restingolitas se ha hallado presencia de fósiles de organismos procedentes de fumarolas hidrotermales del fondo marino; este hecho supone un ejemplo de un posible método de colonización del medio terrestre por microorganismos acuáticos(Martínez-Frás et al., 2012; Perez-Torrado et al., 2012; Rodríguez-Losada et al., 2015).

Otros análogos

Golfo de Cádiz

El Golfo de Cádiz se encuentra en el Océano Atlántico, en la desembocadura de la cuenca del río Guadalquivir; al suroeste de la Península Ibérica. En esta zona existen importantes emisiones frías de metano y otros hidrocarburos que dan lugar a la formación de estructuras de fondo marino tales como volcanes de fango, diapiros, pockmarks o chimeneas de carbonatos (Merinero et al., 2009). El gas emitido se encuentra atrapado en forma de clatratos (o hidratos de gas) dentro de una capa olistostrómica (depósito sedimentario de talud con estructura caótica generado por gravedad a partir de flujos semifluidos) formada por acumulación de evaporitas, margas y calizas; desde donde el gas migraría hasta la superficie por la desestabilización termodinámica de dichos clatratos (Díaz del Río et al., 2009).

El interés planetario y astrobiológico de las chimeneas de carbonatos radica en su capacidad de albergar vida extremófila que obtenga su energía del metano (Merinero et al., 2010), gas que fue detectado en Marte en 2004 por el PFS (Planetary Fourier Spectrometer) de la misión Mars Express de la ESA ; la presencia de metano en la atmósfera marciana indica la posible existencia, presente o pasada, de procesos biológicos, atmosféricos o internos del planeta por los que se hubiera generado (Formisano et al., 2004).

Estas chimeneas se originan por la precipitación en ambiente anaeróbico de carbonatos, producto de los procesos de oxidación del metano y reducción de los sulfatos disueltos en el agua. Junto a los carbonatos se forman piritas framboidales, resultado también de las reacciones redox (Merinero et al., 2012). El estudio de estos ambientes adquiere un interés astrobiológico, dado que las características texturales encontradas en las chimeneas de carbonatos y en las piritas framboidales indican que la precipitación se produjo debido a la actividad metabólica de organismos quimiosintéticos (Gonzalez et al., 2006; Merinero et al., 2012). Este proceso tiene lugar gracias a una simbiosis entre microorganismos oxidantes de metano y microorganismos sulfatoreductores, favoreciéndose simultáneamente ambas reacciones.“Las chimeneas de carbonatos y los minerales de hierro (sulfuros y oxihidróxidos) con morfologías framboidales y euhedrales pueden considerarse como geomarcadores de la actividad biológica debido a la necesidad de la acción de determinados microorganismos para su formación, en concreto para la oxidación anaeróbica del metano y la reducción de sulfatos.” (Merinero, 2008)

Área volcánica de Calatrava

La zona volcánica de Campos de Calatrava se localiza al sureste de la zona central de la Península Ibérica, en el borde de la Cuenca Machega, entre los Montes de Toledo y Sierra Morena. El vulcanismo se inicia en el Mioceno Superior hace 8´7 m.a. durante una primera fase de carácter ultrapotásico que dura hasta los 6,4 m.a. La etapa posterior y más importante se da entre los 3.7 y 0.7m.a., siendo de composición alcalina y ultra-alcalina. El origen del vulcanismo se encuentra en el empuje hacia el Norte de la Cordillera Bética durante la Orogénia Alpina, creando una zona de debilidad cortical en la zona de antepaís, facilitando así el ascenso de magmas que elevan y fracturan la corteza. Durante la etapa postorogénica se produce un relajamiento de los esfuerzos, permitiendo la salida a superficie del magma por estas nuevas fracturas(Ancochea, 1999; González-Jiménez et al., 2014; Sarrionandia et al., 2014).

Figura 6. Parte de la instrumentación de monitorización ambiental usada en Calatrava. (Foto: Jesús Martínez-Frías)

El vulcanismo de carácter basáltico de Calatrava originó edificios monogenéticos y policíclicos, como los descritos sobre la superficie marciana, a través de erupciones estrombolianas efusivas e hidromagmáticas explosivas por la interacción del magma con el agua; estas últimas dieron lugar a cráteres de explosión y conos sin raíz (González Cárdenas, 1996; Rull et al., 2011; Carracedo et al., 2014). Debido a estas características, la zona de Campos de Calatrava fue escogida para la realización de pruebas de la estación meteorológica REMS (Rover Enviromental Monitoring Station) integrada en el rover Curiosity para la misión Mars Science Laboratory (Martín Torres et al., 2016). Las pruebas consistieron en el estudio de la variación térmica del suelo por medio del análisis de la radiación infrarroja (IR) emitida, registrada por el GTS (Ground Temperature Sensor), y comprobando los datos con un espectroscopio IR portátil (Formisano et al., 2004; Cab.inta-csic.es., 2016b).

Bujaraloz – los Monegros

La zona endorreica de Bujaraloz se localiza en la zona Noreste de la Península Ibérica, en el sector central de la cuenca del Ebro, está compuesta por depósitos lacustres de yeso y caliza pertenecientes a facies marginales de lagos evaporíticos y carbonatados. Es la última fase de evolución de la cuenca de antepaís surpirenaica establecida entre el oligoceno superior y mioceno inferior(Auqué et al., 1995; Salvany et al., 1996; Arenas et al., 1999; Lopez et al., 1999).

Bujaraloz en una zona de alta salinidad y extrema aridez. Gracias a los grandes contrastes térmicos que se dan en las salinas, se han realizado análisis in-situ de espectroscopia IR con monitorización continua para el estudio de la variación térmica del suelo por medio de la radiación IR registrada en el GTS que forma parte de la instrumentación del REMS (Formisano et al., 2004; Cab.inta-csic.es. 2016a).

Consideraciones finales

El estudio de análogos es un campo importante de las ciencias planetarias, permite la realización in-situ de trabajos en terrenos con características similares a los encontrados en otros cuerpos planetarios. La información extrapolada de estos estudios da soporte científico a las misiones de exploración planetaria, proporcionando estas a su vez nuevas características a estudiar en los análogos, retroalimentándose así estos dos pilares de estudio del Sistema Solar.

La información extrapolada de estos estudios da soporte científico a las misiones de exploración planetaria

A día de hoy se está produciendo una transformación del término “análogo”; pasando de referirse a la zona geográfica estudiada a centrarse en los procesos o conjunto de procesos extrapolables a ambientes extraterrestres estudiados en dichas zonas. Existiendo así zonas análogas en las que se encuentre un solapamiento de diversos procesos (geológicos, biológicos, ambientales…), así como un proceso o conjunto de procesos análogos descrito en varias localidades.

Las distintas zonas mencionadas en este trabajo se encuentran descompensadas en cuanto a la cantidad de información obtenida de ellos, esto se debe sobre todo al mayor tiempo que llevan estando definidos los principales análogos. Gracias a la amplia geodiversidad de España y a los avances y descubrimientos de la exploración espacial, la lista de análogos planetarios irá ampliándose por adhesión de nuevas zonas o por ampliación del tipo de analogías y de los estudios realizados en las ya definidas.

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