En el año 2011 tuvieron lugar en España el terremoto de Lorca y la erupción volcánica submarina en El Hierro, que causaron pérdidas de 1.200 millones de euros el primero y 20 millones de euros el segundo. En la última década, como consecuencia de problemas geológicos no previstos, se arruinaron los dos proyectos de ingeniería posiblemente más emblemáticos: los túneles ferroviarios de Pajares (2009) y el almacenamiento de gas Castor (2013), el primero por interpretación errónea de las condiciones hidrogeológicas y el segundo por no considerar la sismicidad inducida; las pérdidas o sobrecostes hasta la fecha son de 2.500 y de 1.750 millones de euros respectivamente, además de posibles consecuencias medioambientales en el caso de los túneles. A estas pérdidas hay que añadir las provocadas por inestabilidades en taludes y laderas por desprendimientos y deslizamientos, que superan los 60 millones de euros a lo largo de los últimos 10 años, con lo que la suma total alcanzaría, al menos, los 5.530 millones de euros. Siendo estas cifras de por sí alarmantes, resulta aún más preocupante el hecho de que la mayoría de ellas se podrían haber evitado.
Los condicionantes geológicos han sido, en todos los casos citados, el origen de los problemas. En el caso del terremoto de Lorca los daños producidos en las edificaciones pudieron haberse evitado en gran parte si se hubiesen aplicado normativas sismorresistentes de construcción más adecuadas a las condiciones de los suelos, junto con criterios de zonificación sísmica-urbana, cuestiones ya conocidas de antemano; las pérdidas económicas producidas como consecuencia de la erupción volcánica de El Hierro podrían haberse reducido en gran parte de haberse dispuesto de una vigilancia volcánica mejor dotada, entonces muy precaria, que hubiese permitido una gestión del riesgo más acertada y sin consecuencias apreciables para la economía de la isla. En el caso de los túneles de Pajares el principal problema fue la interpretación errónea de las condiciones hidrogeológicas del macizo en relación a las obras, lo que ya se había advertido en estudios geológicos previos realizados en los años 80 sobre el trazado del túnel; y en el caso del almacenamiento de gas Castor fue la imprevisión tanto en el proyecto como en la fase de inyección, que no tuvieron en cuenta la posibilidad de que se produjera sismicidad inducida, cuestión conocida y estudiada en este tipo de almacenamientos. Las enormes pérdidas económicas y posibles consecuencias ambientales en los casos citados podrían haberse evitado en su gran mayoría, ya que en ninguno de ellos se dieron situaciones imprevisibles, sino todo lo contrario.
Estas experiencias recientes evidencian que la Geología tiene un peso importante en el desarrollo de las infraestructuras, en la economía y en el medio ambiente, y que el conocimiento geológico es fundamental para evitar que no se repitan situaciones como las que se han producido en los últimos años en España. Es imprescindible mejorar la investigación geológica dotando de medios adecuados tanto en el caso de los proyectos de infraestructuras como en los de investigación geológica. Resulta paradójico que las ayudas anuales a proyectos de I+D+i dedicados a Geología han sido inferiores a los 15 millones de euros en el mejor de los años (2010) , mientras que los costes derivados de problemas geológicos han supuesto pérdidas de más de 500 millones de euros anuales en los últimos 10 años.
Pero además la Geología contribuye de forma muy positiva a la optimización económica de las infraestructuras y a la reducción de costes, como demuestra el caso del túnel ferroviario bajo el Templo de la Sagrada Familia en Barcelona, que fue parado en plena construcción ante las denuncias que preconizaban un alto riesgo de colapso del templo. Sin embargo, informes geológico-geotécnicos confirmaron la viabilidad del túnel y la seguridad del Templo, lo que fue decisivo para que la Audiencia Nacional (2011) autorizara la continuación de las obras; posteriormente la Comisión Internacional de Expertos de la UNESCO avaló estas conclusiones. El túnel fue inaugurado en 2013 sin incidentes hasta la actualidad. Otro caso emblemático fue la denuncia por inseguridad a la presa de Itoiz en Navarra, por inestabilidad de laderas y terremotos inducidos. Informes geológico-geotécnicos redactados por comisiones de expertos de los Colegios de Geólogos y de Ingenieros de Caminos confirmaron la seguridad de la presa, lo que permitió continuar con su explotación sin ninguna incidencia.
La contribución de las geociencias a la economía, desarrollo y seguridad de las infraestructuras, y a la prevención y mitigación de riesgos naturales y medioambientales, es incuestionable y debe ser tenida en cuenta por las administraciones públicas. El alto impacto económico que arrojan pérdidas superiores a los 5.000 millones de euros en los últimos años, que podrían haberse evitado en su mayoría, debe ser un aldabonazo para que las inversiones en I+D+i estén en consonancia con lo que se arriesga de seguir como hasta ahora.
Luis I. González de Vallejo, es Catedrático de Ingeniería Geológica y Profesor Honorífico de la UCM y Director del Área de Riesgos Geológicos del Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN), Colegiado nº 13 del ICOG y Colegiado de Honor.