Tierra y Tecnología nº 54 |  DOI (Digital Object Identifier) Autor: Marc Martínez Parra. Eurogeólogo

Introducción

El mundo de la geología ha sido fuente inspiradora de argumentos para la cinematografía. Y es que la geología puede proporcionar  abundante material : la minería, con las huelgas del carbón y la búsqueda del oro, diamantes o petróleo, la posesión del agua subterránea, las aguas termales, los cataclismos como terremotos y maremotos, las erupciones volcánicas-  explosivas, peleanas o hawaianas, entre otras- la paleontología con el hallazgo de especies extintas vivitas y coleando, en enclaves ocultos y olvidados y con una predilección especial  por la carne humana, el estudio de cuerpos celestes y la exploración espacial, etc. Sin embargo, aunque la geología como concepto aparece en estos filmes, el geólogo como tal no aparece en demasía (Martínez 1996, 1997, 1998, Rodríguez et al 2014, Hernández, 2016 ), como también se describe en la interesante página web. Gracias al cine y la televisión sabemos que los geólogos han viajado del interior del núcleo terrestre -El Núcleo (J. Amiel, 2003) al planeta rojo -The Martian (R. Scott, 2015)-  y alcanzado los confines del universo –Prometheus (R.Scott, 2012) , han explorado desde los pantanos de Texas -Curse of swamp creature (L. Buchanan, 1966) – a las arenas del desierto del Sahara – (El loco del desierto, miniserie de 1982)- en busca de petróleo,  han sido expulsados de países árabes-Dinastía, serie de TV(1981-1989) – trabajado como especialistas en museos – Friends, serie de TV (1994-2004); La fiera de mi niña (H. Hawks, 1938)- atacados por bestias fantásticas – King Kong (J. Guillermin, 1976) o bien  encontrado fósiles vivientes – Baby, el secreto de la leyenda perdida (B.L. Norton, 1985)- han predicho terremotos – Terremoto (M. Robson, 1974) – se han enfrentado a extraños meteoritos- The monolith monsters (J. Sherwood, 1957)-  participado en la destrucción de un asteroide apocalíptico-Armageddon (M. Bay, 1998) o asistido al Hundimiento del Japón (Shirô Moritani, 1973) entre otras muchas aventuras y desgracias. Así conoceremos, entre otros, a los Doctores Josh Keller y Conrad Zimsky (El Núcleo) https://www.youtube.com/watch?v=6BGmQ21EekY , al Dr. Ross Geller (Friends) https://www.youtube.com/watch?v=vdUhNTSqwCA , a David Huxley (La fiera de mi niña) https://www.youtube.com/watch?v=0JoIRmQW2esy a la paleontóloga Dra. Susan Matthews-Loomis y el villano Dr. Eric Kiviat (Baby, el Secreto de una leyenda perdida)https://www.youtube.com/watch?v=QUDgQ0iU_fk. Aburrirse, lo que es aburrirse, desde luego, no lo parece.

Sin embargo  ¿cómo se describe en los filmes al geólogo y a la actividad que realiza? ¿La gente del cine se asesoran para darle mayor verosimilitud o, por el contrario, improvisan y hacen un batiburrillo de jerga pseudocientífica y fantasía de garrafón?

También el profesional geólogo aparece en documentales de la naturaleza, primero en el cine y desde hace décadas en cadenas temáticas y generalistas de TV. Exploraremos volcanes en erupción junto al legendario vulcanólogo francés Haroun Tazieff y sus compatriotas, el matrimonio Krafft y viajaremos a épocas pretéritas de la mano de prestigiosos paleontólogos en documentales del National Geographic como los doctores Jack Horner o Paul Sereno.

El presente artículo se centra en el papel de varios geólogos con un rol protagónico o de peso en el filme o la serie de TV. También se ha incorporado un geólogo real, que protagoniza varias series pseudocientíficas documentales.

El geólogo al detalle

Los geólogos seleccionados abarcan todo el espectro del nicho laboral, desde el ámbito público (universidad, museos, administración, organismos de investigación y servicios) a la esfera privada (empresas consultoras y profesionales autónomos).

Los personajes geólogos descritos son, por orden alfabético, y especialidad: Michael Acosta (prospección minera), Amy Barnes (riesgos geológicos), Harry Dalton (vulcanólogo), Sandy Edwards (prospección minera y nuevas tecnologías informáticas), Ian Grant (paleontólogo), Bertram Kibbler (investigador especializado en meteoritos), Hans Mayer Plaza (geólogo consultor), Alec McEwan (estudiante de geología), Dave Miller (geólogo de la Administración), Walter Russell (sismólogo) y Scott F. Wolter (geólogo forense, documentalista y el único real de todos ellos).

Junto al nombre del personaje se incluye, entre paréntesis, el nombre del actor que lo interpreta y también se referencia el filme o filmes en los que aparece, el año de su realización y el director de la misma.

Michael Acosta (Edgar Ramírez). Prospección minera. Fullero. Gold , la gran estafa (S. Gaghan, 2016)

Un geólogo de los de verdad. Un experto. Lo que llaman un caminante de ríos. Así lo describe su socio y dueño de la empresa de prospección minera Washoe Mining Kenny Wells (figura 1) con el que se embarca, a principios de los años 80, en una arriesgada aventura.

De madre venezolana y padre inglés. Formado en la Universidad de Oxford y en el MIT. Ahí es nada. Y estafador, por manipulación de muestras.  Prospector minero en el Sudeste Asiático, es famoso por haber hallado la mayor mina de cobre de la región. Y tiene una teoría, a la que bautizó “el cinturón de fuego” por la que puede localizar yacimientos minerales:

 “Está la placa de Nazca, la del Pacífico, Juan de Fuca, la Norteamericana, Sudamericana, Aleutiana, la de Las Marianas, Tonga. Placas que colisionan y rozan unas con otras. Seis billones de kilobares de presión, diez mil grados Celsius activando puntos geotérmicos a lo largo de la Costa del Pacífico …. así descubrí el cobre y por eso mismo encontraré el oro.”

Sin embargo sus compañeros de profesión no se la creen, y tienen razón;  realmente fueron la casualidad y la suerte las que le llevaron a descubrir dicho yacimiento, tras quedarse atascado mientras buscaba un yacimiento de bauxita. Pero también fueron sus conocimientos de prospección y sus dotes de observación los que le permitieron descubrir el yacimiento de cobre. Nadie más lo hubiese hecho. Y el resto fue historia, aderezado con algo de épica y fantasía. Porque como afirma sobre el mundo de la prospección minera “No hay bien y mal. Sólo aciertos y fallos”. Y por ello descubre – aparentemente – un espectacular yacimiento de oro, el más grande de la década, en Kalimantán, (Isla de Borneo, Indonesia).

En su tarjeta de visita solo figura: Michael Acosta – Geologist junto a su teléfono y dirección. Sencillo y directo.No necesita más.

Macho alfa de manual, atractivo, elegante hasta cuando se suena, bien parecido, bebedor moderado, educado, buena planta, cuerpo atlético, con buenas maneras y modales exquisitos, reloj caro, luce una barba que realza su masculinidad hasta extremos jamás alcanzados. Tiene mojo. Y savoir faire. Un dios del Olimpo. Un hombre de verdad. El sombrero Panamá le sienta como un guante. Es difícil resistirse a un embaucador así. Todo lo contrario a su socio, el prospector Kenny Wells, una especie de Homer Simpson- usa sus mismos calzoncillos blancos- calvo, con una melenilla horrible y grasienta, gordo, borrachín, vulgar, zafio, mal vestido, charlatán de feria pero más listo que el hambre y el peor adversario  que puedes desear frente a ti en una negociación. Tan distintos y, sin embargo,  grandes amigos. Porque Wells creyó en él, confió en su pericia e invirtió todo lo que tenía por Acosta cuando nadie lo hacía, rescatándolo del ostracismo. Y eso es algo que Acosta jamás olvidará.  Dos contra el mundo y contra las grandes empresas mineras.

Figura 1.- Michael Acosta. No es un anuncio de Emidio Tucci. Elegante hasta en el campo. Poster del filme en España (imágenes propiedad de Black Bear Pictures, Boies / Schiller Film Group, Hwy61, Living films).

En plena forma, Acosta trisca por la selva dejando atrás a los acompañantes y habla como un audiolibro. Deslumbra. Embauca con sus palabras. Le gusta escucharse cuando está en confianza. Y le fascina buscar minerales y hallarlos, en especial el oro, la delicatessen, el Ferrero-Rocher de los metales preciosos. De gran cultura, le gusta contar la anécdota de como Colón, en las peticiones que hizo a Isabel la Católica mencionó 114 veces el oro y tan sólo 26 a Dios. El Becerro de oro. El vil metal. Eso dice poco de su estado espiritual y mucho más del materialista. El oro, tiene para él, algo especial y único. Cuando trata con inversores dice:

«Pasa algo cuando se encuentra oro. Es muy difícil expresarlo con palabras. Es muy difícil. El sabor que te queda en la boca, la sensación que tienes entre los dedos, es eléctrica. Es como una droga, porque te atrapa.«

La explotación minera parece convincente. Aparecen  diversa maquinaria, cajas de testigos de muestras, vemos a Acosta mirar con una lupa. Llama la atención, sin embargo, que, previamente,  no ha realizado ningún trabajo de prospección minera en el entorno. Intuye el yacimiento. Según Acosta, el río por el que navegan se le conoce por  “oro rio arriba” y llevan miles de años los dayaks cribándolo.

Y eso es lo que ocurre en el filme Gold, la gran estafa (2016) inspirada en el escándalo de la empresa minera canadiense Bre-X (R. Larrechea, 2015) y la manipulación de las muestras mineras añadiendo virutas de oro, lo que denominan “salar la muestra” según el filme.  Se descubrirá la estafa, lo que le costará a Kenny Wells todos sus bienes y a Michael Acosta su vida, cuando cae “accidentalmente” desde el helicóptero en el que lo trasladaban las autoridades indonesias.

Aunque hay ciertas dudas en la identificación del cuerpo. Y como buen amigo – no se sabe si vivo o muerto – hace un último regalo de amistad a Wells.

Amy Barnes (Anne Heche). Riesgos Geológicos. Experta en tiro parabólico.  Volcano (Mick Jackson, 1997)

Perteneciente a la plantilla del California Institute of Geological Sciences, la Doctora Barnes es una investigadora que lo mismo vale para un roto que para un descosido, da ruedas de prensa sobre terremotos o ejerce de experta vulcanóloga, especulando con la posibilidad de que un volcán aparezca en pleno casco urbano de Los Ángeles. Y es que Los Ángeles es una ciudad cuyo destino es el apocalipsis, bien con el terremoto devastador  llamado “Big One” o con la aparición de volcanes en el casco urbano.

Para ello observará algunas evidencias: el anómalo ascenso de temperatura del agua del estanque de un parque- el Parque MacArthur-algunos sismos de intensidad moderada y, sobretodo, el achicharramiento de varios operarios que trabajaban en un desagüe del subsuelo. Eso da una pista.  No obstante, se ceñirá a la metodología científica: recogida de muestras, medición de parámetros físicos y sobre todo, tiempo para interpretar adecuadamente los datos recogidos. Lleva con soltura un vehículo Hummer y maneja el equipo científico como si tal cosa. Su arrojo (e inconsciencia) a la hora de buscar datos de campo le costará la vida a su asistente geóloga, que caerá a una fractura con magma latente. También descubrimos que tiene una capacidad sobrehumana de soportar las altas temperaturas, así si cuando investiga en el desagüe emplea un traje ignifugo típico de los filmes de Haroun Tazieff, el mencionado vulcanólogo francés,  progresivamente va perdiendo la ropa y acaba a escasos centímetros de la colada o balanceándose sobre la misma en una grúa sin ni siquiera sudar.

Y es que los geólogos somos seres excepcionales (figura 2). Incluso cuando se aventura en los túneles del metro y se alcanzan  los 641,2 oF  ó 338,4 oC y subiendo.

Barnes desmiente la leyenda negra extendida por la serie de TV “The Big Bang Theory” en la que se afirma que los geólogos no somos de ciencias. Si ello fuese así, no se podría explicar la pericia de Barnes a la hora de calcular la parábola que describen las bombas volcánicas, con lo que salvará la vida de varios bomberos. Lectora de documentación geológica, como buena investigadora, recomienda el enfriamiento de la colada mediante chorros de agua aludiendo a la experiencia previa en Islandia. Este es un hecho real – quizás lo único documentado del film Volcano – que se produjo durante la erupción en 1973 del volcán Eldfell, cuya colada amenazaba con cerrar el puerto principal de las islas Westmann.  Lo que no cuenta Barnes – quizás solo se leyó el abstract con las prisas- es que el proceso de enfriamiento llevó dos meses (Carracedo y Perez-Torrado, 2015) y no la media hora que emplean en la película.

Figura 2- Amy Barnes, genio y figura. Rueda de prensa. Con su ayudante planificando el trabajo frente a su Hummer y antes de morir trágicamente con el traje ignífugo. (imágenes procedentes de Imdb propiedad de Twentieth Century Fox, Donner/Shuler-Donner Productions).

Aficionada a los libros sagrados, gracias a ella descubrimos, que el versículo 7.26 (Evangelio de Mateo) es, según ella, el favorito de los geólogos porque dice “Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena”. En mi humilde opinión, no parece que pueda ser el favorito de los geólogos, como afirma Barnes, máxime si leemos el versículo que viene a continuación (Mt 7.27): “y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”. Francamente, no imagino a ningún geólogo deseando ser víctima de los denominados riesgos geológicos.

Harry Dalton ( Pierce Brosnan) . Vulcanólogo. Héroe . Un pueblo llamado Dante’s Peak (1997, R. Donaldson)

Doctor. Investigador del USGS, enmarcado en la Cascades Volcano Observatory (Vancouver, Washington), Dalton tiene una triste historia personal. Su novia y compañera de trabajo – otro vez la endogamia propia de nuestra profesión – muere tras el impacto de una bomba volcánica en su cabeza, huyendo de una erupción que estudiaban, en Colombia, en 1993. Años después su jefe le envía a Dante’s Peak, el pueblo más bonito del estado de Washington, en la costa oeste, poblado por 7.400  habitantes, a estudiar unos datos sísmicos:

            Jefe – ¿qué probabilidad hay de una erupción? ¿1000 a 1?

            Dalton – Más bien 10.000 a 1.

Dalton se conserva en forma y es bien parecido. Algo friki – seguidor de Star Trek y practica trucos de magia caseros– no olvida que es geólogo – identifica rocas y  minerales. El concepto que se tiene de los geólogos en el pueblo muestra un desconocimiento habitual, así la alcaldesa, con la que luego mantendrá una relación sentimental, piensa que “Un hombre que observa una roca debe tener mucho en la mente o nada”. No mantiene una relación estable y como excusa dice que viaja por todo el mundo. Escalador, conduce los todoterrenos mejor que Carlos Sainz, y deberá atravesar ríos crecidos, conducir sobre coladas de lava ardiente sin que explote el depósito de gasolina y recoger a la vez perros en apuros.

De gran ego – se considera el mejor técnico del equipo – su verdad – la que él ha descubierto -es la que cuenta y que defenderá ante todos, jefes y autoridades, cueste lo que cueste, aunque pueda arruinar la economía de la ciudad o ser desautorizado por su jefe y amigo. Explica ante las autoridades que el volcán no está extinguido sino que está inactivo y que está despertando. Sin embargo, las autoridades solo entienden de la ruina que se les viene encima, que también está despertando. Como el afirma “puedo conocer a los volcanes y a las personas mejor que a la política”.  

¡Y como se despereza!

Su equipo de vulcanólogos cumple los estándares geológicos de los filmes – equipo multiétnico de hombres y mujeres, multidisciplinar, con sus peculiaridades, desde su adicción al café a vestir alguno de manera hortera.

El oficio de vulcanólogo tiene sus riesgos. Según Brown et al (2017) 67 científicos han muerto investigando erupciones volcánicas. El filme toma prestados eventos de la erupción del Monte Santa Helena, en 1980, en el que murió el geólogo David A. Johnston, científico principal en el equipo de vigilancia de USGS. Y también muestra el trabajo de campo asociado, con la instalación de equipos, la exploración del entorno del volcán y el estudio in situ de la caldera. La vulcanología es una de las ramas de la geología más expuestas en documentales gracias a los filmes del mencionado Haroun Tazieff, y de la pareja de vulcanólogos franceses, Maurice y Katia Krafft, muertos también, junto a 40 periodistas, atrapados por un flujo piroclástico- una nube ardiente de  gases, ceniza y fragmentos de roca que se mueven a rápidas velocidades- en las erupciones del monte Unzen (Japón, en 1991).  En el filme mueren dos vulcanólogos, la novia del protagonista por el impacto de la bomba volcánica y su jefe, arrastrado por la crecida del rio procedente del deshielo producido por la erupción.

La metodología diagnóstica de una posible erupción que emplea Dalton es la aplicada por  Tazieff en la Isla de Martinica, basada tanto en los equipos como en un intenso trabajo de campo y observación del entorno. No obstante, Hollywood se lo pone fácil a Dalton, dejándole, para que llegue a la conclusión demoledora, miguitas de pan blanco en forma de elevada acidez en el agua del lago, ardillas asfixiadas, vegetación muerta por la emanación de gases y como guinda, una pareja de jóvenes pecaminosos achicharrados en pleno acto de pasión,  dentro de un hot spring que incrementa súbitamente su temperatura.

Y como todo geólogo que se precie, casi muere aplastado por el peso de la geología, al derrumbársele una galería de mina encima. Al final, tras tanto desastre,  él será el héroe del día y se llevará a la chica, algo no demasiado habitual en los geólogos fílmicos (y en los reales).

Figura 3- Póster del filme. Harry Dalton, geólogo varonil. Tratando de alertar a la población. El sismógrafo en ebullición (imágenes procedentes de Imdb y propiedad de Universal Pictures, Pacific Western)

Sandy Edwards (Toni Colette). Prospección minera. Software geológico. Romántica. Japanese Story (2003, S. Brooks)

Australiana. Treintañera. Geóloga directiva de su empresa consultora Edwards & Baird sita en Perth (Australia Occidental) que desarrolla software de exploración geológica aplicada a la minería.

Divorciada de su socio en la empresa-  la endogamia tan habitual en nuestra profesión-tiene una vida personal activa aunque vive con su madre. Su despacho luce como el de cualquier empresa geológica que desarrolla software: amplias pantallas, planos de escala regional de muchos colores. De fuerte carácter, en ocasiones áspero, posiblemente tanto por tener que soportar a sus compañeros de trabajo cuando beben sin control mientras ella es comedida, como por ser siempre candidata a hacerse cargo de los problemas – lo que se conoce coloquialmente como comerse el marrón– a  causa de no tener responsabilidades familiares. Y es que la vida privada para los geólogos solteros no existe.

Sin duda, esta afición masculina al excesivo consumo de alcohol, especialmente de cerveza, la debe conocer desde sus tiempos de Universidad, algo tópico de las facultades de Geología y que se mantiene en el mundo laboral (Mason, 2009). Tampoco es muy amiga de las confraternizaciones con los clientes y mucho menos de llevárselos borrachos a sus hoteles. Pero es responsable y hace de coche-escoba. Ella es más de presentaciones de sus aplicaciones informáticas, un software único del que se siente orgullosa y defiende a pies juntillas.  Es una excelente profesional y lleva sus productos a las minas. Por ello su socio la convence para que atienda como guía a un potencial cliente japonés que viene de turismo geológico y paisajístico, al que acompaña a la mayor mina de hierro a cielo abierto del planeta, Mount Whaleback, en Pilbara (Australia Occidental) así como lugares pintorescos de índole geológica (figura 4).

Su único vicio es el tabaco, es una fumadora empedernida. También, como ya se ha visto en los otros geólogos descritos, es buena conductora de todoterrenos por los caminos sin asfaltar de los paisajes áridos de Australia. Durante el viaje, se atasca en un camino, a 50 km de cualquier población, por lo que su conocimiento como conductora experimentada les salvará la vida – no alejarse del coche – y probará diversos métodos para sacar el coche del socavón en el que está atrapado. Tras ello, establecerá una relación personal y romántica con el visitante, que acabará de manera trágica. Deberá ser ella la que rescate el cuerpo inerte de su compañero, y se pasee por la región buscando un hospital o funeraria donde puedan hacerse cargo del mismo y conservarlo hasta que su familia lo recoja. Posiblemente, nunca había pensado que la muerte está al acecho y como cambia las vidas, tanto a ella como a la mujer del turista japonés, al que homenajeará desde el aeropuerto, acompañándolo, con la mirada, a embarcar en su último vuelo, como un bulto en la bodega del avión.

https://www.youtube.com/watch?v=n6hm7s_P9Ts
Figura 4- Sandy Edwards discutiendo con su socio y ex -pareja. Consultando el portátil. Poster del filme. (imágenes propiedad de Australian Film Finance Corporation (AFFC), Fortissimo Films, Gecko Films Pty. Ltd.).

Alan Grant (Sam Neill). Paleontólogo. Imitador de sonidos de dinosaurios– Parque Jurásico (S. Spielberg, 1993), Parque Jurásico III (J. Johnston, 2001)

Prototipo de paleontólogo sensu stricto. Doctor, investigador perteneciente al  Departamento de Paleontología de la  Montana State University y adscrito al Museo de las Rocosas. Está eternamente condenado a buscar financiación para sus proyectos y excavaciones, como la mayoría de paleontólogos en todo el mundo. En ambos filmes, aparece excavando en un yacimiento -en los badlands de Nebraska  y en Fort Peck Lake (Montana) – porque donde se hace paleontología es en la roca, como le gusta afirmar.

Muestra una endogamia muy propia de la Universidad – su novia del primer filme, la Dra. Ellie Sattler, paleobotánica, trabaja con él – y establece lazos de amistad con sus subordinados, a los que implica en sus cavilaciones, como ocurre con su doctorando, Billy Brennan, en Parque Jurásico III. Cuarentón, soltero, sin interés en la familia y los niños – huelen y son caros – tiene otras fobias como es la informática y no le atraen demasiado las nuevas tecnologías. Viste como todos los paleontólogos que se precien, con un sombrero original al que le tiene cariño, ropa de campo holgada, camisa arremangada, aditamentos en el cinturón (lupa y cuchillo). Un geólogo de campo. Apasionado por su trabajo, con vocación desde niño -su dinosaurio favorito de niño era un triceratops- le gusta explayarse sobre sus amplios conocimientos ante cualquier tipo de auditorio, en la Universidad, en el yacimiento o ante los posibles mecenas de sus excavaciones; realmente le gusta oírse explicar, como experto, sobre sus descubrimientos y los saurios en general (figuras 5 y 6).

Figura 5. Carteles anunciadores de los filmes.

El tema económico es algo que le angustia. Así tras el asombro que le supone la visita a la Isla Nublar y la resurrección genética de los dinosaurios, acierta a decirle a su compañera “estamos en el paro”. Esta situación laboral se vuelve a repetir cuando los sobrinos de Hammond, mientras están perdidos en el parque le preguntan “ ¿Qué va a hacer usted y Ellie ahora que ya no tienen que excavar huesos de dinosaurios?” a lo que contesta “No sé, supongo que tendremos que evolucionar”. De hecho, con el tiempo se considerará “el último de su especie” (figura 5).

Otra obsesión típica de los investigadores divos es su rivalidad con otros especialistas y con sus libros, como tiene ocasión de mostrarnos con las críticas del sobrino de Hammond a sus libros – son más gordos los de la competencia – o de Eric Kirby, el chico perdido en la isla en Parque Jurásico III que le proporciona un subidón de ego cuando valora su libro y, sobretodo, ridiculiza al libro del Dr. Malcolm.

Figura 6.- El Dr.Grant y la Dra. Sattler no se lo creen. ¡es un brontosaurio vivito y coleando!. Imágenes procedentes de IMdb propiedad de Universal Pictures, Amblin Entertainment.

El personaje de Grant parece inspirado en uno de los paleontólogos más famosos fuera del mundo científico, el Dr. Jack Horner, como evidencia que ambos trabajan en el mismo museo.

Grant y Sattler deben enfrentarse al concepto extendido entre la sociedad sobre que los paleontólogos únicamente desentierran huesos, como les dice el matemático Dr. Malcolm. Pero un paleontólogo es mucho más. Los contenidos de la paleontología comprenden la paleobotánica y la paleozoología pero también el estudio estadístico de las poblaciones fósiles (paleontología cuantitativa), su distribución biológica (paleobiogeografía), la reconstrucción del ambiente (paleoecología), sus anormalidades (paleopatología) o los fósiles microscópicos (micropaleontología) (Gómez, 2009). Sin embargo, Hammond sabe que un paleontólogo es mucho más que un desenterrador y se alegra que sus sobrinos estén con Grant, ya que ¿quién les puede ayudar a sobrevivir sino que le mejor especialista en una fauna ya extinta? Y eso lo veremos continuamente. Grant sabe cómo cazan los velociraptores, como se comportan, qué animales no son dañinos, qué hacer para no atraer la atención de un depredador.

Este concepto de desenterradores puede deberse a la competición extrema que protagonizaron los pioneros estadounidenses Edward Drinker Cope (Filadelfia) y Othniel Charles Marsh (Yale), una carrera sin fin por ser quién descubría más dinosaurios y más completos, enfrentamiento que posteriormente fue conocido como la Guerra de los Huesos. Esta competición atrajo al público a los museos, a su vez en competencia entre ellos en las décadas de 1880 y 1890, y la contribución resultante al conocimiento de estos animales fue enorme (Breithaupt, 1997).

Incluso esa imitación que hace de los sonidos de los braquisaurios o las llamadas entre velociraptores,  con la ayuda de un facsímil de la cámara de resonancia del cráneo de un velociraptor y que causó cierta hilaridad tiene, curiosamente, una base científica, ya que se han publicado artículos sobre qué sonidos emitirían los tiranosaurios (Knapton, 2017).

Grant quizás será el último de su especie, pero gracias a sus conocimientos paleontológicos, su inteligencia y bastante suerte, sobrevivirá en la Isla Sorna, sin armas y acechado por peligrosos depredadores. Y también gracias a un móvil enterrado en una montaña de mierda de espinosaurio.

Bertram “Bert” Kibbler  (Brian Posehn). Geólogo investigador.  Fundamentalista geológico. The Big Bang Theory (temporadas 10 a 12)

Doctor. Profesor de Geología . Investigador perteneciente al Departamento de Geología de California Institute of Technology) o Caltech, universidad privada de gran prestigio mundial debido a las investigaciones en ciencias naturales e ingeniería y, sobre todo, tener 74 premios Nobel en las vitrinas. Ganador de la prestigiosa Beca MacArthur, dotada con 500.000 $. Esta beca –también real – es otorgada por la Fundación MacArthur, que premia anualmente entre 20 y 40 estadounidenses o residentes en este país, de todas la edades y campos, que “demuestran el poder de la creatividad individual para replantear viejos problemas, estimular la reflexión, crear nuevos conocimientos y mejorar el mundo para todos” como afirma John Palfrey, su presidente, para los galardonados en 2019. De hecho, las Becas MacArthur has premiado a 6 geólogos desde 1981 a 2018. Kibbler ganó la de 2016 por un estudio de cómo los microbios pueden sobrevivir en condiciones extremas, como indicador de vida en otros planetas. Realmente ese 2016, una de las ganadoras de dicha beca fue la geobióloga Victoria Orphan ¿casualidad? ¿Premonición? ¿Homenaje?

Bert es un cuarentón realmente alto, cercano a los dos metros, con barba abundante y poco cuidada y algo fondón. Es poco presumido y suele vestir ropa holgada, generalmente camisas a cuadros, un clásico, por lo repetido, en la vestimenta de los geólogos. Se autodefine como alguien grande y raro, de aspecto gracioso y bromista, al que nadie le hace caso. Sus bromas – por llamarlas de alguna forma – suelen ser de contenido geológico y nada afortunadas, con continuas referencias a la música rock – roca en inglés – o juegos de palabras, también geológicas, como afirmar, en broma, que está deprimido porque se ha acabado el mes de rocktubre (figura 7).

Como todos los geólogos, ha practicado la endogamia; tuvo una novia geóloga que le abandonó, llevándose sus mejores piedras por lo que recomienda “te lo advierto ¡esconde tus mejores piedras!”. Hombre pragmático, intenta seducir a una de sus compañeras de trabajo regalándole fósiles e invitándola a una exposición de minerales. Su indigencia sentimental intenta cubrirla mediante la visita a una página de citas online para geólogos – GeoArmonia – aunque con resultados desastrosos. Así que ante tantos fracasos sentimentales decide poner en su facebook la cuantía de la beca, e inmediatamente liga con una escultural chica, con la que emplea el dinero del premio para comprarle regalos caros. Arrepentido del hecho, decide cortar con ella, aunque se desdice y retoma la relación porque, como reflexiona a sus amigos “ella se paseaba en ropa interior por mi apartamento, ahora solo me paseo yo así”.  Aún y así, tras ser de nuevo abandonado, liga con la enfermera que le atiende en urgencias, tras accidentarse con una vespa.

Su despacho es el propio de un geólogo. Sabemos que estudió en la Universidad de Arizona por un diploma en la pared. Tiene colecciones de minerales y fósiles, tanto en cajitas en vitrinas como por encima de las estanterías, y un corte de geoda en su mesa. Todo muy tópico. Tiene un poster de la tabla de tiempos geológicos, una foto de las murallas ciclópeas de Cuzco, así como fotos de paisajes geológicos. Una pizarra blanca en la que ha dibujado un esquema del planeta Tierra y un conjunto de composiciones químicas de minerales: leucita, ortoclasa y sanidina ¿algún estudio sobre potasio? También hay objetos que no son habituales en los despachos de geólogos especializados en mineralogía: varios cráneos humanos. Cinéfilo de blockbuster, toca la guitarra eléctrica en el grupo “Footprints to the moon”- formado con sus compañeros de Caltech- y le gusta el hardrock a la vista del tipo de canciones que compone, de temática geológica, como la dedicada al pedrusco que persigue a Indiana Jones en la secuencia inicial de “En busca del arca perdida” (S. Spielberg, 1981), cuya letra dice:

Lleva su profesión en la sangre con continuas referencias a la misma. Es un obseso de las Ciencias Geológicas. Para una fiesta de Halloween se disfraza de Maurice “Doc” Ewing, Premio Vetlesen de 1960, considerado el premio Nobel de la geología. De hecho Ewing fue el primero que lo ganó. Este premio es otorgado conjuntamente por la Universidad de Columbia (Lamont-Doherty Earth Observatory) y la Fundación  G. Unger Vetlesen. Hasta 2017 lo han ganado 18 estadounidenses, 6 ingleses, 2 canadienses, 2 holandeses, un francés, un finlandés y un israelí. Ya se sabe, quien parte y reparte se lleva la mejor parte. Walter Álvarez, el geólogo que relacionó la anomalía de iridio en la frontera K-T con el impacto de un asteroide y  la extinción de los dinosaurios, lo ganó en 2008.

Figura 7. Bertram Kibbler, hablando con otros investigadores en Caltech (imágenes propiedad de Chuck Lorre Productions, Warner Bros. Television).

Kibbler es el descubridor de una roca a la que bautizó Lutita moderadamente sedimentada, aunque su campo de trabajo en Caltech es la investigación de la materia oscura y los meteoritos. Colabora con investigadores afamados como los Dres. S. Cooper, L. Hofstadter y R.Koothrappali, en diversos proyectos de investigación, buscando en los meteoritos indicios de interacciones de neutrinos, aislando zirconio de los meteoritos en relación con la materia oscura o investigando la posible presencia de materia orgánica en el interior de otro, algo no tan descabellado, ya, que como cuenta  Trigo-Rodriguez (2014) se han estudiado microestructuras en meteoritos de Marte cuyo origen puede ser abiótico o causados por microorganismos.

Hans Mayer Plaza (José Sacristán). Geólogo consultor . El mejor en el cine– Un lugar en el mundo (A. Aristarain, 1992)

Un forastero, geólogo, de nombre Hans Mayer Plaza, llega al Valle Bermejo, situado en la provincia de San Luis (Argentina), para un estudio geológico.  Es un trabajo confidencial, para la empresa española Tulsaco – empresa fetiche de Aristarain que aparece en todos sus filmes y suele suponer el culmen de la maldad empresarial- para reevaluar los trabajos ya realizados para la construcción de una gran presa. Pero nadie debe saberlo.

Geólogo consultor de nacionalidad española y ascendencia alemana, formado en la Universidad Complutense (Madrid) y vecino del barrio del Carmen en Madrid, Hans cumple con todo aquello de lo que presumen los geólogos: un trotamundos – ora en argentina, ora en Tejas – mujeriego – lleva varios divorcios a cuestas – bebedor de fondo, fumador, locuaz, con facilidad de establecer relaciones con los paisanos, proselitista, cínico, desencantado, crítico y desafiante con la autoridad – adquirió su vocación eligiendo piedras para tirárselas a la policía de Franco – pero amante de su trabajo y buen profesional, lector de mapas e intérprete de los datos de campo, responsable de plazos y trabajos para con quién le contrata, aunque le asalte, de vez en cuando, esa vena ácrata y desafiante. Un desahogado profesional de izquierdas.

Un lugar en el Mundo goza del asesoramiento geológico del hermano del director, Lorenzo, geólogo de profesión. Es de suponer que mucho de lo descrito, tanto en el plano profesional, como en el conductual, es experiencia de los años de profesión. El personaje, sin duda, es el más próximo de todos los geólogos del cine. En él reconocemos  a nuestros compañeros de facultad, de trabajo, incluso, en parte, a nosotros mismos. Por ello es el filme prototípico que se pone como ejemplo sobre la profesión de geólogo.

Mayer padece ese mal común en  todos los geólogos,  la adicción a coger una roca y mirarla detenidamente y  también coleccionarlas. Esa afición – “yo también junto piedras” -le lleva a conversar con Ernesto, un chaval en el inicio de la adolescencia y establecer relación con sus padres, Mario y Ana, uno maestro de pueblo y la otra médico rural. Exiliados hace años en Madrid, con ellos comparte lugares y experiencias, ideología y pensamientos, conversación e inquietudes, estableciendo unos fuertes e intensos lazos de amistad en poco tiempo (figura 8).

Figura 8. Hans Mayer Plaza, Mario Dominici y su familia (Imágenes propiedad de Adolfo Aristarain/Oswaldo Papaleo).

Esta afinidad que siente por ellos le llevará a poner en riesgo su puesto de trabajo – se debe a los intereses de la empresa – y a implicarse en la lucha social y laboral que encabeza Mario junto a sus cooperativistas frente al terrateniente Andrada, la autoridad del lugar y su contacto. Porque para Mario, este perdido valle es su lugar en el mundo. El engaño mantenido por Mayer  sobre el objeto de su trabajo – la búsqueda de petróleo – con el fin de favorecer la compra de propiedades a bajo precio por parte del terrateniente, se viene abajo cuando, rompiendo  la cláusula de confidencialidad, decide revelar las verdaderas motivaciones de su estudio geológico: construir una presa. Ello le acarreará problemas con su empresa.

No hay muy buen concepto económico del oficio de geólogo en el filme. Así Ana afirma que “si tiene guita no es geólogo” ante la propina que Hans le ha dado a su hijo. No obstante, no es esa la idea que realmente transmite el filme. Hans percibe en Ernesto un cierto interés por la geología y habla con él de las posibilidades laborales si se dedica a ello

La filmografía de Aristarain es deudora de grandes maestros del cine clásico hollywoodiense como John Ford y Howard Hawks. Le gusta recordar  la frase «Las historias se cuentan con las caras de los actores» una frase de John Ford que refleja la influencia en sus películas del trabajo interpretativo.  Un lugar en el mundo tiene mucho del western clásico, un lugar lejano, un gobierno central casi inexistente, la presión de los poderosos, los “hombres frontera”, hombres aguerridos que se visten por los pies, un paisaje bello y espectacular. El filme, no obstante, recuerda poderosamente a la mítica película Raíces Profundas (1954),  obras de un artesano menos conocido, George Stevens. Comparte con ella planteamiento, situaciones y sensaciones: la llegada a una zona rural de un forastero misterioso, Shane; un lugar agreste e inhóspito, donde existe un conflicto entre una comunidad de campesinos y un terrateniente; la historia contada desde el punto de vista del preadolescente; la amistad que surge entre la familia del líder de los campesinos y el forastero; la atracción mutua que sienten la mujer y Shane, el enfrentamiento a los hombres del terrateniente. Incluso ambos personajes tienen nombres muy similares – Hans y Shane – y casi las mismas letras. Ambos son antihéroes, perdedores utópicos que, por un momento, deciden jugárselo todo en pos de un sueño justo, y si bien Shane triunfará, Hans no lo conseguirá.

Uno de los momentos  mágicos del filme es la clase magistral de geología- en todos los sentidos- emocionante e inspiradora, que Mayer ofrece a los niños de la escuela, a petición de Mario. Una clase de esas que crea vocaciones, pensada desde el amor a la Geología. ¡Incluso hacen una salida de campo! En apenas tres minutos y medio descubriremos la aventura del Planeta Tierra, un planeta vivo, conoceremos que las montañas se quejan frente a la meteorización y que, si sabemos leerlas,  las rocas nos cuentan su vida y seremos capaces de descubrir sus secretos, su alma.  Mayer acerca a los niños (y al espectador), de manera sencilla y didáctica, a conceptos de geodinámica interna y externa, petrología sedimentaria y mineralogía, de modo mágico y apasionante (figura 9)

  • Geodinámica interna (estructura de la tierra y tectónica de placas): “… día y noche camináis sobre una alfombra muy gorda pero en realidad pisáis fuego líquido y es que, aunque parezca un cuento chino, nada está quieto y nada es lo que parece.”
  • Geodinámica externa (meteorización y gelifracción): “Nada es tonto, nada es insignificante. El hielo, por ejemplo, es el peor enemigo de la montaña. Cuando llueve se mete en las grietas y al llegar la noche se hace hielo. Aumenta de volumen y rompe la piedra. Poco a poco la deshace. La montaña lo sabe y se queja, no puede defenderse pero se queja. Antes de la tormenta se oye un zumbido. “Canto de abejas”  le llaman,  porque es como un chisporroteo, como el zumbido de las abejas.”
  • Petrología sedimentaria: “¿De qué me habla a mi esta piedra? Yo si la oigo porque conozco su idioma. Me cuenta  historias, me habla de millones de años, de tormentas de viento y de lluvia, veo cielos oscuros y relámpagos y de animales y plantas como esta hoja han sido arrastrados por la tormenta y se han ido amontonando hasta formar esto”.
  • Mineralogía (manejando una lámpara de luz ultravioleta): “Sólo a oscuras se puede ver el alma de las piedras. Cada una tiene el alma de un color y de una forma distinta”.
Figura 9. Hans Mayer Plaza y su clase magistral a unos niños allá en valle Bermejo. (Imágenes propiedad de Adolfo Aristarain/Oswaldo Papaleo).

Mayer se irá del Valle Bermejo y el embalse se construirá. Ernesto le acompañará al tren. Le regala su lámpara de luz ultravioleta Como último acto de desafío, Mayer le echará una carrera con el coche de caballos. Máquina eléctrica contra tracción animal. Y ganará. Una vez en el andén de la estación la despedida es corta pero sentida. Mario morirá poco después de un infarto y Ernesto, aunque sigue coleccionando piedras, estudia medicina, como su madre, que volvió a Buenos Aires.  Durante años mantuvieron el contacto con Hans, aunque el tiempo los ha distanciado. Lo último que supieron de él fue que trabajaba en Texas y que le apetecía quedarse a vivir allí. También había encontrado su lugar en el mundo.

Alec McEwan (Pat Boone)  Estudiante de geología aspirante a ayudante de laboratorio. Pelota. Viaje al centro de la Tierra (H. Levin, 1959).

Estudiante predilecto del profesor Sir Oliver Lindenbrook, geólogo de la Universidad de Edimburgo (Escocia), constituye el prototipo del estudiante adulador, pelota y rastrero que hay en todas las Facultades, pendiente de llamar la atención de su protector y colmarlo de atenciones con el sibilino fin de colocarse en la Universidad como profesor asistente.

Su origen humilde –se ha tenido que endeudar para poder estudiar – no le exime de ser una persona sin escrúpulos, una escolopendra, aunque en la película  no lo parezca en un primer vistazo, pareciendo un estudiante amable y solícito. No se dejen engañar y fíjense bien. Así, cuando Lindenbrook es nombrado Sir y sus estudiantes, así como toda la Universidad lo celebran, dedicándole una canción,  McEwan da la nota disarmónica final para llamar la atención del homenajeado. Su mezquindad alcanza el grado máximo cuando “distrae” parte del dinero recaudado por todos los estudiantes para hacerle un regalo al profesor  –horrible por cierto – y con él comprar un detallito y ganarse con él la gratitud del profesor. Para ello espera a que todos sus compañeros se hayan ido – sin testigos, evidencia de que comete un acto éticamente reprobable – para entregarle un pedazo de lava muy curioso que fascina al profesor  ¡que bien conoce a Lindenbrook! ¡lo tiene bien calado!

Así le dice:

Pero no,  no es una proposición sexual, aunque pudiera parecerlo, sino que el profesor le invita a una cena en su casa a la que asistirán cargos importantes del estamento universitario. Perfecta promoción. En un principio parece negarse, con la boca pequeña, para despertar el lado paterno del profesor e insistir. Pero es preciso su asistencia a la casa del profesor, porque tiene un Plan B, por si le falla hacer la rosca y dar coba: seducir a la sobrina del profesor, a la que, en un desliz,  ha revelado su plan y con la que se acabará casándose, aunque su fidelidad, como veremos en el filme, es más que dudosa si alguien se le pone a tiro. Sin duda es un ejemplo de trepa sin escrúpulos. Tampoco dudará en acompañar al profesor Lindenbrook,  a un viaje de incierto final en Islandia, ejerciendo de ayudante con una fidelidad perruna- un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo, como diría José Luis López Vázquez – haciéndole todas las gestiones – comprar billetes, buscar hotel, comprar material de exploración – y  descolgándose de lugares inverosímiles aunque tenga vértigo. Descenderá por un volcán,  tocará la concertina para entretener a los viajeros, saltará precipicios sin fondo, se quemará, se asfixiará, será esclavizado, pasara hambre y sed, será perseguido por dinosaurios hambrientos, casi se ahogará, todo sea por la plaza. Demasiado incluso para un trepa.

Pero ¿es buen geólogo? Según Lindenbrook, debería ser capaz de identificar el volcán origen de la muestra solo con mirarla y sopesarla, ya que ha estudiado petrografía durante tres años, Sin duda en Edimburgo tiene una curiosa facultad, si llegan a tal precisión sin ni siquiera usar una lupa o realizar un análisis petrológico de rigor.

¿Y cómo es el profesor Sir Oliver Lindenbrook? Acostumbrado a que le obedezcan, es un geólogo madurito de la época victoriana, machista y misógino. Divorciado y sin hijos, vive con su sobrina y su ama de llaves, en una mansión victoriana con una biblioteca inmensa. Para Alec es el candidato perfecto como protector, si consigue remover en sus entrañas sentimientos paternales. Elegante y soberbio, sus alumnos le dedican una canción cuando recibe la distinción. Curiosamente esta canción – Here’s the prof of Geology – en la versión española e internacional fue sustituida por el Gaudeamus Igitur, algo que se evidencia cuando se observa que el movimiento de las bocas no coincide con lo que se está oyendo. La canción (*) dice así:

(*) La letra tiene su polémica por cuanto no se entienden las últimas cuatro frases, hay quién cambia braw por prof, bricht por best y knicht por next. Como braw, bricht y knicht son palabras propias de Escocia, les he dado más credibilidad, aunque siempre quedará una duda.

Sufrirá el robo de su investigación por parte de un colega de profesión. Hay cosas que nunca cambian. Y ambos, a su vez, sufrirán a un tercer colega que también reclama como suya la investigación, matando al rival de Lindenbrook. ¡Y es que en el mundo de los investigadores hay auténticos depredadores! ¿Alguien se sorprende, pues, que haya trepas orbitando alrededor de semejantes egos?

También peca de esa codicia mineralógica tan propia del geólogo, en el que se mezcla el rol de coleccionista implacable y el de científico. Así, ya en el interior de la tierra, viendo unos curiosos cristales de cuarzo en una geoda exclama “¡He de llevarme una muestra de esto a Edimburgo aunque sea lo último que haga!”. Y casi es así. El golpe de martillo de geólogo fractura la geoda y da paso a una inundación brutal de la caverna donde están que casi los ahoga.

Ambos, profesor y pelota, conseguirán sus objetivos, además de parejas. Fama y reconocimiento para el primero, puesto fijo para el segundo (figura 10).

Figura 10. Cartel anunciador del filme. Lindenbrook a punto de causar la inundación. McEwan y su regalo. Lo que hay que hacer por una plaza: hasta perder hasta la ropa. (Imágenes procedentes de Imdb, y propiedad de Twentieth Century Fox).

Dave Miller (Grant Williams), geólogo de la Administración – The Monolith Monsters (J. Sherwood, 1957)

Dave Miller en una pequeña oficina de proyectos para la Administración, el departamento de Interior, en la pequeña ciudad imaginaria de Sant Angelo (California), un lugar bastante árido, donde la industria es una explotación de sal  de un dry lake. Su despacho cumple las expectativas de la profesión: mapas geológicos regionales en las paredes y otros enrollados en los planeros, muestras por doquier y hasta un pequeño laboratorio para estudiarlas. Buen profesional, patea el campo, mantiene el contacto con su profesor de la universidad y ha establecido relaciones con la maestra de la población. Conoce su oficio, maneja la lupa binocular con soltura y toma decisiones rápidas en tiempo record. Es capaz de interpretar la mineralogía, química y algo de hidrogeología. Un geólogo de campo.

Miller debe afrontar una crisis geológica sin precedentes. Un meteorito ha impactado en las montañas, compuesto por fosfato de hierro y todas las formas posibles de silicato – chert, olivino, etc –y se reproduce, a tamaño gigante, en grandes cristales o monolitos, en contacto con el agua. Un original peligro, monolitos gigantes que se desmoronan sobre las casas y personas y que crecen en progresión exponencial. Una invasión litológica. Pero esas piedras tienen también otra letal propiedad: absorben todo el silicato del entorno y de los seres humanos en contacto con ellos cuando crecen.  El compañero de Miller, también geólogo, Ben Gilbert, descubre los restos del meteorito y como cualquier geólogo, cuando ve una piedra desconocida, se la mete en el bolsillo y la lleva al laboratorio para analizarla, pensando que ha descubierto-con razón- algo desconocido. La inspecciona con la lupa de campo – el visu – desgraciadamente será la primera víctima, con una muerte muy geológica: “geólogo muere petrificado. La autopsia no desvela la razón” (figura 11).

Figura 11. Pôster del filme. Dave Miller frente a los monolitos monstruosos. Seguro que jamás pensó que se encontraría algo así. Pero es un hombre de recursos, con explosivos. Dando la orden de volar la presa (Imágenes propiedad de Universal International Pictures).

Miller pide ayuda a su profesor de la Universidad, Flanders, y descubren como se reproduce la roca – el contacto con el agua – y como absorbe la sílice del entorno. Tras unas lluvias torrenciales, el peligro crece – literalmente- en las montañas y amenaza la población. Tras una inspección visual  descubre que las rocas aprovechan también el agua de la escorrentía subsuperficial y las aguas subterráneas para seguir avanzando. Tras descubrir que la sal inhibe su crecimiento, decidirá volar la presa próxima, para que arrastre la sal de la explotación y la salmuera subsiguiente que se cree en la avenida, bloquee el crecimiento de los monolitos. No obstante, Miller no ha conseguido los permisos. No hay tiempo. Puede ir a la cárcel y arruinarse. Improvisa, como un buen geólogo de obra. Ante ello su novia pregunta al profesor:

Cathy: ¿Qué le parece profesor? ¿detendrá los monolitos?

Profesor: Es como otro experimento de laboratorio, Cathy. La ciencia no ofrece garantías.

Miller triunfará. Salvará la ciudad y no acabará con una denuncia por volar la presa, cuyo monto era de 6 millones de dólares. Es el prototipo de geólogo que usa su conocimiento para analizar el problema y resolverlo (figura 11).

Walter Russell (Kip Niven). Sismólogo.  Profeta. Terremoto (1974, M. Robson)

Ayudante recién graduado, graduate assistant en versión original. Sosa camisa a cuadros y pantalón de pana, lápiz sujeto por el pabellón auricular. ¿Son los 70 o es que es el uniforme de los geólogos? Es Walter Russell, investigador en el Instituto sismológico de California, con sede en Los Ángeles. despacho lleno de papeles y libros. Profesional muy aplicado, trabaja con el Dr. Adams, una eminencia en sismología. Lo que ignora Russell es que Adams y otro asistente han muerto en la grieta que estaban estudiando, durante un terremoto de una cierta intensidad. Una muerte muy geológica. Y no será la única.

Investigador brillante, el estudio de los sismogramas le permite pronosticar un terremoto de los gordos en Los Ángeles, el “Big One” en la falla de San Andrés. Palabras mayores. Por eso preferiría comprobar sus cálculos con Adams.

-Se que vas a reírte pero creo que vamos a tener un terremoto muy grande, probablemente hoy, como más tarde mañana y quisiera que el Doctor Adams comprobase mis cálculos. .

Pardillo de manual y tremendamente ingenuo, no cabe en su científica cabeza que tomar decisiones que pueden causar perjuicios económicos y sociales no es tan fácil. Y se enfrentará a su jefe, el Dr. Stockle. No le domina la ambición ni el protagonismo, no tiene ego, algo de agradecer en el mundo de los investigadores. Quizás le domina esa íntima satisfacción, ese culpable deseo de comprobar que sus hipótesis de trabajo son correctas, aunque esté ejerciendo de profeta apocalíptico con un boli de punta redonda y su acierto supondrá el final de miles de vidas y, entre otras las de la mayoría de sus compañeros de Instituto y quizás la suya propia. Se le ve entre cascotes y polvo, sin saber su destino. Sin duda, sus últimos pensamientos, mientras los cascotes del edificio tal vez lo aplasten será ¡soy el puto amo de la sismología! aunque, desgraciadamente quizás nadie lo sabrá.

La predicción llega al jefe del Instituto, el Dr. Stockle. Le pesa la responsabilidad. La eterna cuestión en las decisiones ¿creamos pánico innecesario o prevenimos ante una posibilidad por leve que sea? Ello le nubla el juicio. Llama a Russell, y, aunque lo ningunea por ser un simple ayudante recién graduado, las pruebas le dan un cierto repelús (figura 12).

La predicción de los sismos no es algo que se haya logrado. Se han estudiado diversos métodos, así el medio acuífero, ante estímulos de origen sísmico se pueden producir variaciones de las características del propio acuífero, variaciones en la piezometría o en las características fisico-químicas e isotópicas, así como en la presencia o contenido del gas radón (Martínez, 2010). No existe un método garantizado, surgiendo el dilema de causar el pánico entre la población con el caos subsiguiente y que sea una falsa alarma. Los jefes del asistente valoran la posibilidad del evento sísmico, pero no tienen la seguridad que se vaya a producir.

El hallazgo del cadáver  del Dr. Adams lleva a Stockle a prevenir a la Administración local. Y vuelta a repetir: miedo por alertar y que resulte una falsa alarma, miedo al ridículo, miedo a que se aproveche tu rival político.

El único terremoto predicho con éxito fue el terremoto de Haicheng (China) de febrero de 1975 con una magnitud de 7.5. Fueron evacuados un millón de habitantes, aunque murieron 2041 personas. La predicción se basó en la observación de cambios en el nivel del agua subterránea y del suelo a lo largo de los meses precedentes y comportamiento inusual y generalizado de los animales (Kelin Wang et al, 2006).

Figura 12. Poster del filme. Walter Russell exponiéndole el resultado de su investigación a su jefe, el Dr. Stockle. (Imagen propiedad de Universal Pictures, The Filmakers Group).

No es baladí la preocupación por parte de las autoridades ante dar la alarma frente a un posible terremoto y el pánico que ello puede causar. En enero del 2000 un autodenominado “Profesor Hancu” predijo un terremoto en Bucarest- que no se produjo – y que provocó la salida de miles de personas de la capital de Rumania (AFP, 2000). Profetas y sismólogos aficionados se mezclan en profetizar eventos sísmicos cataclísmicos. Para 2011 se había profetizado un terremoto apocalíptico en Roma, el 11 de mayo, por parte de Raffaele Bendandi, un sismólogo autodidacta muerto en 1979, aún y así, se habilitó un teléfono para tranquilizar a quién llamase. También un autodenominado “profesor Wang” aseguraba que, también el 11 de mayo de 2011- que obsesión con esa fecha – Taiwán sería azotado por un monstruoso terremoto de magnitud 14- ya puestos- al que seguirá un tsunami de 170 metros de alto – y sin vender los derechos a Hollywood -sembrando el pánico entre la población (BBC Mundo, 2011). Y curiosamente, el 11 de mayo de 2011 se produjo el terremoto de Lorca, de magnitud 5,2 y 9 muertos. Nadie lo predijo.

El 6 de abril de 2009 se produjo en L’Aquila (Italia) un sismo de 6,3 grados que causó 309 víctimas. Dicho terremoto había sido predicho  por el sismólogo italiano Giampaolo Giuliani, que había afirmado poseer pruebas concluyentes- incremento del gas radón- de que un gran terremotose produciría el 29 de marzo. Dicho investigador se paseó alarmando a la población mediante altavoces y llamando a los habitantes de L’Aquila a la evacuación ante lo que él había profetizado como un “terremoto devastador”.  Este no se produjo en la fecha prevista y debido a la alarma social causada, siete sismólogos ofrecieron una conferencia el 31 de marzo para tranquilizar a la población, considerando improbable un gran terremoto. Tras el sismo, estos sismólogos fueron condenados a seis años de prisión por homicidio culposo múltiple y lesiones por negligencia. Posteriormente, el tribunal de apelación absolvió a seis de los siete, con excepción del Subdirector del sector técnico del Departamento de la Protección Civil, Bernardo De Bernardinis, considerado culpable de estos cargos solo en algunos casos, aunque vio su pena rebajada a dos años de reclusión suspendida (El Periódico-Redacción, 2014).

Scott F. Wolter (himself) Geólogo forense. Misterios enterrados (serie documental. 4 temporadas, 2012-actualidad)

Personaje real- aunque podría ser de ficción – Scott F. Wolter, licenciado por la Universidad de Minnessota Duluth emplea su conocimiento en la geología forense en escudriñar misterios propios de la historia alternativa (figura 13). Protagoniza la serie documental “Misterios enterrados”, curiosa y contradictoria traducción del título original –America Unearthed– que viene a ser algo así como América desenterrada. Son cuatro temporadas, de momento, en las que, como insinúa el título original, Scott F. Wolter se dedica a investigar todos aquellos misterios misteriosos fuera de la historia oficial, basados en objetos a los que ningún científico serio ha dado credibilidad. Objetos fuera de su sitio y de su época. Así encontramos en los 49 episodios que componen la serie, mayas en Georgia, visitas de minoicos, hebreos, polinesios, fenicios y vikingos al Nuevo Continente, nórdicos gigantes en Minnesota, egipcios en el Gran Cañón, pirámides aztecas submarinas en un lago de Wisconsin, todos ellos llegados a Norteamérica en tiempos precolombinos. Aunque de todos ellos, los más recurrentes y por los que Wolter tiene especial predilección, son los caballeros templarios, y en especial el presunto caballero templario Henry I Sinclair, conde de las Orcadas, (1345-1400) que pudo visitar America del Norte, según una antigua y no probada teoría establecida a partir de unas dudosas cartas aparecidas en el siglo XVI.

Esta predilección por los templarios lo llevó a participar en otra serie documental emitida por el canal Historia y titulada “Piratas y templarios”, además de escribir un libro en 2009  –tiene varios- sobre el tema  y que se titula “The hooked x: key to the secret history of North America” en el que pergeña una teoría sobre la mencionada “X hooked o X enganchada”, una X con un rabito que encuentra cincelada en piedra allá donde viaja. Pero también, como quien o quiere la cosa, investiga conspiraciones de órdenes secretas, quién pudo ser Jack El destripador, busca el Arca de la Alianza,  o se da un garbeo por Luisiana buscando al Bigfoot.

WASP bien parecido, atlético. Visita el campo vestido de geólogo, con su mochila, cuchillo, botas, pantalones cortos y camisas anchas. También da conferencias sobre sus temas y escribe libros nada geológicos, además del mencionado, como The Kensington rune stone: compelling new evidence (2005) o  Akhenaten to the Founding Fathers: The Mysteries of the Hooked X (2012). Curiosamente, también ha publicado libros algo más geológicos sobre las ágatas del Lake Superior (Canadá, USA) en la región de los Grandes Lagos. 

En sus documentales le encanta rodearse de profanos o colegas a los que pueda dar sus charlas sin que le interrumpan u opongan otra interpretación. Y es que parece que le gusta oírse y que los demás le escuchen.

Su metodología se basa en estudiar muestras al microscopio electrónico 3D, buscando erosiones significativas; curiosamente no se le ve con un mapa geológico en la mano. Define un nuevo campo de investigación – la arqueopetrografía – o como él define, el uso de la geología para resolver misterios arqueológicos. Tiene gran confianza en sí mismo, con un punto de soberbia, llegando a discutir con el investigador del pequeño Museo de Historias y Misterios (Isla Hatteras, Carolina del Norte) sobre el misterio de la Colonia de Roanoke. También se muestra aparentemente escéptico frente a los zahories, aunque luego deja que le indiquen donde excavar. En el episodio 10 de la primera temporada, titulado La Cruz del desierto, investiga los denominados artefactos de Tucson, extraños objetos metálicos religiosos hallados en 1924 en el desierto de Arizona, y exclama impertérrito:

-¿Que hay aquí detrás? Aquí hay algo que parece un brontosaurio o un dinosaurio.  ¿Qué es? Parece que tiene lengua bífida. Esto puede indicarnos algo pero habrá que investigarlo.

Y  lo investiga con su inimitable estilo, concluyendo que esos artefactos son auténticos (!!!). Pero queda un cabo suelto, el dinosaurio de marras. Así que reflexiona:

-Nos queda lo que parece un dinosaurio tallado. Llevo mucho tiempo estudiando fósiles y nunca he oído hablar de ningún dinosaurio con lengua bífida. Tiene que ser un lagarto porque como estamos en el suroeste hay lagartos por todas partes yo creo que se trata de eso. No cabe duda que estamos ante la presencia de un  grupo precolombino de gente en el sur de Arizona entre los siglos VIII y IX. ¿Pero de quien se trata? A mi solo se me ocurre que fueran precursores de los caballeros templarios.

Y lo dice sin alterarse o sonrojarse, manteniendo su semblante sin gesto alguno. Un rostro pétreo. Muy geológico. Asombrosa línea de investigación, que le lleva a concluir que un graffiti que – a mis ojos – parece una inmensa gamberrada, fue realizado por templarios que llegaron a Arizona en épocas precolombinas.  Un hilo de razonamiento realmente sorprendente (figura 13).

Aunque nada debería sorprendernos en este tipo de documentales sobre historia alternativa. Quizás un día nos sorprenda con que la Atlántida está en Luisiana. Quién sabe.

Figura 13.- Scott F. Wolter. Geólogo forense en plena acción (imagen prodecente de imdb) , analizando con su microscopio restos arqueológicos muy peculiares (Imagen propiedad de Life to the Max TV – Ep. 221 «History’s ‘Rock’ Star» (Scott Wolter) (https://www.youtube.com/watch?v=ft_RbF6l8Zk). Y el dinosaurio-que-es-un-lagarto. Juzguen ustedes mismos. (Commitee Films/History Channel).

Discusión

La imagen del geólogo protagonista en el cine de ficción es bipolar. La vida personal es lamentable, de los aquí analizados, son solteros, divorciados o buscan pareja con un grado de desesperación variable.  Parece que su quehacer profesional condiciona su vida sentimental. Ninguno tiene hijos. Visten camisas a cuadros y están todo el día conduciendo 4×4 con suma pericia. No obstante, la mayoría son bien parecidos, están en buena forma y no sufren alopecia, a excepción de Kibbler, personaje construido para la befa y mofa del colectivo de geólogos en “The Big Bang Theory”. Sin problemas económicos aparentes. La vida laboral y profesional les va magníficamente bien.  Son triunfadores. Trabajan de geólogos – lo cual ya es un éxito -son reputados expertos en sus campos y son considerados buenos profesionales. En general postulan hipótesis a la postre acertadas y toman decisiones rápidas y correctas. Incluso para delinquir lo hacen con estilo. Quizás el personaje más logrado en el cine como geólogo, por su labor proselitista y el amor que profesa a la geología y que se palpa en cada una de las escenas de contenido o referencia geológica es Hans Mayer Plaza (José Sacristán) acompañado de unos magníficos diálogos y lenguaje técnico, evidencia de un gran asesoramiento, porque parafraseando el personaje “nada es tonto, nada es insignificante”, también en el mundo del cine.

En cuanto al cine documental, el personaje seleccionado, Scott F. Wolter,  quizás, por su temática, no encajaría entre los geólogos que protagonizan este tipo de cine, por cuanto su especialidad y, sobretodo, la orientación de sus  programas, se alejan mucho del concepto de geología clásica y didáctica, entrando dentro del subgénero conspiranoico, que también tiene sus fans.

Conclusión

Geólogos. Mitad gentes de ciencia, mitad aventureros. Investigan posibles catástrofes – erupciones, terremotos- o buscan cosas con valor económico o científico – petróleo, fósiles, diamantes, meteoritos – en ambos casos ideal para contar una buena historia. Se desplazan por paisajes y lugares -selvas, glaciares, montañas, cavernas, volcanes, desiertos, otros planetas – a cual más recóndito y hermoso. El ser humano frente a la naturaleza inhóspita. Otro punto más en su beneficio.  Hay peligros reales, riesgo vital, desafíos de difícil superación. Vivir la geología en el cine es una experiencia emocionante y épica. Con héroes de antaño. Y es que una roca da mucho de sí.

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