Tierra y Tecnología nº 54 | Autores: Almudena de la Losa Román1, Luis Moreno Merino1, Elisabeth Díaz-Losada1, Raquel Morales García1, Fabián López Olmedo1, Javier Heredia Díaz1, Carmen Serrano Hidalgo1, Carlos Baquedano Estévez 1, Juan José Durán Valsero1
1Instituto Geológico y Minero de España (IGME). Departamento de investigación en Recursos Geológicos. C/ Ríos Rosas 23, Madrid 28003. E-mail: a.delalosa@igme.es, l.moreno@igme.es, elisabeth.diaz@igme.es, r.morales@igme.es, fa.lopez@igme.es, j.heredia@igme.es, c.serrano@igme.es, c.baquedano@igme.es , jj.duran@igme.es
Resumen
El agua es un recurso indispensable para el desarrollo de la vida y, por extensión, de las ciudades. En el caso de Madrid, la existencia de agua subterránea condiciona de manera fundamental su historia. Su gran riqueza acuífera es conocida desde antiguo, como evidencia la red de viajes de agua o “qanats”, sus fuentes, manantiales, norias y otros elementos de aprovechamiento hídrico; algunos presentes ya desde la ocupación musulmana. Tradicionalmente, sus aguas han sido empleadas para el abastecimiento de la población, pero también por sus pretendidas propiedades curativas. Por ello, mostrar la historia y las singularidades de dos de las fuentes “milagrosas” más emblemáticas de la capital (la Fuente de la Salud y la Fuente de San Isidro), así como las de los balnearios más importantes de la Comunidad de Madrid (Balneario de la Margarita y de Carabaña), fue el tema principal de la tercera edición del Hidrogeodía 2019 de Madrid. A través de esta experiencia de divulgación de la hidrogeología, se puso de manifiesto la importancia de las aguas subterráneas, de las obras hidráulicas asociadas a su aprovechamiento, y de sus aplicaciones, todo ello ligado con las propiedades químicas de las mismas y su vinculación con los materiales que conforman el sustrato geológico que atraviesan.
Abstract
Water is an essential resource for the development of life and, by extension, of cities. In the case of Madrid, the existence of groundwater fundamentally conditions its history. Its great aquifer richness is well-known since ancient times as is evidenced by “viajes de agua” or “qanats”, sources, springs, ancient water wheels and other elements of water use, some of them are already present since the Muslim occupation. Traditionally, its waters have been used for the population supply, but also its curative properties. Therefore, showing the history and singularities of two of the most emblematic “miraculous” sources of the Spanish capital (Fuente de la Salud and Fuente de San Isidro), as well as the most important spas of the Madrid Community (Balneario de la Margarita and Carabaña), has been the main topic of the third edition of the Hydrogeoday 2019 of Madrid. This experience of hydrogeology dissemination has revealed the importance of groundwater, the hydraulic works associated with its use, and its applications, all of this linked to their chemical properties and their relation with the materials that constitute the geological substrate.
INTRODUCCIÓN
El agua en la Villa de Madrid ha sido un recurso especialmente valorado a lo largo de su historia. La primera referencia al agua la podemos encontrar en el escudo de armas de la capital antes del oso y el madroño. Éste se componía de un pedernal con dos eslabones echando chispas situados sobre ondas de agua, y bajo ellos una inscripción que decía: “Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son. Esta es mi insignia y blasón”. El texto claramente aludía, por un lado, a la riqueza acuífera del subsuelo de la ciudad y, por otro, a un efecto de “fuego” que producirían las chispas generadas por las flechas del enemigo al impactar en el sílex presente en los bloques de roca que conformaban la muralla medieval. También se establece una clara relación entre las aguas subterráneas y los oficios del patrón de la ciudad, San Isidro Labrador, que según cuenta la tradición, no sólo fue pocero, sino que también fue zahorí, tenía el don de encontrar aguas subterráneas.
Otro aspecto que apunta a la abundancia y relevancia del agua subterránea en Madrid es precisamente la etimología de su nombre (Oliver Asin, 1959; López Carcelén, 2004), que podría proceder de un híbrido de mayra (curso de agua en árabe) e it (del etum latino: abundancia), es decir, “donde abundan las mayras”. Otro posible origen del nombre de la villa se asocia al arroyo Matrice (“arroyo madre” en latín), posteriormente conocido como de San Pedro, descrito en 1202 en el Fuero de Madrid. Este arroyo pudo haber sido, según algunos estudiosos, la primera fuente de abastecimiento del poblado visigodo que precedió al Madrid musulmán y cuyo curso coincidía con la calle de Segovia (Oliver Asín, 1959).
El aprovechamiento de manantiales y arroyos podía haber sido suficiente para las primeras poblaciones. Sin embargo, al establecer Felipe II, a mediados del siglo XVI, la corte en esta población, el incremento de la demanda de agua potable hizo necesaria la ampliación de la red galerías de captación y conducción del agua subterránea, con la que ya contaba la ciudad, y que constituía una herencia de los árabes. La red de galerías pasó a ser el sistema de captación preferente para asegurar el abastecimiento de la ciudad en crecimiento. Esta forma de captación de aguas mediante galerías de drenaje es de origen persa y se denomina “qanats”. Si bien, en Madrid recibieron el nombre de “mayras” y actualmente se las conoce como “viajes de agua”. La infraestructura, que llegó a tener más 120 km de longitud de galerías, se ha mantenido operativa desde los inicios de la dominación musulmana hasta la primera mitad del siglo XX (Guerra, 2006).
Asociadas a estos viajes de agua, se encuentran gran parte de las fuentes públicas emblemáticas del casco histórico. Existen numerosos ejemplos en los que se atribuyen propiedades terapéuticas a manantiales y fuentes del entorno de la ciudad, lo que las hizo ganar en popularidad y celebridad, e incluso se llegaron a convertir en lugares de culto. En algunas de ellas, para garantizar su abastecimiento, se construyeron galerías de captación que adoptaron la forma constructiva de pequeños viajes de agua. De entre ellas elegimos dos: la fuente de La Salud, situada en el Parque del Oeste (Moncloa) y la de San Isidro, situada en las inmediaciones del cementerio que lleva el mismo nombre. Por otro lado, los balnearios de la Margarita y Carabaña servirán para estudiar las aguas minero-medicinales y las formaciones evaporíticas sobre las que se sitúan y son captadas.
El tema principal de la tercera edición del Hidrogeodía-Madrid 2019 ha sido mostrar la historia asociada y las singularidades de estas fuentes y balnearios. Esta experiencia de divulgación ha sido un éxito de participación y una buena ocasión para mostrar la importancia y relación de las aguas subterráneas con aspectos más desconocidos para el lego en la materia como son las aplicaciones terapéuticas de estas aguas (de las que se deriva su calificación como “milagrosas”), su calidad natural y las formas en las que puede verse degradada o se contaminan a causa de la actividad humana, el porqué de su presencia, etc. Y claro está, todo ello asociado y contextualizado en el marco de la gran diversidad geológica de la región de Madrid.
EL HIDROGEODIA MADRID 2019
El primer Hidrogeodía, tuvo lugar en el año 2017, se trata de una iniciativa promovida por la Asociación Internacional de Hidrogeólogos-Grupo Español (AIH-GE), en colaboración con diversos Organismos Públicos de Investigación y Universidades. Esta jornada tiene como precedente la experiencia del Geolodía, impulsado y coordinado por la Sociedad Geológica de España y la Asociación Española para la Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, evento ya consolidado con casi 20 años de experiencia.
El Hidrogeodía es una actividad orientada a la difusión de la hidrogeología y la concienciación de la vulnerabilidad y valor de las aguas subterráneas
El Hidrogeodía se celebra con motivo del Día Mundial del Agua (22 de marzo) y consta de actividades gratuitas, guiadas por hidrogeólogos/as y abiertas a todo tipo de público, sin importar sus conocimientos en la materia. La actividad está orientada a la difusión y puesta en relieve de la importancia vital que tienen los recursos hídricos subterráneos en la sociedad, así como su vulnerabilidad y necesidad de protección, a la vez que se ponen en valor los lugares histórico-culturales y elementos patrimoniales asociados a las aguas subterráneas. En la edición de 2019 se sumaron a esta iniciativa instituciones científicas radicadas en 19 provincias españolas y Andorra y contaron con la participación de cerca de 1.400 personas. En la Tabla I se muestra un resumen de las provincias en las que se desarrolló el Hidrogeodía 2019 y los títulos de las actividades realizadas.
En el caso de Madrid, el tema elegido fue: “Fuentes milagrosas y balnearios de Madrid: aguas subterráneas que sanan”. La jornada comenzó con la visita de la Fuente y el manantial de La Salud localizados en el Parque del Oeste (Moncloa), presentando los aspectos relativos a la procedencia de sus aguas, la relación con los viajes de agua de Madrid y las propiedades químicas de las mismas. Posteriormente, se visitó la Fuente de San Isidro, mostrando las historias y leyendas que hacen referencia a las propiedades milagrosas de sus aguas, las características del viaje de agua de San Isidro y la relación de los cementerios con las aguas subterráneas y de su problemática en cuanto a la posible afección a la calidad química de las mismas. Además, en esta parada también se realizó una descripción geológica de los materiales sobre los que se asienta el área metropolitana de Madrid, que son los que albergan el agua subterránea que abastece a la ciudad y de la que hace una gestión conjunta el Canal de Isabel II, para poder comprender muchos de los aspectos hidrogeológicos mostrados en las diversas paradas. Finalmente, se visitaron las localidades de Loeches y Carabaña para ver los restos de los Balnearios de la Margarita y Carabaña que aún se conservan (Fig. 1). Durante estas visitas se observaron las instalaciones ya en desuso de ambos balnearios, que sirvieron de escenario para llevar a cabo explicaciones de las cualidades y propiedades terapéuticas de estas aguas minero-medicinales.
ASPECTOS HIDROGEÓLOGICOS Y ENTORNO GEOLÓGICO DE MADRID
El área metropolitana de Madrid se asienta sobre una depresión tectónica terciaria rellena por sedimentos fluvio-lacustres, denominada Cuenca de Madrid (Calvo et al., 1989a; Alonso-Zarza et al., 2004). Forma parte de la cuenca hidrográfica del río Tajo y recoge las aguas que bajan desde la Sierra de Guadarrama hacia dicho río, tanto por el cauce de los ríos Manzanares y Jarama, como por el subsuelo, de forma subterránea.
Esta cuenca sedimentaria alberga el denominado Acuífero Terciario Detrítico de Madrid, constituido básicamente por una alternancia de arenas, margas y arenas arcillosas, procedentes de la erosión de la sierra. Se trata de un acuífero mayoritariamente libre, complejo, heterogéneo y anisótropo, recargado por el agua de lluvia, que descarga en los valles de los principales ríos y arroyos a través de fuentes y manantiales. La importancia del acuífero no solo radica en su extensión (5.500 km2), sino también en su gran espesor, alcanzando en algunas zonas (Montes de El Pardo) valores superiores a los 3.000 m.
Se trata además de poner en valor lugares histórico-culturales y elementos patrimoniales asociados a las aguas subterráneas
Desde el punto de vista geológico, el sustrato sobre el que se asienta Madrid y sus alrededores está formado por areniscas arcósicas y los conglomerados miocenos (Calvo et al., 1989a; Alonso-Zarza et al., 2004). Estos materiales, originalmente depositados por abanicos aluviales procedentes de la erosión de los relieves de la sierra, presentan una permeabilidad media a alta por porosidad intergranular, constituyendo excelentes acuíferos. Por otro lado, las terrazas fluviales, de composición parecida a los materiales ya descritos, presentan parámetros hidrogeológicos similares, permitiendo una conexión hidrogeológica entre los cursos principales de los ríos Manzanares y Jarama y el acuífero Terciario de Madrid. La sucesión del Mioceno de la Cuenca de Madrid fue dividida en tres grandes unidades denominadas: Unidad Inferior, Unidad Intermedia y Unidad Superior (Junco y Calvo, 1983), separadas entre sí por discontinuidades y con una clara tendencia progradante y granocreciente hacia el centro de la cuenca. En la capital y sus alrededores solo aparecen representadas la Unidad Inferior y la Intermedia (Fig. 3).
Los materiales más antiguos aflorantes, pertenecientes a la Unidad Inferior, están constituidos por una alternancia de yesos, lutitas, margas y areniscas que se localizan siempre en la parte baja del valle del Manzanares: Príncipe Pío, San Isidro y Vallecas. Por otro lado, los depósitos arcósicos más modernos se sitúan en las zonas más altas de la ciudad y de sus alrededores, tales como la Dehesa de la Villa, Fuencarral y el Monte de El Pardo. Entre ambos conjuntos se localiza otro tipo de depósitos arenosos sobre los que se asienta buena parte de la metrópoli, destacando como puntos de referencia la Ciudad Universitaria, Rosales, Bailén y la Casa de Campo, perteneciendo todos ellos a la Unidad Intermedia. Por último, los depósitos cuaternarios, localizados en las terrazas fluviales del río Manzanares, ocupan la parte baja del valle y se reconocen desde El Pardo, Madrid Río y hasta más allá de Vallecas. También se pueden identificar terrazas altas en la margen derecha del valle, tanto en El Pardo (IGME, 2000), como en la Casa de Campo (Calvo et al., 1989b).
VIAJES DE AGUA DE MADRID Y FUENTES ORNAMENTALES
Los viajes del agua (Fig. 4) eran un conjunto de conducciones subterráneas o semi-subterráneas que captaban y canalizaban en Madrid el agua de diferentes acuíferos situados en el subsuelo de la ciudad y su entorno.
Estas conducciones, de origen árabe y cuya construcción original data aproximadamente de los siglos IX al XI (durante la fundación y dominación árabe de Madrid), aparecen mencionadas por primera vez en el Fuero de Madrid de 1202. ]Su efectividad quedó demostrada ampliamente ya que fueron el principal medio de suministro de agua a la ciudad, tanto para consumo humano, como para regadío y ornamento (fuentes) desde su fundación hasta la creación del Canal de Isabel II, a mediados del siglo XIX, si bien la red árabe original sufrió sucesivas ampliaciones para aumentar su capacidad conforme Madrid fue aumentando su población.
Los viajes de agua surtían algunas instalaciones privadas y, sobre todo, fuentes públicas que se denominaban en función del arroyo de donde provenían. Éstas, a su vez, se clasificaban por la calidad de sus aguas. Así, había viajes de aguas finas (como los de la Alcubilla, Alto y Bajo Abroñigal, Castellana o Amaniel) y, por otro lado, de aguas gordas que eran las de la Fuente del Berro, Caños de Peral, Fuente de Leganitos, Prado de San Jerónimo, Atocha, Neptuno, Toledo, Meaques, Casa de Vacas o Fuente de la Casa de Campo entre otras (Pinto, et al., 2010; López Carcelén, 2004). Las primeras eran las más apreciadas para el consumo humano, mientras que las aguas gordas, aunque potables, eran empleadas generalmente para regadío o limpieza. Esta clasificación se debía a que las fuentes de aguas finas eran aquellas más cercanas a la acometida de la ciudad, mientras que las fuentes de aguas gordas eran aquellas donde finalizaba el viaje de agua, por lo que arrastraba más cal e impurezas. No obstante, la calidad de estas aguas, también estaba influida, tanto por las características litológicas de la zona de captación, como por la posibilidad de verse afectadas por los vertidos o residuos urbanos.
Para el Hidrogeodía Madrid 2019 se han seleccionado dos fuentes emblemáticas asociadas a viajes de agua y a las que se han atribuido propiedades curativas
Para el Hidrogeodía Madrid 2019 se han seleccionado dos fuentes emblemáticas de Madrid, ambas asociadas a viajes de agua y cuyo uso tradicionalmente ha sido importante en la capital, pero, sobre todo, por tratarse de fuentes a las que se les atribuyen propiedades curativas.
Fuente de la Salud
El Manantial de la Salud del arroyo de San Bernardino y la Fuente de la Salud son dos enclaves hídricos del Madrid histórico (Fig. 5). [Esta fuente data del S. XVIII, Pedro de Ribera construyó la Puerta de San Vicente, situada al final del paseo de la Virgen del Puerto y diseñó también la Fuente de la Salud, localizada en el actual Parque del Oeste. El agua de la fuente, durante este siglo disminuyó tanto en calidad como cantidad debido a factores como el clima, la demografía y desperfectos ocasionados como resultado de la falta de mantenimiento y actos vandálicos.
En 1726, y como parte de las obras del Paseo de la Virgen del Puerto, la Junta de Fuentes decidió construir el nuevo viaje de la Fuente de la Salud o de San Bernardino. Este viaje es el que se encuentra más al oeste de Madrid. Llevaba agua desde el cerro del Pimiento en el camino del Pardo, hasta las proximidades de la calle Segovia y se construyó principalmente para abastecer a las ermitas, fuentes y plantíos de la zona. Es probable que la Fuente de la Salud se tratase de una galería de drenaje excavada en una de las márgenes del Arroyo de San Bernardino. Próximo al emplazamiento en el que se ubica esta fuente, ya aparecía un manantial en el plano de Nogueira 1848 (Noguera, 1848), aunque la configuración actual es posterior a la Guerra civil, porque el lugar que hoy ocupa era hasta entonces parte del antiguo curso del arroyo desde el lago superior y que todavía existe (Ayuntamiento de Madrid, 2019).
A lo largo de los años, ha existido la creencia de que estas aguas son milagrosas y tienen un poder medicinal, siendo beneficiosas para el estómago, el hígado y el tiroides (Remón, 1994). Hasta las últimas décadas del siglo pasado todavía se podían ver vecinos llenando garrafas de agua de grandes dimensiones. Tal era la popularidad de sus aguas, que se pensó en construir un balneario hasta que en los años 60 del pasado siglo se comprobó que estas aguas estaban contaminadas por infiltraciones procedentes de pérdidas del alcantarillado del barrio de Argüelles, decidiéndose clausurar sus caños. Posteriormente, se pensó recuperar la fuente con aguas de la red del río Lozoya, proyecto que nunca se llegó a realizar (Ayuntamiento de Madrid, 2019). Actualmente, la galería de drenaje que alimenta la Fuente sigue activa, aunque muy mermada en su recarga por los efectos de barrera impermeable que supone la urbanización del terreno.
Estas aguas no estaban, ni están, sometidas a control sanitario alguno, por lo que, al no ofrecer garantías sanitarias, no deben ser utilizadas para consumo humano.
El parque del Oeste tiene una morfología compleja que favorece la aparición de valles y colinas. El eje central del parque está en su cota más baja, donde se encuentra la ría, construida sobre el arroyo de San Bernardino. Esta zona al encontrarse a menor cota, constituye una zona de descarga de todas las aguas que llegan a esa área. Además, el intenso abonado al que se encuentra sometida la zona, ha favorecido la presencia de nitratos en las aguas de la Fuente de la Salud en determinados periodos del año. Por este motivo, el Ayuntamiento de Madrid, decidió declarar o rotular estas aguas como no potables.
Fuente de San Isidro
La Fuente de San Isidro (Fig. 6) se localiza en la Ermita del Santo (conocida también como Ermita de San Isidro del Campo), en las proximidades del cementerio Sacramental de San Isidro (distrito de Carabanchel). Este manantial data del siglo XII y son muchas las narraciones populares que atribuyen propiedades milagrosas a sus aguas.
Las historias acerca de las aguas milagrosas de esta fuente, llegaron a oídos de palacio y en el año 1528 se edificó una ermita en el lugar, por orden de la emperatriz Doña Isabel, después de que su hijo, Felipe II, recobrara la salud al tomar agua de la fuente. Posteriormente, en 1811, Don Baltasar de Zúñiga, marqués de Valero, construyó la ermita actual sobre el ábside del Cementerio Sacramental del San Isidro (Arte en Madrid, 2011). Así pues, la ciudad de Madrid celebra la festividad del que es su patrón desde el siglo XVIII: San Isidro labrador. Un santo, pocero y zahorí madrileño de finales del siglo XI cuya historia y fiesta tienen una estrecha relación con el agua.
El viaje de agua de San Isidro está relacionado con esta fuente histórica. Este viaje discurre bajo el cementerio, con 5-6 pozos de registro y unos 300 m de longitud, finalizando en la célebre fuente. Actualmente del Viaje de la Fuente de San Isidro, se conservan algunos tramos aislados, solo quedan en buen estado las galerías interiores del cementerio, todo lo demás se encuentra en vías de desaparición. El cementerio de San Isidro, el viaje de agua y la fuente se encuentran estrechamente vinculadas, el impacto más importante que pueden sufrir es la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, principalmente debido a microorganismos (IGME, 2013).
Durante la parada en la Fuente de San Isidro se explicó, además de su funcionamiento, cómo los cementerios representan un riesgo de contaminación de las aguas subterráneas, si no están bien diseñados y construidos, ya que se generan sustancias (necrolixiviado) que pueden fácilmente alcanzar el acuífero subyacente y contaminarlo. Se incidió en el efecto de protección natural que ejerce el terreno y la profundidad del nivel freático, así como las propiedades del terreno que condicionan que los contaminantes se degraden o viajen más o menos rápido hacia las aguas subterráneas. Además, se mostró la importancia del correcto emplazamiento del cementerio, desde un punto de vista geológico-hidrogeológico, en la protección de las aguas subterráneas del acuífero subyacente (IGME, 2013).
Tradicionalmente, las aguas subterráneas que surgían en esta fuente se han consumido durante la festividad del patrón de Madrid, San Isidro., Por este motivo, éstas han sido analizadas en varias ocasiones (Hernández García, 1999; Ayuntamiento de Madrid, 1980), mostrando que no son potables. Presentan elevados contenidos en especies mayoritarias tales como bicarbonatos (323,3 mg/l), sulfatos (509,5 mg/l), cloruros (120,5 mg/l), magnesio (76,3 mg/l), calcio (148,8 mg/l) y sodio (158,8 mg/l). Estas concentraciones son en parte reflejo de las características del terreno por el que circulan. Pero también se observan notables contenidos en microorganismos totales (5.250 UFC/100 ml), estreptococos fecales (1.050 UFC/100 ml) y coliformes (950 UFC/ml), coliformes fecales y los clostidrium sulfitorreductores aparecen en algunas ocasiones. Estas sustancias no proceden de forma natural del terreno s.s., sino que pueden estar asociados al necrolixiviado procedente del propio cementerio. Además, se registraron elevados contenidos en nitratos (200 mg/l) y presencia de nitritos (0,1 mg/l) y amonio (1,95 mg/l), signo de contaminación reciente por presencia de residuos o materia orgánica. El problema se palió con la instalación de una planta ozonificadora que elimina tanto compuestos orgánicos como inorgánicos. En la actualidad, la fuente está clausurada y no es posible tomar agua de la misma. No obstante, en la festividad de San Isidro, día en el que la gente de Madrid acude en masa a beber agua de la fuente para cumplir con la tradición, el agua que se suministra es potable, ya que procede de un depósito en el cual el agua se somete a previa ozonificación, De este modo se satisface la sed de los devotos, sin arriesgar su salud.
BALNEARIOS DE MADRID: LOECHES Y CARABAÑA
La Comunidad de Madrid se ha caracterizado por la presencia de un elevado número de manantiales considerados minero-medicinales (IGME, 1995). Muchos de ellos han desaparecido debido al desarrollo urbanístico y en el caso que nos ocupa, los establecimientos balnearios asociados a los mismos se encuentran inactivos.
Uno de los principales factores que condiciona la presencia de manantiales mineromedicinales en una zona, es la composición del subsuelo y su estructura geológica. Estos manantiales surgen cuando se dan ciertas condiciones de temperatura, litología, estructura geológica, etc., que les permite surgir en superficie y mostrar aguas de mineralización especial. La Comunidad de Madrid está caracterizada por una gran riqueza geológica. En una distancia muy reducida, apenas 40 km, podemos pasar desde las formaciones graníticas de la sierra de Guadarrama, a los conglomerados y arcosas de la zona central y a los yesos y calizas del tercio sureste. Esta variedad geológica se refleja de forma directa en la composición de las aguas subterráneas pues la lluvia al infiltrarse, interacciona con los materiales geológicos y al disolverlos adquiere diferente tipo de iones característicos de la litología que haya atravesado. Así, los manantiales y ríos procedentes de la sierra dan lugar a aguas de excelente calidad y muy baja mineralización. Por otro lado, en el gran acuífero detrítico terciario de Madrid se captan aguas más mineralizadas aunque mantienen su calidad para abastecimiento, mientras que sobre los carbonatos del sureste las aguas son duras y de mineralización media llegando a ser sulfatadas, muy mineralizadas y en ocasiones no aptas para el consumo, sobre todo las que tienen contacto con yesos o sales más solubles que constituyen el sustrato de los principales valles de ese sector.
Estas aguas son las que atraviesan las evaporitas de origen químico que forman parte del relleno de la cuenca terciaria. Abundan en el sector más meridional y allí predominan las litologías de yesos con alternancia de niveles margosos, constituyendo una sucesión poco permeable. Es precisamente sobre este tipo de afloramientos salinos, donde el defecto en ocasiones se convierte en virtud y aguas que no podrían ser empleadas en agricultura, ni mucho menos para el abastecimiento a las poblaciones, resultan un eficaz y activo medicamento. En definitiva, su máximo aprovechamiento ha venido siendo como aguas minerales y mineromedicinales. En consecuencia, su explotación se convirtió en una fuente de riqueza que perduró durante varias generaciones.
También se han visitado el Balneario de la Margarita y el de Carabaña, ya en desuso, pero con un floreciente pasado por sus aguas mineromedicinales. Supusieron una gran fuente de riqueza que perduró durante varias generaciones
Este es el caso de las aguas de los Balnearios visitados durante el Hidrogeodía de Madrid 2019: El Balneario de la Margarita y el de Carabaña.
Balneario de la Margarita
Los Baños de La Margarita se localizan en el municipio de Loeches, al este de la Comunidad de Madrid. La localidad se asienta a 647 m s.n.m., en la margen izquierda de la vega del río Jarama y su afluente el arroyo Pantueña, sobre un relieve poco accidentado que enlaza hacia el este con las zonas fuertemente escarpadas que dan paso a los altiplanos del Páramo de la Alcarria.
En el escudo de esta localidad se puede observar en su parte central, la presencia de un chorro de agua que recuerda las aguas minero-medicinales que durante más de un siglo han caracterizado a la localidad y que surtían a dos balnearios que allí estaban ubicados: “La Maravilla” y “La Margarita”. Éste último fue el primero que se fundó y en el que se descubrieron las propiedades minero-medicinales de las aguas.
Desde el punto de vista geológico (Fig. 7), el Balneario de la Margarita se localiza sobre materiales neógenos formados por arcillas marrones y margas grises con cristales de yeso especular y diagenético (IGME, 1990). Los materiales arcillosos se explotan activamente por la industria cerámica de la zona. Estas arcillas alternan con niveles de limos y arenas micáceas que pueden llegar a formar capas de hasta varios metros de espesor. Bajo esta unidad cartográfica, y por cambio lateral de facies, se encuentran yesos masivos y yesos tableados. Desde el punto de vista hidrogeológico, estos materiales no constituyen un acuífero de gran entidad, aunque los materiales más arenosos pueden almacenar pequeñas cantidades de agua, configurando pequeños acuíferos de interés local, actuando en este caso las margas como su base impermeable.
Aunque se conocía la existencia de aguas minero-medicinales en el entorno de Loeches, citadas por Pascual Madoz en 1847, no es hasta 1850 cuando se descubren las propiedades de las aguas de la Margarita. El balneario se desarrolló en varias etapas (García-Orea Álvarez y Barrera Morate, 1994), siendo un negocio muy provechoso pues no sólo generaba ingresos derivados del uso de las aguas, sino de servicios paralelos como el hospedaje y el transporte, el consumo de medicamentos o la venta y distribución de agua embotellada en Madrid (Fig. 8).
Por ello, en 1955 se constituyó la «Sociedad Filantrópica de Los Baños Minerales de La Margarita». Esta sociedad amplió los baños, dando una mayor proyección de futuro a esta industria. Así, a finales del siglo XIX, el balneario se perfila con unas instalaciones bastante lujosas (García-Orea Álvarez y Barrera Morate, 1994). El balneario estuvo funcionando hasta 1920, cuando sus terrenos fueron comprados por la familia Chávarri, propietarios de la explotación “Aguas de Carabaña”, su agua embotellada se comercializó hasta la década de los años sesenta del siglo pasado (Calvo Rebollar, 2013). Actualmente, la finca donde se ubicaba el balneario de la Margarita se encuentra en muy mal estado, aunque todavía se conserva en pie el templete del pozo del que se sacaba el agua y alguna bañera que hoy en día se utiliza como jardinera (Fig.9).
La composición química de las aguas de un manantial depende de las sustancias que encuentra el agua de lluvia al infiltrarse y circular en el acuífero, de la solubilidad de los materiales del terreno por los que circulan y de su tiempo de contacto. En este caso, la composición es debida al paso por estratos de roca con gran cantidad de iones sulfato y cloruro sódico-magnésico, procedentes de los minerales presentes en las rocas que atraviesan: thenardita, glauberita y sal gema (Hernández Torres et al., 2002).
Las aguas del Balneario de La Margarita fueron designadas inicialmente como salinas, sulfatadas-sódico-magnésicas, y catalogadas como “sulfatadas frías” (no más de 10oC). Eran aguas cristalinas, incoloras e inodoras, de un sabor salado y ligeramente amargo (García-Orea Álvarez y Barrera Morate, 1994).
Respecto a las propiedades terapéuticas, vistas con la perspectiva del conocimiento médico del siglo XIX, las características químicas revelaban su idoneidad para tratamientos por sus cualidades activadoras de la circulación, sus efectos purgantes y laxantes, y el poder diurético y estimulador de la piel. En las memorias anuales del balneario, que se realizaron hasta el año 1900, se detallan hasta siete tipos de enfermedades para las que estaban indicadas las aguas de Loeches: enfermedades linfático-escrofulosas, enfermedades de la piel, enfermedades del aparato digestivo, enfermedades del aparato locomotor, enfermedades propias de la mujer, enfermedades del sistema nervioso y enfermedades venéreas (López Chavarri, 1864). Las memorias recogían al final una estadística de los casos curados, aliviados, sin resultados o exacerbados en cada una de las enfermedades tratadas, de manera que, con el tiempo, la experiencia adquirida fue reorientando cuáles serían las mejores cualidades terapéuticas de las aguas.
Balneario de Carabaña
Al Balneario de Carabaña (Fig. 10) y a su manantial se puede llegar por las carreteras de Tielmes o Villarejo de Salvanés, aunque la forma más cómoda de llegar es a través de la autovía de Valencia, tomando la carretera que lleva desde Tielmes a Carabaña. En el PK. 7,800 se encuentra, a un lado las instalaciones de la embotelladora y al otro la central térmica y el camino de acceso al Balneario.
La fundación de la población de Carabaña está fechada en el año 53 a.C., en plena romanización de la península, y es seguro que los habitantes de la región conocían de sobra la presencia de manantiales de aguas amargas, pero como veremos más adelante, el uso y conocimiento general de las aguas de Carabaña es más reciente (Sánchez Vigil, 1991, 1999). Existen referencias muy antiguas de la existencia de una charca cerca del paraje conocido como Cerro de la Cabeza Gorda, del cual nacía el arroyo de las salinas, a orillas del río Tajuña, manantial que finalmente dio lugar a la explotación de las aguas minero-medicinales que conocemos como de Carabaña.
En 1883, Gabriel de la Puerta y J. Chávarri iniciaron la explotación del agua subterránea con el nombre de “La Favorita”, siendo declarada como minero-medicinal por R.O. del 11 de diciembre de 1883 y posteriormente, en 1928 como de utilidad pública, según consta en la Gaceta de Madrid nº 127 del 6 de Mayo de ese año.
Para comprender la particular composición de las aguas de Carabaña basta con observar el mapa geológico de la zona (Fig. 11). Durante el Mioceno (periodo geológico que abarca desde 5 y 25 millones de años), esta zona estaba cubierta por un gran sistema lacustre de carácter endorreico.
El carácter endorreico de este sistema en aquella época y la desecación que trajo consigo la evolución climática, provocó la precipitación de grandes depósitos de sales evaporíticas, carbonatos, sulfatos y cloruros. Las aguas subterráneas que han ido atravesando estos depósitos han incorporado por disolución parte de estas sales, hecho que queda reflejado en su composición química. Cuando estas aguas subterráneas afloran en superficie de manera natural dan origen a manantiales tan particulares como los de Carabaña. Se puede deducir que su composición química proviene de la disolución de glauberita o thenardita (sulfato de sodio), mineral este último propio de lagos de regiones desérticas (régimen climático que experimentó Madrid en la época durante la que se produjo la precipitación de los grandes depósitos de sales previamente mencionados). En la provincia de Madrid se encuentran varios yacimientos, de importancia industrial, de sulfato de sodio.
El agua se captaba en un sistema de pozos y galerías. Así, enfrente de la fachada principal del Hotel se encuentra el pozo «Plaza» (o del Templete, hoy desaparecido) y junto a él, «La Minilla», una serie de galerías escavadas en la base del cerro con el fin de aumentar el caudal y conducir el agua hasta el pozo principal. Las torretas de ladrillo que protegen los diferentes pozos se pueden ver al subir la pendiente, corresponden al de “Alcalá” (de 27,45 metros de profundidad) que suministraba el agua para la extracción de las sales, el de “Santa Marta” de 25,71 metros y el pozo “Noria” de más de 28 metros. Pero había mucho más: “Central”, “San José”, “Cabeza Gorda” y “La Favorita”.
La Tabla II muestra el análisis de componentes mayoritarios del agua de Carabaña que se envasaba y el de las cuatro surgencias principales próximas a esta.
El agua de cada uno de ellos mostraba una composición química algo diferente por lo que se le adjudicaron usos y propiedades específicas. El Agua de Carabaña, cuyo componente principal es precisamente el sulfato sódico (que le confiere un intenso sabor salino y algo picante), se convirtió en el medicamento de referencia para tratar estreñimientos y, en general, cualquier tipo de afección que requiriera, según los criterios médicos de la época, de una purga suave. Además del agua, también se aprovecharon las sales para la fabricación de diversos productos cosméticos o medicinales (Fig. 12).
A principios de los años noventa, la distribución del agua de Carabañas se limitó a farmacias o uso balneario, pues la normativa comunitaria no permitía otros canales de distribución o uso para las aguas minero-medicinales.
En la actualidad no existe ningún tipo de explotación comercial de estas aguas. Cuando cesó la actividad comercial, a pesar de no contar con ningún tipo de publicidad, seguían vendiéndose más de 300.000 botellas al año, no sólo en España, sino en Cuba, Estados Unidos, Francia o Panamá, que consumía más de 100.000 botellas al año. El desarrollo de nuevas terapias y medicamentos más seguros relegó el uso de este tipo de aguas. Además, la mala gestión de la empresa condujo al cierre de la embotelladora. Posteriormente, en el 2010 se intentó retomar la actividad del balneario como Hotel Rural Balneario de Carabaña, aunque la actividad cesó en 2013.
CONCLUSIÓN
A lo largo de la historia de la humanidad, todas las culturas han encontrado en el agua remedio a sus dolencias. En especial, los manantiales se han convertido con frecuencia en lugares de búsqueda de aquellas aguas milagrosas capaces de curar lo que tristemente escapaba a la medicina. Algunos de estos lugares alcanzaron fama por las bondades de sus aguas y llegaron a convertirse en reconocidos balnearios.
Resulta poco conocido que la existencia de estas manifestaciones naturales tiene su origen y desarrollo en la naturaleza del sustrato geológico. Lamentablemente, para la mayoría de la gente, las claves de su funcionamiento permanecen ocultas. Además, el desarrollo de la medicina moderna, la urbanización y la universalización del agua de calidad, ha hecho que poco a poco se vaya olvidando la existencia de fuentes, a las que en otro tiempo se atribuyeron propiedades curativas.
Las actividades de divulgación científica como el Hidrogeodía, centrado en las aguas subterráneas, permiten conectar al público en general con el conocimiento científico de aspectos poco conocidos de su entorno natural, desvelando el misterio de las fuentes “milagrosas” y balnearios de Madrid.
El éxito que están teniendo estas jornadas, edición tras edición, demuestra que el interés por aspectos relacionados con esta área de conocimiento, la hidrogeología, es mucho mayor del que a primera vista pudiera imaginarse. Constituye, por tanto, una nueva experiencia de divulgación dando la visibilidad que de forma natural no tienen, a las aguas subterráneas. Al fin y al cabo, tienen relación con uno de los elementos primarios y esenciales en la existencia de la vida, el desarrollo de las civilizaciones, la prosperidad y el bienestar: el agua.
Esperamos e invitamos a que cada vez más grupos de investigación, universidades, Organismos Públicos de Investigación y otras entidades públicas o privadas, se animen a colaborar en la organización de estas jornadas para que en próximas ediciones puedan cubrirse todas las provincias españolas.
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos la colaboración a todas aquellas personas que nos facilitaron el acceso a los lugares de visita, en especial a Pedro Rodríguez, actual propietario del Balneario de Carabaña. También a María Izaskun Izaguirre, farmacéutica de Carabaña, que tan amablemente nos enseñó su pequeño museo de productos relacionados con las aguas de Carabaña: etiquetas, botellas antiguas, sales, etc. También queremos agradecer la colaboración de Javier González Yélamos (Profesor titular del Departamento de Geología y Geoquímica de la UAM) y a José Antonio Arribas del Departamento de Inspección Central de Aguas de consumo del Ayuntamiento de Madrid.
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