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Hoy es un día de celebración y de agradecimiento a la Naturaleza por habernos concedido habitar este territorio fantástico de “Volcanes de Calatrava, Ciudad Real”, finalmente Geoparque UNESCO. Hoy es un día importante para la Ciencia española: para la Ciencia de la Geología. Es un día importante, además, para el territorio geológico más antiguo de la Península Ibérica: el Macizo Ibérico. Hoy, al Macizo Ibérico, se le reconoce que es singular, que es especial, y que merece la atención geoturística y científica y divulgativa de la globalidad del planeta.

Y de este amplio territorio que es el Macizo Ibérico, hoy, la UNESCO, reconoce que una porción de unos 4.400 km2 es especialmente singular: el territorio del ya Geoparque UNESCO “Volcanes de Calatrava, Ciudad Real”. ¿Y por qué estos 4.400 km2 son tan especiales para el planeta? Pues porque en esta porción de terreno (durante los últimos 450-500 millones de años) han ocurrido unas condiciones geológicas tales que han permitido que, bajo su superficie, en el Manto terrestre, se generaran magmas en, al menos, tres ocasiones: éste es el “hilo conductor” de nuestro Geoparque. Además, en, al menos, esas tres ocasiones, los magmas alcanzaron la superficie de la Corteza terrestre, generando, así, volcanes.

Inicialmente, hace unos 440 millones de años (Ordovícico-Silúrico), en el territorio que hoy es la comarca minera de Almadén, a latitudes australes casi polares, surgió un volcanismo de composición muy anómala y muy explosivo -de tipo surtseyano-, cuyos depósitos impregnaron lo que otrora fueron arenas playeras de varios metales, de entre los cuales destaca, sin duda, el mercurio. Así se formó el que es, simplemente, el mayor reservorio mundial de mercurio: la base de Almadén Patrimonio de la Humanidad UNESCO y de uno de los 100 lugares geológicos mundiales más relevantes.

Posteriormente, hace unos 300 millones de años (Carbonífero), un nuevo episodio volcánico relacionado probablemente con la génesis de intrusiones plutónicas graníticas hoy dispersas por la provincia, a latitudes ya no polares sino ecuatoriales, y en un entorno ya no gélido sino cálido, pleno de vegetación dispuesta en una zona de litoral marino, en una cuenca tectónica subsidente de reducidas dimensiones, y entre capas y capas de restos orgánicos vegetales y animales -luego capas de carbón-, vuelve a surgir un volcanismo. Así, en lo que actualmente es la comarca minera de Puertollano, se creó toda una “Pompeya paleobotánica”, con restos fósiles tan perfectamente conservados que su estudio determina y muestra las claves paleontológicas en una etapa vital en la taxonomía de la vida animal y vegetal planetaria.

Por último, hace unos 7,4 millones de años (Mioceno superior) y hasta los tiempos pleistocenos (hasta hace 700.000 años), un nuevo episodio volcánico comenzó a concretarse en parte de la provincia de Ciudad Real: la comarca del Campo de Calatrava. Este volcanismo ya no era marino u ocurría cerca del mar, no; ahora, este volcanismo ocurría en el interior de una placa tectónica: era un volcanismo intraplaca. Esta circunstancia es ya, per se, de una gran singularidad geológica, pero no es la única. En efecto, si por algo destaca, además, este volcanismo calatravo es por tener una actividad volcánica monogenética, estromboliana e hidromagmática, y porque ha generado rocas alcalinas y ultraalcalinas, poco evolucionadas (basaltos, basanitas, nefelinitas olivínicas y melilititas olivínicas) e, incluso, localmente escasísimas rocas a nivel mundial como rocas ultrapotásicas (leucititas olivínicas) y carbonatitas. Relictos de aquel volcanismo extinto pueden observarse hoy en numerosas fuentes y hervideros.

Pedro Rincón Calero
Director Científico Geoparque “Volcanes de Calatrava, Ciudad Real”.
Colegiado ICOG nº 3.837