ARTE EN PIEDRA: UNA PERSPECTIVA GEOLÓGICA DE LA EXPOSICIÓN DE ESCULTURA ABSTRACTA EN PIEDRA CELEBRADA EN EL EDIFICO LA PEDRERA-CASA MILÀ DE GAUDÍ EN BARCELONA.

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Por Joan Martinez-Bofill1), Sergi Plans2) y Marga Viza2)

  1. GEOMAR Enginyeria del Terreny, SLP
  2. FUNDACIÓ CATALUNYA -LA PEDRERA

Presentación de la exposición

Desde la antigüedad, la piedra ha sido fundamental para el desarrollo material y espiritual de la humanidad, y, por eso, se ha cargado de valores simbólicos y sociales que transcienden su propia materialidad. Pero la piedra desempeña, también, un papel fundamental en la evolución de la escultura moderna.

La exposición «Arte en piedra», comisariada por Penelope Curtis, historiadora del arte —y exdirectora de la Tate Britain de Londres y del Museu Calouste Gulbenkian de Lisboa—, reúne una rigurosa selección de más de ochenta obras procedentes de varias colecciones públicas y privadas. La muestra celebra la estructura de piedra de la Casa Milà —popularmente conocida como La Pedrera (‘La Cantera’)— y coloca en el interior del edificio de Antoni Gaudí algunas de las tallas tardías de esta generación pionera. La muestra reúne a ocho escultores y escultoras históricos, nacidos entre finales del siglo XIX y principios del XX: Hans Arp, Louise Bourgeois, Eduardo Chillida, Naum Gabo, Barbara Hepworth, Henry Moore, Isamu Noguchi y Jorge Oteiza, que fueron prácticamente contemporáneos; describe sus caminos artísticos, a menudo paralelos, para explorar estas nuevas vías de expresión, y señala sus puntos de confluencia.

Figura 1. Edificio de la Pedrera del arquitecto Antoni Gaudí, sede de la exposición Arte en Piedra

Además de estas obras abstractas, que entrarán en diálogo con La Pedrera, y de las fotografías que Aglaia Konrad ha realizado en las canteras de Carrara, una sección complementaria permite ver que los «pioneros» de la escultura moderna han estimulado a la siguiente generación —Xavier Corberó, Stephen Cox, Luciano Fabro, Barry Flanagan, Cristina Iglesias, Anish Kapoor, Ettore Spalletti y Alison Wilding—, y también que la piedra ha sido inspiración de nuevas formas conceptuales de trabajar.

Figura 2. Barbara Hepworth, abanderada de esta nueva generación que renovó la escultura, trabajando en la obra Memorial Scupture to Duncan MacDonald. Verano de 1950.  Fotografía: Peter Keen

Arte en Piedra. Una perspectiva geológica

La Tierra es un planeta vivo, y fruto de su intensa dinámica interna y externa origina una gran variedad de rocas. La fusión de rocas en el manto terrestre, genera grandes volúmenes de magma que tienden a subir a la superficie a través de las dorsales oceánicas formando nuevas rocas ígneas. Este proceso provoca, al mismo tiempo, que las placas tectónicas crezcan y se desplacen, colisionando entre ellas y dando lugar a su vez a nuevos magmas durante el proceso de subducción. Es por tanto un proceso cíclico que se retroalimenta.

Las rocas expuestas en la superficie terrestre tienden a degradarse por la acción de los agentes meteóricos, se fragmentan y producen sedimentos que son transportados, sedimentados y consolidados, dando lugar a rocas sedimentarias. Los mares y la atmósfera son dos elementos básicos de la actividad biológica que permite que se formen nuevas rocas generadas por procesos orgánicos y químicos. Por otro lado, el movimiento de las placas tectónicas provoca que colisionen entre ellas y, de este modo, emergen las grandes cordilleras, como el Himalaya, los Andes, los Alpes y los Pirineos. En estas zonas, las presiones y las altas temperaturas provocan cambios en las rocas preexistentes, en un proceso denominado metamorfismo.

Así pues, las rocas se dividen en tres grandes grupos: las rocas ígneas, las rocas sedimentarias y las rocas metamórficas, que forman un ciclo completo.

La Tierra es, pues, un sistema geológico activo en el que se generan, se transforman y se destruyen rocas, en un proceso totalmente dinámico. Los volcanes, los terremotos, los tsunamis, las grandes cordilleras o los desiertos son ejemplos de esta actividad constante de la Tierra. Los grandes fenómenos geológicos que contemplamos desde el punto de vista de los seres humanos, a menudo son catastróficos, y han impactado en las personas despertando la imaginación de los primeros artistas y generando deidades como Gaia y Tetis, en la Antigua Grecia, Vulcano en el Impero romano, Xiuhtecuhtli entre los aztecas o la diosa Pele en Hawái.

El público no especializado también tiene la necesidad de entender los fenómenos que se producen a su alrededor. A menudo, sin embargo, como seres humanos, no podemos comprender el alcance de los fenómenos geológicos, ni siquiera en parte. La simple presencia de conchas marinas fosilizadas en lo alto de las montañas nos interpela directamente, y nos genera preguntas difícilmente resolubles, a las que las religiones, desde los tiempos más remotos, se afanaron en dar una explicación, muchas veces creando dilemas morales en la sociedad y, especialmente, entre la comunidad científica, como el diluvio universal o la teoría de la evolución de las especies de Darwin.

La espiritualidad de la humanidad está íntimamente conectada con la geología. ¿Quién no ha recogido arena en una playa, un canto rodado por la acción de un río, una roca en la cima de una montaña o un fragmento de lava que, movidos por la imaginación, nos transportan al centro de la Tierra? También la creencia de los poderes curativos de los cristales y los minerales, las lámparas de sal… Tenemos la necesidad de estar conectados al planeta que nos acoge.

Los artistas van un paso más allá: interpretan la naturaleza y sacan provecho de la gran variedad de materiales geológicos que la Tierra nos ofrece. Esta muestra es un ejemplo excelente de grandes escultores de renombre internacional que se sirven de las rocas para interpelarnos sobre cuestiones diversas y hacernos reflexionar.

Figura 3. Vista de la exposición Arte en Piedra

Entonces, nos encontramos ante un proceso de transformación en el que las rocas se convierten en obras de arte. Elegir una clase de roca determinada no es un proceso aleatorio, sino que tiene que ver con la idea que el artista quiere expresar y, también, con las circunstancias geológicas de su origen o su ámbito de trabajo, donde dispondrá de ciertas clases de roca, con unas propiedades físicas concretas. Lo más importante es tener una textura interna homogénea, para que el material pétreo se comporte como un bloque macizo sin grietas ni fisuras. Por eso, las pizarras y el resto de rocas de textura foliada no son el material idóneo para la escultura, ya que se rompen fácilmente en planos definidos por el contexto geológico. Otra característica fundamental de las rocas ornamentales es que deben ser perdurables en el tiempo. Como discutiremos más adelante, estos condicionantes y otros dependen del origen, la composición, la estructura y el contexto de cada clase de roca. Es decir, dependen de las características geológicas de cada roca.

Figura 4. La exposición presenta con una colección de muestras geológicas de materiales utilizados en escultura, en la cuales el visitante puede apreciar y tocar las texturas de los distintos tipos de rocas.

Las rocas ígneas y el interior ardiente de la Tierra

Las rocas ígneas se forman por el enfriamiento del magma, que es el producto de la fusión del material que hay en el manto y en la base de la corteza, a una gran profundidad y a una alta temperatura. Esta roca fundida, de textura viscosa, tiende a moverse hacia la superficie, donde se enfría y cristaliza en forma de minerales, que constituyen las rocas.

Cuando este magma llega a la superficie, es expulsado de forma violenta y genera grandes volúmenes de lava, ceniza y gas dando lugar a los volcanes, el espectáculo natural más imponente. La lava se enfría muy rápidamente, debido al gran contraste con la temperatura de la superficie terrestre. Debido a este rápido enfriamiento, no se desarrollan cristales, sino rocas de grano muy fino y muy duras. La disminución de volumen asociada al enfriamiento da lugar a la formación de columnas hexagonales, que se disponen en disyunción columnar. Los basaltos representan la clase de roca volcánica más común, y forman las espectaculares columnatas que se observan en grandes monumentos naturales, como en Castellfollit de la Roca, Islandia, el Giant’s Causeway de Irlanda y la Devil’s Tower en Estados Unidos. Artistas como Xavier Corberó e Isamu Noguchi han aprovechado la disyunción columnar para desarrollar algunas de sus esculturas.

Otro material volcánico es la obsidiana. Con un aspecto vítreo característico y de color negro, a veces rojo, ha sufrido un enfriamiento tan rápido que los átomos no se han podido ordenar, y esto ha generado un vidrio en lugar de minerales. La falta de estructura cristalina interna hace que la obsidiana se rompa de forma concoidea, igual que el sílex. Este vidrio volcánico era muy apreciado en culturas precolombinas para hacer puntas de flecha y lanzas y utilizarlo como moneda, y los sacerdotes aztecas lo empleaban para crear cuchillos ornamentados para sus sacrificios rituales.

A menudo, el magma que se genera en el interior de la Tierra no llega a la superficie, especialmente cuando es rico en sílice, lo que aumenta su viscosidad. Entonces, queda atrapado dentro de la corteza, donde se enfría lentamente y forma rocas homogéneas, con cristales bien desarrollados. Los granitos y los gabros son rocas que se han formado en estas condiciones. Posteriormente, por efecto de la tectónica de placas, estas rocas que se han formado a gran profundidad son desplazadas hacia la superficie a través de fallas. Son rocas de mucha calidad, muy resistentes y duras, y suelen tener pocas juntas o planos de fractura. Están formadas por una mezcla de materiales, interpenetrados entre sí, con una textura muy homogénea y compacta. Gracias a estas propiedades, son idóneas para esculturas de gran formato expuestas en espacios exteriores, ya que resisten bien la meteorización.

Figura 5. Obelisco y esculturas de granito frente al pilono de Ramsés II, en el templo de Luxor, siglo XIII a C.

Los granitos tienen de una gran variedad cromática y textural, que es función de su mineralogía principal: cuarzo, plagioclasa y feldespatos alcalinos, como ortosa y microclina; y minerales accesorios, como biotita, moscovita y anfíboles. Los gabros no tienen cuarzo, y suelen ser de color negro o verde muy oscuro. En el Antiguo Egipto los granitos eran muy apreciados, y los grandes obeliscos se esculpían con piezas individuales de granito. Muy pocas rocas tienen este grado de homogeneidad, continuidad y durabilidad. También las cámaras funerarias de los faraones estaban construidas a partir de grandes bloques esculpidos en granito rojo procedente de las míticas canteras de Asuán, a más de ochocientos kilómetros de distancia de las pirámides. La piedra de Rosetta, clave para descifrar los jeroglíficos, está grabada sobre una losa de granodiorita, de color negro. La dureza y la durabilidad de estas rocas hacen que sean difíciles de trabajar y pulir, especialmente cuando los granitos son ricos en cuarzo, que es el mineral común más duro y abrasivo, y que solo se puede tallar con herramientas también de cuarzo o con materiales más duros. El trabajo con rocas duras ígneas recuerda los mitos de Hefesto y la fragua de Vulcano. Algunas de las esculturas de esta muestra creadas por Isamu Noguchi están esculpidas con variedades de granito procedente del Japón. Eduardo Chillida también utilizó el granito para obras exteriores de gran formato. Geológicamente, estas obras de arte nos transportan al interior de la Tierra, y su textura está vinculada a la cristalización de grandes volúmenes de magma a gran profundidad dentro de la corteza terrestre.

Las rocas sedimentarias y el ciclo externo: atmósfera, hidrosfera y biosfera

Las rocas, cuando están expuestas a la superficie, sufren procesos de degradación como consecuencia de fenómenos físicos, como la acción del viento, las heladas y las altas temperaturas; de fenómenos químicos, como la disolución y la alteración de ciertos minerales, y de fenómenos biológicos, como la acción de las bacterias o de organismos perforadores. Este conjunto de procesos se denomina «meteorización» y acaba fracturando la roca y generando sedimentos, que son transportados por el agua o el viento, y a menudo depositados a mucha distancia del lugar de origen.

Las rocas afectadas por la meteorización configuran el paisaje y adquieren formas caprichosas. El suiseki es un arte milenario japonés que consiste en coleccionar, preparar y contemplar rocas modelades de forma natural y que evocan un paisaje, con el objetivo de establecer una relación profunda con la naturaleza. En este caso, quien esculpe son los procesos geológicos de la propia meteorización, que trabajan conjuntamente con el artista, que debe ver, interpretar y evocar la forma, y añadirle el marco adecuado.

Los sedimentos, transportados a veces a miles de kilómetros del lugar de origen, se acaban depositando, consolidando y cimentando, y acaban convirtiéndose en rocas sedimentarias. Las areniscas son rocas generadas por este proceso. La montaña de Montjuïc está formada por areniscas, y sus canteras, de las que salió el material con el que se construyeron la Barcino romana y la ciudad medieval, estuvieron activas hasta la primera mitad del siglo XX. Las areniscas son el reflejo de antiguas playas, y a menudo conservan restos fósiles y estructuras, como antiguas dunas o marcas de las corrientes, que generan texturas muy atractivas desde el punto de vista visual. En estas rocas el papel del cemento que amalgama los granos de arena es fundamental para determinar su durabilidad. Las areniscas de Montjuïc se caracterizan por su cemento silícico y una textura muy homogénea que las hace especialmente resistentes y útiles para la escultura o como piedra de construcción. Otras rocas arenosas, como las areniscas del Empordà o el marés de las Islas Baleares, tienen una durabilidad mucho más baja como consecuencia de su cemento de carbonato y una alta porosidad.

Gran parte de la superficie terrestre está cubierta de agua, y los mares y océanos son fundamentales para el equilibrio climático del planeta. El agua marina es salada, y contiene gran cantidad de minerales disueltos, que son esenciales para la vida de muchos organismos. En los ambientes marinos más próximos a la costa, o cuando las condiciones de evaporación son muy elevadas, el agua salada se sobresatura y los minerales empiezan a precipitar. Este proceso se utiliza en las salinas para obtener sal. La precipitación de sal genera un interés económico importante, pero en estos ambientes también se forman series potentes de yesos y carbonatos. En efecto, el yeso es un mineral evaporítico igual que la sal, con la que está íntimamente relacionado.

El yeso precipita en una amplia variedad de morfologías, como rosas del desierto, en fibras o grandes cristales perfectos, a veces métricos, como la geoda de Pulpí, en Almería, o los cristales de la Cueva de los Cristales, en México. Sin embargo, la clase de yeso más común forma grandes masas de pequeños cristales blancos o transparentes, que se conocen con el nombre de alabastro. Se trata de una piedra muy apreciada por su transparencia, luminosidad y facilidad para tallarla debido a su muy baja dureza, de forma que incluso se puede rayar con la uña. El yeso precipita en condiciones muy tranquilas, formando nódulos y grandes masas continuas, sin juntas, de un material generalmente muy puro y homogéneo. Esto permite al artista trabajar y pulir con mucha precisión y detalle. Sin embargo, el alabastro es una roca delicada y frágil, no recomendable para ser utilizada en exteriores. Por su delicadeza, se utiliza mucho en escultura, y en esta muestra vemos muchos ejemplos, como los trabajos de Eduardo Chillida, Cristina Iglesias, Anish Kapoor, Jorge Oteiza, Ettore Spalletti y Alison Wilding.

Figura 6. Vista de la exposición con dos esculturas en alabastro. En primer término obra de Anish KAPOOR. Sin Título (III). Al fondo, obra de Eduardo CHILLIDA. Mendi huts I, 1984.

La Pedrera, o Casa Milà, el edificio escultórico en el que se exponen estas obras, está construida a partir de grandes bloques de roca caliza, procedentes de canteras situadas en el macizo del Garraf, muchas de ellas aún activas. Las calizas están formadas por cristales micrométricos de calcita (micrita), depositados en un medio sedimentario de fondo marino poco profundo, con climas templados y aguas limpias y oxigenadas. Son producto de una intensa actividad biológica y bioquímica, y muy frecuentemente contienen fósiles, como, por ejemplo, los Nummulites de la conocida piedra de Girona. Los mares tropicales son ambientes actuales de producción de sedimentos carbonáticos y rocas calizas bioconstruidas, como los arrecifes de coral. Esta clase de roca está directamente vinculada a la vida, y por tanto es imposible encontrarla en cual­quier otro planeta del Sistema Solar.

Figura 7. Canteras de marés de Lithica (calcarenitas marinas del Mioceno) en s’Hostal. Menorca.

Las calizas son una roca común, a menudo de grano muy fino y textura homogénea, habitualmente de color crema o gris claro, no demasiado vistosas, de dureza mediana o media, y por tanto fáciles de tallar y pulir. Así pués, son un material asequible, económico y humilde, muy utilizado como piedra de construcción y, también, en procesos industriales, como la fabricación de cemento. Sin embargo, las calizas a veces presentan un gran contenido de fósiles que las hace muy atractivas visualmente, como la piedra de Girona con la que está construida la catedral de Barcelona, o las texturas brechoides del jaspe de la Cinta, una piedra también denominada brocatello y que se explotaba en Tortosa durante el Imperio romano. Las calizas oolíticas de Inglaterra, como la piedra rosa de Ancaster utilizada por Barbara Hepworth y la piedra de Bath empleada por Stephen Cox, son ejemplos de sedimentos marinos consolidados y transformados en obras de arte. Los travertinos son un tipo especial de roca caliza que se forma en zonas continentales, y se asocian a flujos de agua dulce, fría y muy oxigenada, como, por ejemplo, los saltos de agua en arroyos de montaña, donde la calcita precipita en torno a las raíces y los tallos de la vegetación, que posteriormente des­aparecen y dejan una estructura de roca muy porosa, blanda y fácil de trabajar. Los arcos y elementos decorativos de las iglesias románicas del Pirineo catalán habitualmente están esculpidos con travertinos. En esta exposición podemos contemplar el trabajo con travertino en obras de Henry Moore y Barry Flanagan.

Las rocas metamórficas, la fuerza de la dinámica de la Tierra

¿Qué tienen en común La Pedrera de Gaudí y el David de Miguel Ángel, ejemplos excelentes de sendas artes relacionadas con la piedra, la arquitectura y la escultura? El aspecto de ambas obras es muy diferente: los bloques de roca caliza que forman La Pedrera evocan una actividad industrial y una roca sencilla y común. En cambio, el mármol es la roca ornamental más apreciada, por su delicadeza y esplendor. No obstante, las dos rocas están formadas por el mismo mineral, la calcita. ¿Cómo es posible que, con una composición mineralógica idéntica, sean rocas tan diferentes? La explicación radica en el metamorfismo: los procesos geológicos de alta presión y temperatura que han transformado los granos microscópicos de la roca caliza en mosaicos geométricos de cristales transparentes de calcita, que confieren al mármol su traslucidez y propiedades características. Se podría poner un símil literario, comparando este proceso con la conocida fábula de Hans Christian Andersen en la que el patito feo (la caliza) se convierte en cisne (el mármol) mediante los procesos de la geodinámica interna terrestre.

El metamorfismo implica dinámicas globales relacionadas con el movimiento de las placas tectónicas. Las rocas que forman la litosfera, allí donde convergen y colisionan, son sometidas a enormes presiones y temperaturas que, sin llegar a fundirlas, las transforman en un material nuevo, con texturas y/o minerales diferentes de la roca original. El metamorfismo está asociado a la formación de grandes cordilleras y cadenas montañosas como los Pirineos, los Alpes y el Himalaya.

Las altas presiones a menudo generan rocas foliadas, con planos de fractura muy bien definidos y penetrativos, como en el caso de las pizarras y esquistos, que se utilizan como material de construcción, pero a menudo se descartan para la escultura porque tienden a romperse en losas planas. No obstante, y pese a las dificultades que presentan, Naum Gabo y, especialmente, Barbara Hepworth trabajaron con estos materiales.

El metamorfismo da lugar al mármol, que es, sin ningún género de duda, la roca preferida de los escultores y los artesanos de la piedra. La mayor parte de las obras expuestas están esculpidas en este material. Sus variedades son muchas, con colores, texturas y vetas diferentes, pero el más valorado es el mármol blanco puro, con el que se han esculpido las grandes obras de la historia del arte. Es una roca de una calidad y una pureza excelentes, luminosa, homogénea, compacta, duradera y fácil de trabajar y pulir.

Figura 8. Michellangelo BUNONARROTI. David 1501-1504. Mármol de Carrara. Galleria dell’Accademia. Florencia.

Figura 9. Barbara HEPWORTH. Totem, 1960-1962. Mármol de Carrara.

Desde la antigüedad se han obtenido mármoles de todos los territorios del Mediterráneo, desde Turquía hasta Andalucía, pasando por las islas de Paros y Naxos, en Grecia, o las famosas canteras de Carrara, que abastecieron al Imperio romano y a los grandes escultores del Renacimiento, y que aún están en activo. En esta exposición podemos ver obras de Luciano Fabro y Barbara Hepworth creadas con mármol de Carrara.

Gracias a estas propiedades, otras muchas rocas han sido denominadas mármoles: los alabastros, las calcitas, los travertinos e incluso algunos granitos reciben este nombre en el ámbito comercial, cuando en realidad corresponden a rocas con un origen y una composición completamente diferentes.

De igual forma, las serpentinas (serpentinitas), que son producto del metamorfismo por alteración hidrotermal de rocas ígneas del manto (peridotitas), un proceso que ha transformado totalmente su mineralogía y su textura. Suelen ser rocas de color verde, con una gran riqueza textural, con vetas y unas aguas características que recuerdan la piel de una serpiente, de ahí su nombre. Son muy valoradas en escultura y arquitectura. Parte del revestimiento exterior del Pabellón Mies van der Rohe de Barcelona, erigido como sede de Alemania para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 y reproducido en 1986 con la máxima fidelidad, está formado por losas pulidas de serpentina, que también se denomina mármol verde de los Alpes. En esta exposición hay un par de obras de Henry Moore esculpidas con serpentinita negra.

Figura 10. Ludwig MiesVAN DER ROHE. Pabellón de Alemania de la Exposición Universal de 1929 en Barcelona (reconstrucción)

Otro material metamórfico utilizado en escultura es la soapstone, o piedra jabonosa, formada mayoritariamente por talco. Es un mineral muy blando, de tacto extremadamente suave y muy fácil de pulir, y se utiliza mucho en el África subsahariana, como también entre los pueblos inuit para esculpir pequeñas figuritas de animales y ornamentos.

La escultura de las pequeñas piedras.  Los tesoros de la Tierra

En la descripción sistemática de las rocas, a menudo no se incluyen ciertas rocas y minerales que se encuentran en circunstancias singulares, como en vetas y filones, en concentraciones pequeñas o como alteración de otras rocas. Estos minerales tienen una gran importancia, como los elementos nativos (el oro, la plata o el cobre), los sulfuros o las gemas y piedras preciosas. La naturaleza nos ofrece estos pequeños tesoros, que han sido buscados y utilizados desde los orígenes de la humanidad para crear pequeñas obras de arte.

El ónix es una variedad de calcedonia, o cuarzo microcristalino, que se encuentra en forma de nódulos dentro de rocas sedimentarias. Denominada de muchas maneras, como por ejemplo ágata, chert o sílex, es una roca de gran dureza, que se rompe de forma concoidea, como un vidrio, y se utilizaba para producir flechas y herramientas durante el Neolítico, y también para ornamentos. Las herramientas modernas permiten trabajar muy cuidadosamente este material, y en esta exposición encontramos una obra de Louise Bourgeois realizada con ónix rosa.

El lapislázuli es una roca metamórfica ornamental muy valorada, formada principalmente por lazulita —que es un mineral azul—, pirita y calcita. Es una roca muy apreciada que ya se extraía en Afganistán hace más de nueve mil años para realizar tallas y pequeñas esculturas. La malaquita, muy valorada para esculpir pequeñas figuras, es un mineral que se forma en zonas de alteración en depósitos minerales de cobre, y acostumbra a formar masas de agregados botroidales, muy estéticos visualmente y de un color verde característico veteado. El jade es el nombre que reciben las rocas formadas por dos minerales diferentes, la jadeíta y la nefrita, que forman masas de grano muy fino. La jadeíta es un mineral metamórfico con una alta presión, que se caracteriza por su dureza, color verde y traslucidez.

Veinte kilómetros separan el edificio de La Pedrera de las minas subterráneas de Gavà, las más antiguas de Europa, donde alrededor de seis mil años atrás, durante el Neolítico, ya se buscaba variscita, un mineral de color verde que se encuentra en pequeños filones y que se utilizaba para crear joyas y pequeños ornamentos.

En conclusión

Con este artículo, esperamos haber contribuido a ir un poco más allá de la visión del artista, dentro del mundo de la geología y los maravillosos recursos que nos ofrece el planeta Tierra. Les animamos a visitar esta exposición donde podrán ver una destacada selección de más de ochenta obras procedentes de varias colecciones públicas y privadas en un entorno espectacular como es la propia Pedrera-Casa Milà, una de las obras maestras del arquitecto Antoni Gaudí. Este edificio es patrimonio de la UNESCO y por sí mismo ya vale la pena visitarlo. Al final de la exposición también se ha preparado una colección de rocas utilizadas en escultura, las cuales presentan una superficie tallada y pulida, y otra en bruto de tal forma que el visitante puede apreciar, tocar y sentir el cambio textural en los materiales naturales durante el proceso escultórico.

Es pues, esta exposición, una oportunidad única que combina arte moderno, geología y arquitectura, en un entorno único. ¡Les esperamos en la Pedrera-Casa Milà en Barcelona!

Exposición

Edificio La Pedrera

Passeig de Gràcia, 92. Barcelona

Del 4 de octubre de 2024 al 2 de febrero de 2025

De lunes a domingo, de 10 h a 19.30 h (último acceso: 19 h).

Entrada general: 12 €

https://www.lapedrera.com/es/agenda-actividades-barcelona/exposicion/arte-en-piedra

Visitas comentadas para el público general y familiar

Visitas

Más información en: www.lapedrera.com

Grupos

Libres: de lunes a viernes, de 10.30 h a 18.00 h

Comentados: de martes a jueves, de 10.30 h a 17.30 h; viernes, de 10.30 h a 13.30 h

Más información

cultura@fcatalunyalapedrera.com

Inscripción previa

Es necesario reservar con una semana de antelación cumplimentando el formulario disponible en la web: lapedrera.com