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Sismicidad en los embalses

La Nueva España 10.10.2016  Opinión

 

Sismicidad en los embalses

  MANUEL  GUTIÉRREZ CLAVEROL   Geólogo

Es un hecho bien constatado que los grandes depósitos de agua embalsada provocan terremotos, cuyo origen se vincula a las variaciones del nivel de las aguas. Este fenómeno se confirmó durante el llenado de algunos pantanos a lo largo del siglo XX.

La primera observación de estos movimientos telúricos creados de manera artificial fue puesta de manifiesto en Colorado (EE UU) a mediados del pasado siglo. Pero la gravedad del problema se detectó en el año 1967 cuando, en los aledaños de la represa de Koyna (La India) -una zona considerada como asísmica- se registró una fuerte sacudida de magnitud 6,3, estimada ya muy peligrosa. El asunto es especialmente habitual en las grandes acumulaciones hídricas, tales como la de Oroville (California), con una magnitud sísmica máxima de 5,7, o en la de Asuán (Egipto), con 5,3.

Esta sismicidad inducida se manifiesta, sobre todo, durante la carga de los almacenes acuosos, con una coincidencia temporal entre dicho colmado y la generación de los primeros temblores. No obstante, existe una respuesta variada -en función del contexto geológico del entorno-, ya que hay reservorios en los que la aparición de sismos ha sido una reacción prácticamente inmediata (apenas unos días), mientras que en otros casos el retardo en su generación ha sido de varios años, o incluso no se manifestaron jamás.

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